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Maltrato Psicologico

elioramiro12 de Septiembre de 2012

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El maltrato psicológico:

Un problema para las mujeres y de nuestra sociedad

Los malos tratos psíquicos representan un fenómeno viejo, lo novedoso es su revelación como problema social.

El maltrato psicológico se basa en comportamientos intencionados, ejecutados desde una posición de poder y encaminados a desvalorizar, producir daño psíquico, destruir la autoestima y reducir la confianza personal. Su padecimiento lleva a la despersonalización, al mismo tiempo que genera dependencia hacia persona que los inflige. El maltratador se vale para ello de insultos, acusaciones, amenazas, críticas destructivas, gritos, manipulaciones, silencios, refunfuños, indiferencias, frialdades y desprecios.

En la esfera de lo privado, aunque los hombres también lo sufren, las mujeres son las víctimas mayoritarias. Se produce asimismo en la relación de los padres con los hijos, en la que se ha detectado un incremento del maltrato de los hijos hacia sus progenitores, consecuencia de una educación cada vez más permisiva y del uso de la violencia, tanto física como mental, en la solución de los conflictos del mundo de los adultos. En el ámbito público, el maltrato psicológico está presente en el mundo laboral, el conocido como “mobbing”, y en el escolar, el llamado “bullying”.

La mujer, la víctima por excelencia

Los malos tratos psicológicos son un fenómeno viejo. Lo que resulta novedoso es su entendimiento como problema social. Los sufren mujeres de todas las edades, grupos sociales y económicos; culturas y países. Su gran incidencia, la gravedad de las secuelas, el alto costo social y económico, y en especial la degradación que produce la violación del derecho de las personas al ser tratadas como tales, y la ignorancia del respeto que merece toda existencia humana los convierten en una cuestión de gran relevancia universal.

…¡y solos que estamos!

El grito silencioso

Estos ataques sutiles, no son tan visibles ni manifiestos como los físicos. De hecho, en muchas ocasiones la propia víctima no es consciente de ellos hasta que sufre una agresión corporal, pero sus consecuencias pueden ser más graves y duraderas con el tiempo.

Las agresiones continuadas, tanto verbales como no verbales (el silencio, la indeferencia, la frialdad, los gestos...), crean una relación siniestra de codependencia entre el maltratador y la víctima. Ambos terminan necesitándose. La víctima porque estando sola siente que no es nadie y el miedo y la angustia la paralizan; y el que maltrata, porque se siente que es alguien a través de la dominación que ejerce. La situación de codependencia es tal que la víctima termina protegiendo y disculpando al maltratador. Recorre hasta ahí un proceso destructivo en el que va perdiendo la confianza en sí misma y la capacidad de respuesta, se va anulando y va interiorizando que de allí no se sale y abandona toda esperanza. Este fenómeno se estudia bajo el nombre del síndrome de Estocolmo.

El síndrome de Estocolmo

Unos ciudadanos suecos fueron, hace unos cuantos años, tomados rehenes por unos terroristas palestinos. A medida que el sitio, levantado por la policía para rescatarlos, se extendía, las víctimas aprendieron a apegarse y aun a “amar” a sus captores, quienes los intimidaban con amenazas de muerte, los maltrataban y aún los agredían físicamente. Al final, cuando fueron rescatados, los rehenes tomaron lados con los captores para protegerlos a ellos contra lo que consideraran “brutalidad policial”.

Eres todo lo que me queda…

Poder asimétrico

En la raíz de la violencia contra las mujeres se evidencia la asimetría de poder que ha propiciado el sistema patriarcal y machista imperante, y que ha llevado a un abuso con la persona más desfavorecida en este esquema, la mujer. Por ello, los expertos inciden en no presentar el problema como si fuera “de las mujeres”, ya que si bien son ellas quienes los sufren, se trata de una dificultad de la que los hombres han de ser conscientes y deben tratar de superarla.

Una clasificación existe de conductas que se expresan para lograr la sumisión y el control:

• Intimidación.

• Toma repentina del mando: tomar decisiones sin consultar, monopolizar.

• La apelación al argumento de la lógica y la “razón” para imponer ideas propias o alternativas poco razonables.

• La insistencia abusiva, a fin de obtener por agotamiento lo que desea a cambio de “un poco de paz”.

• El control del dinero.

• El uso expansivo del espacio físico.

• La maternalización de la mujer, es decir, la creación de condiciones para que ésta dé prioridad al cuidado de sus hijos y nada más.

