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¡Niños libres de estrés!


Enviado por   •  3 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  3.114 Palabras (13 Páginas)  •  230 Visitas

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                           ¡Niños libres de estrés!

INTRODUCCIÓN

 ¿Qué es el estrés? ¿Qué reacciones tenemos cuando experimentamos estrés? ¿Se puede afirmar que los niños también  lo padecen?  ¿Qué es lo que está estresando al niño? ¿El niño  podrá hacer frente a los estresores? El vocablo ‘estrés’, es derivado del inglés stress y procedente de la física. Se considera a Hans Selye el pionero de la noción estrés en donde se define como un proceso natural del cuerpo que genera una respuesta automática ante condiciones amenazadoras o desafiantes, la designa como la reactividad sicofisiológica que se produce en el sujeto ante las exigencias experimentadas en el que se requiere una movilización de recursos físicos y mentales para poder hacer frente a la situación que desequilibra el estado emocional de la personas en el que se involucra muchos órganos y funciones del cuerpo, como el cerebro y el corazón, los músculos, el flujo sanguíneo, la digestión, entre otros. (Otero, 2012).

El estrés cotidiano infantil se refiere a contratiempos y preocupaciones que suceden en el entorno diario de los escolares. Se trata de un problema que se asocia a dificultades y disfunciones en el desarrollo socioemocional que es ocasionado por situaciones de miedo, frustración, ansiedad, ira, coraje, entre otros. En la actualidad el estrés infantil se ha incrementado mucho mas  “En los últimos años  se ha notado en las consultas que hay un incremento del estrés de los niños”, afirma Natalia Ortega, psicóloga infantil, socia fundadora de Activa Psicología y Formación, en Madrid. Y según la Sociedad Española de Estudios de Ansiedad y Estrés, las cifras se acercan al 8% de la población infantil y al 20% de los adolescentes” (Jarque, 2011, pág.3).                                                                                                                   

Ante los estresores, el infante pasa por un proceso integrado por tres fases de adaptación del organismo que son: La  fase de alarma; el organismo se  activa ante un estímulo estresante y se prepara para hacerle frente. Fase de resistencia; el organismo continúa haciendo frente al estresor y la última es  la Fase de agotamiento: Dado que la resistencia es limitada, si el estrés continúa o es intenso el organismo puede enfermar.

Según los casos que se han estudiado en diversos países Americanos  las fuentes de estrés infantil pueden tener su origen en algunas características de la personalidad del niño, en la estructura familiar o en el estilo educativo de los padres, en la competitividad escolar, en problemas de salud, en la exposición a amenazas y en el entorno social (Otero, 2012).  

                                                                                                                                                                                     En México se realizó un estudio  llamado transversal retrospectivo en el que se analizaron los expedientes de de pacientes atendidos en el área de psicología infantil del Hospital Infantil del estado de Chihuahua durante un periodo de 3 meses. “Se realizó el estudio de frecuencias y el análisis bivariado. Se analizaron 125 expedientes que representaron 51% del total de la consulta del Departamento de Salud Mental. De estos, 41.6% correspondieron al género masculino y 58.4% al femenino. En 52 pacientes el evento desencadenante fue el estrés que provoco la violencia, mientras que en 73 pacientes éste se debió a accidentes. La edad de los pacientes se encontró dentro del rango de los 5 y los 15 años y la mayor prevalencia entre los 5 y 7 años y medio.” (Gallardo, 2011, pág. 290).

En mi opinión  el estrés infantil tiende afectar de manera negativa ante el desarrollo de la personalidad del infante, las estrategias de solución dependerán de la participación de padres en conjunto con los docentes.                                                                                                                                                            Cada niño es diferente y los  padres son los más oportunos para  apoyar en la situación que se encuentren, ya que suelen ser los mayores  conocedores de sus hijos. Para eso debe haber una estrecha colaboración entre ambos  con la finalidad de brindar educación, salud mental, confianza, comunicación, asertividad, pero sobre todo amor. De esa manera podrán responder de manera saludable al estrés, prevenirlo o en su caso canalizarlo y buscar ayuda profesional.

¿Cómo saber si mi hijo está estresado?

Los aspectos implicados  en la  evaluación del estrés son principalmente los acontecimientos  o sucesos reales  con alta carga emocional,  la valoración cognitiva de la persona  y los cambios en las rutinas de nuestra vida diaria, en donde se altera el equilibro fisiológico y sicológico del organismo manifestando emociones negativas como: Temperamento dificil, nervios, timidez, apego a la madre, sobre proteccion, relaciones interpersonales, las separaciones, los hermanastros, los nacimientos de hermanos propios, la adopción, la desatención o abandono, las relaciones en la escuela, la relación con el otro sexo, el rendimiento escolar y el propio cambio corporal.

Se incluyen también pequeñas estresores o contrariedades a las que nadie atiende como: Perder cosas, pelearse con un amigo, mancharse la ropa, romper algo estimado, llegar tarde, no recibir una llamada esperada, riñas, etc. Un pequeño estresor no es problema, pero su habitual repetición produce un nivel de estrés considerable. La combinación de grandes estresores y pequeñas contrariedades puede tener consecuencias devastadoras. (Escobar, Blanca, Fernández, Trianes, 2011).

Por lo tanto el peso más importante en la aparición del estrés lo tiene primordialmente en los elementos familiares ya que los padres son los principales generadores de ciertos estresores por el estado emocional que comunican  y por los problemas que experimentan cotidianamente “hay numerosas investigaciones que muestran como el estado emocional de los padres condiciona el modo como el niño hace frente a esos acontecimientos vitales negativos” (Del Barrio, 2010, pág. 33).

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