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Micromachismos en la vida cotidiana: ¿Un problema solo de hombres?


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2017  •  Ensayos  •  2.015 Palabras (9 Páginas)  •  309 Visitas

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Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Escuela de Psicología

Campus Concepción

Micromachismos en la vida cotidiana:

 ¿Un problema solo de hombres?

Integrantes

:

Lía Acevedo

Camila Fritz

Danilo La Regla

René Villegas

Asignatura

:

Antropología

Profesor

:

Máximo Muñoz

Fecha de entrega

:

22 de noviembre

 

        

Nos desenvolvemos actualmente dentro de una sociedad en que, producto de los múltiples períodos de cambios y revoluciones que se han experimentado en ámbitos tanto políticos como culturales, económicos y de las comunicaciones, no es desacertado pensar que hemos avanzado considerablemente en materia de igualdad de género, tanto en materia de derechos como en espacios más subjetivos como la visión general y rol de la mujer actual. Contextualizando, tomamos por ejemplo datos de nuestra realidad nacional, donde la incorporación de las mujeres, Chile experimentó durante la década de los noventa un incremento significativo desde un 28,06% en 1992 a un 35,5% en el año 2002, lo cual implica un aumento superior a 7 puntos porcentuales. (Arancibia y Salinas, 2006)

 Sin embargo, avances como este tienen toda una serie de efectos en la configuración de la sociedad desde hace unas décadas hasta nuestra actualidad; específicamente en relación a los discursos subyacentes sobre la igualdad de género, donde se ha ido producido paulatinamente todo un ambiente de tensión, competencia y ambigüedad. Tanto la globalización como los cambios de la economía han potenciado demandas de modernización en el espacio íntimo, cuestionándose las bases de la masculinidad autoritaria y la familia nuclear patriarcal (Olavarría, 2001) lo que ha generado un cambio en las formas de expresión de conductas de origen sexista o machista, generándose los llamados ‘micro-machismos’

El término micro-machismo, elaborado inicialmente por Luis Bonino, se define como todas las prácticas específicas de dominación masculina usadas en un contexto cotidiano; mediante estas maniobras, los hombres intentan situarse en una posición de poder superior e intentan, además de reafirmar su identidad masculina (citado en Fisas, 1998). Sobre esta definición, es importante agregar que no es una práctica exclusiva de los hombres; también es posible ver en mujeres este tipo de conductas, aunque en estos caso no es para reafirmar su autoridad, sino para reafirmar las conductas que “corresponden” al género masculino, suponiendo una posición de beneficio para ellas. Las mujeres también pueden actuar de manera manipulativa con el fin de romper su posición de subordinación y conseguir más “influencia”, en otras palabras, para romper con su situación de discriminación (Lila, García y Lorenzo, 2010), sin embargo, ¿podría considerarse esta conducta como un intento de las mujeres de situarse en una posición hegemónica con respecto a los hombres, o simplemente es una manifestación de su inconformidad frente a la sociedad machista? ¿Son los micro-machismos un problema sólo de hombres? Bajo el contexto patriarcal, la mujer utiliza los micromachismos para romper su posición de inferioridad y evitar ser menoscabada, con el fin de lograr un equilibrio que no busca la igualdad de género, sino un equilibrio entre sumisión y dominación. Lo que nos lleva a cuestionarnos nuevamente la pregunta anterior.

A pesar de ser hechos los micromachismos por ambos géneros, la raíz de este problema se sitúa en el hecho de que esta conducta proviene de la cultura, siendo invisibilizado muchas veces el carácter de que el género es un constructo sociocultural que alude a las relaciones de poder en las que participan hombres y mujeres (Bonder, 1999). También es heredado y transmitido de padres y/o madres a hijos/as, ya que “el varón se configura como padre, autoridad en el hogar, trabajador/proveedor, con dominio en lo público. En cambio las mujeres se construyen centradas en la maternidad, protegidas, dedicadas al hogar y a la crianza y con dominio en lo privado” (Araujo y Rogers, 2000, p.41).

A menudo los temas vinculados a la maternidad, cuidado y crianza de los hijos, discriminación laboral, violencia intrafamiliar, acoso sexual, precarización del empleo, entre otros, son tratados como temas de mujeres y circunscritos a las organizaciones o comisiones femeninas, no alcanzando estas instancias organizacionales una proyección y protagonismo social real.

Ligado a este reconocimiento ambivalente (negativo-positivo sobre la mujer) que se plasma en los discursos de los hombres, está el hecho real que no se han producido cambios sustantivos en el espacio privado, ya que pese a la incorporación de las mujeres al mundo laboral, siguen siendo construidas como las principales responsables de la crianza y cuidado de los hijos, de la organización y distribución del trabajo doméstico y, en general, de las tareas que permiten la mantención del mundo privado. Todo lo cual actúa en las mujeres, en términos personales, como mandatos de géneros enquistados en la configuración de su identidad femenina (Salinas y Arancibia, 2006).

 Pero a la hora de bucear en los diversos aspectos del infinito mar de lo que se desarrollará acerca del micromachismo en la actualidad para responder a la incógnita, es importante entender sus raíces, del cómo se instaura el machismo en nuestra sociedad actual tras la sociedad patriarcal potenciador del machismo.

En un inicio, la distinción entre géneros nace en el diformismo sexual, el cual tiene la perspectiva fisiológica de la selección natural, a modo de sobrevivencia se reparten genes de manera binaria, a lo que las culturas le han otorgado significado particular, de esta forma se es hombre y mujer dependientes de la cultura en cual se desenvuelva (Caudillo y Cerna, 2007).

Entendiendo aquello, se entiende que esto remonta entonces desde tiempos primitivos, lo cual permite la vinculación de la teoría de “guerra de sexos” en la que se cree que el hombre tenía envidia de la fuerza reproductora de las mujeres, por lo que los varones toman el poder y control posteriormente (Caudillo y Cerna, 2007). Así cambia la cosmovisión, hasta en el ámbito religioso, donde se le da énfasis a la figura masculina por sobre la femenina (héroes y guerreros). Naciendo así las primeras luces del machismo y la lucha del poder entre géneros.

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