• La manipulación emocional, que genera en la mujer dudas sobre sí misma y que propicia sentimientos negativos y de dependencia.

• Las reprobaciones que conllevan a la indefensión.

• La desautorización y desvalorización que generan sentimientos de inferioridad.

• El paternalismo desde el que se trata a la mujer como si fuera una niña.

• La falta de intimidad.

• Interrumpir y devaluar los argumentos de ella.

• El distanciamiento. Las mentiras, el incumplimiento de promesas, el silencio...

• La adopción de la actitud de ser mártir.

• La autoindulgencia con la que elude el maltratador su propia responsabilidad.

• El intento de generar lástima a través de comportamientos autos lesivos, juicios de estar muy enfermo, o amenazas de estar deprimido y de desear que le llegue la muerte.

Retrato de una mujer objeto de maltratos psicológicos

Síntomas y manifestaciones

• Dolores de espalda y articulaciones.

• Irritabilidad.

• Dolores de cabeza.

• Disfunción gastrointestinal.

• Amenorrea, dismenorrea y sangrado entre períodos.

• Insomnio.

• Fatiga permanente.

• Apatía.

• Sequedad de la boca.

• Tristeza, ánimo deprimido y ganas de llorar sin motivo aparente.

• Ansiedad y angustia.

• Sentimientos de impotencia y de banalidad.

• Rabia y rencores reprimidos.

• Miedos de confrontar al opresor por temor a que sus ideas sean objeto de burla.

• Indecisión.

• Explosiones de cólera sin provocación y sin justificación alguna.

• Inapetencia sexual.

• Depresión crónica.

Actitud

• Sensación de lástima y de vergüenza.

• Sentimiento de culpa.

• Falta de iniciativa para avanzar en la vida.

• Dudas de la capacidad de poder vivir fuera del ámbito del atormentador.

• Temor generalizado.

• Mantenimiento de una mirada huidiza.

• Dejadez social y escasez comunicativa: explicaciones vagas y confusas.

• Temor de ser criticada por ser débil.

• Arrepentimientos por no actuar antes y abandonar al opresor, años atrás.

• Evasión de situaciones sociales.

Señales de alerta de conductas que evidencian o derivan hacia el maltrato psicológico, por parte del hombre:

• Ignora los sentimientos de la pareja.

• Ridiculiza o insulta a las mujeres como grupo.

• Ridiculiza o insulta la mayoría de los valores, creencias, religión, raza, herencia o clase de la pareja.

• Utiliza su visto bueno, aprecio, o afecto como castigo.

• Continuamente la critica, la insulta o le grita.

• Le humilla en privado y/o en público.

• Rechaza mantener relaciones sociales en su compañía.

• Controla el dinero y todas las decisiones.

• Rechaza compartir el dinero o permite que la mujer trabaje.

• No permite su acceso al dinero o a las llaves de su carro y otros bienes.

• Con frecuencia le amenaza con abandonarla o dice que se va.

• La amenaza con hacerle daño, o con el abandono de ella o de sus hijos.

• Castiga, insulta o maltrata a los niños cuando está enfadado con ella.

• Malcría, consiente y derrocha dinero en los hijos para contradecirla a ella.

• Revoca sus sanciones con los hijos y con el servicio doméstico.

• Critica a la mujer frente a personas subordinadas.

• Amenaza con secuestrar o llevarse a los niños si ella no le obedece en todo.

• Abusa, tortura, mata a los animales domésticos para hacerle daño.

• La acosa con asuntos que él imagina que ella está haciendo o no haciendo. Por ejemplo, el cuidado y mantenimiento de la casa.

• La manipula con mentiras y contradicciones.

• Destruye los muebles, hace destrozos en las paredes o rompe útiles domésticos durante las discusiones con ella.

• Maneja armas de forma amenazante.

• Le hace llegar mensajes indirectos que son amenazantes.

• La obliga a aceptar lo socialmente inaceptable.

• La tilda de ser mala madre y la responsabiliza por el comportamiento, el bienestar y aún, por el futuro de los hijos.

En resumen

El maltrato psicológico hacia la mujer, corre un curso paralelo al de la historia del machismo universal. Y no será, hasta que las mujeres se emancipen psicológica y financieramente, que los hombres débiles e inadecuados, dejarán de saciar sus apetitos neuróticos en ellas.

Para poder confrontar los ataques y las agresiones inmerecidas que sufren las víctimas del maltrato psicológico,

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