Normas Para La Redacción De Casos Clínicos
zimsy23 de Enero de 2012
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Normas para la redacción de casos clínicos
Normas a seguir en la redacción de los estudios de casos en psicología
Introducción
Los autores disponen habitualmente de una gran variedad de normas para la publicación de trabajos científicos, bien sean investigaciones básicas o aplicadas. Sin embargo, las normas convencionales no tienen en cuenta los casos clínicos. De hecho, los psicólogos clínicos que intentan publicar estudios de casos se encuentran con la dificultad añadida de lo que supone publicar en una revista científica con la ausencia de normas específicas para este tipo de publicaciones. Quizá esta sea una de las razones que contribuya a que los psicólogos clínicos sean reticentes a publicar casos.
Este mismo problema se encuentran los revisores de las revistas, quienes reciben unas normas por parte de la dirección de la revista que difícilmente se pueden adaptar a la evaluación de los casos clínicos o estudios de casos. Los estudios de casos son una de las metodologías utilizadas en la investigación en Psicología (véase Montero y León, 2002), y sin duda, una de las más útiles desde el punto de vista aplicado, pues permite que los clínicos puedan transmitir sus experiencias de una forma sistemática, y que otros psicólogos puedan entenderlas y discutirlas, lo que sin duda contribuye al acercamiento entre teoría y práctica de la psicología clínica. Los investigadores de la psicología clínica necesitan conocer las experiencias de los psicólogos clínicos profesionales y estos necesitan las directrices de los investigadores para planificar su actividad profesional y comunicarla en términos estándares para que sea comprensible en la comunidad profesional. La ausencia de unas normas específicas para la redacción de estudios de casos quizá sea una de las causas que explican la mínima participación de psicólogos clínicos profesionales en las publicaciones de estudios de casos.
Otra razón importante es la ausencia en muchas revistas de psicología aplicada de una sección de «estudios de casos». Este artículo pretende paliar las deficiencias comentadas anteriormente, para lo cual se ofrecen unas normas o directrices para la redacción de los estudios de casos.
Aunque las normas que se proponen se ajustan preferentemente al proceso que se sigue en las intervenciones psicológicas en el modelo cognitivo conductual (Buela-Casal, Verdugo y Sierra, 1997; Godoy, 1996), en mayor o menor medida pueden ser útiles a otros modelos de intervención psicológica. Es evidente que no todos los casos clínicos pueden ajustarse fielmente al esquema aquí propuesto; sin embargo, el hecho de seguir estas normas en la medida de lo posible sin duda contribuye a una mejor exposición y comprensión del caso.
Normas a seguir en la redacción de los estudios de casos en psicología
A continuación se hace una propuesta de los pasos que se deben seguir para la redacción de los estudios de casos.
Pasos a seguir en la redacción de un caso.
- Título del caso
- Psicólogo
- Centro
- Resumen
- Identificación del paciente
- Análisis del motivo de la consulta
- Historia del problema
- Análisis y descripción de las conductas problema
- Establecimiento de las metas del tratamiento
- Estudio de los objetivos terapéuticos
- Selección del tratamiento más adecuado
- Selección y aplicación de las técnicas de evaluación y resultados obtenidos en esta fase
- Aplicación del tratamiento
- Evaluación de la eficacia del tratamiento
- Seguimiento: especificar si se realizó y en qué periodos
- Observaciones
Resumen
De forma resumida se presenta el caso con los datos de la evaluación, selección del tratamiento, tipo de tratamiento, número de sesiones, resultados obtenidos, seguimiento, etc. Este resumen debe tener entre 200-250 palabras. En el resumen es necesario además hacer explícito que se trata de un estudio de caso según la clasificación propuesta por Montero y León (2002).
Identificación del paciente
Debe indicarse la edad, sexo, estado civil, hijos, profesión, nivel de estudios, nivel sociocultural/económico, procedencia geográfica, así como cualquier otro aspecto de interés que ayude a entender las características de la persona. Se puede incluir además un genograma de la familia en el que se indica con quien vive cada miembro, pues el contexto interaccional o sociafectivo (familiar) en el que ocurre el problema puede ser muy relevante.
Análisis del motivo de la consulta
Aquí se describe el problema que plantea el paciente y lo que interpreta el psicólogo. En ocasiones el paciente no sabe muy bien cuál es el problema. En esta fase se recoge información acerca de antecedentes relevantes del problema y sobre la sintomatología descrita por el paciente a nivel cognitivo, fisiológico y motor (para más información véase Bruch y Meyer, 1996). No obstante, no sólo hay que centrarse en el problema, pues también es importante analizar la demanda del paciente y la resistencia al cambio (Feixas, Sánchez, Laso y Gómez-Jarabo, 2002).
Historia del problema
Se debe detallar el origen del problema, cuando se inició y en qué circunstancias, como evolucionó y cuando y porqué comenzó a ser desadaptativo para el paciente. Para una mejor comprensión de la situación también es importante la historia de la persona, pues algunos acontecimientos vividos, tales como situaciones familiares (divorcio, adopciones, emigración, enfermedades, problemas anteriores y su tratamiento, abusos, etc.) pueden ayudar a comprender no sólo el problema sino a la persona. La historia del problema debe centrase más en la «situación problemática» que en el problema concreto.
Es importante una descripción amplia y global de toda la situación, ya que es poco frecuente que el problema sea muy específico.
Análisis y descripción de las conductas problema
Se definen de forma operativa las conductas problema y las variables relacionadas: otras conductas, variables biológicas, ambientales (físicas y sociales). Además, debe especificarse si se trata de eliminar o disminuir, implantar o incrementar una o más conductas (Buela-Casal et al., 1997).
Establecimiento de las metas del tratamiento
Se trata de establecer metas clínicamente relevantes, que deben ser negociadas con el paciente, teniendo en cuenta que se considera un comportamiento adaptativo y con los propios planes, objetivos y proyectos vitales del paciente. Esto debe estar en función del ambiente en el que interactúa el paciente, pues un comportamiento puede ser más o menos adaptativo en función de cada sujeto y del ambiente en el que interactúa (para más información véase Godoy, 1996). Además del nivel de adaptación, deben tenerse en cuenta los beneficios directos e indirectos que de alguna manera mantienen dichas conductas y la necesidad de modificarlas.
Estudio de los objetivos terapéuticos
Aquí hay que describir cuales son las conductas objeto de intervención, diferenciándolas de las conductas meta (las que se pretenden cambiar, eliminar o implantar).
Para alcanzar las metas de tratamiento es necesario intervenir sobre las conductas objeto (Buela-Casal et al., 1997). Teniendo en cuenta que en la realidad no hay linealidad en la acción, se debería poder explicar las variables tanto a nivel de características como de repertorios o condiciones, de manera que el objetivo terapéutico, que en sí es difícil de establecer, pueda ser mejor especificado en función de criterios de logro en relación a lo que el paciente necesita, desea o puede. Esto plantea el principio de realidad, que por supuesto condiciona todo el método de aplicación e influye en el rigor metodológico.
Selección de los tratamientos más adecuados
Especificar qué tipo de tratamiento se considera más adecuado para el caso en concreto y en función de que se ha seleccionado:
- Estrategia de conducta clave. Se trata de intervenir sobre una conducta muy relacionada con la conducta problema, y ello hasta tal punto que modificando la conducta clave se modifica la conducta problema (Buela-Casal et al., 1997). Puede ser útil y preciso para cierto tipo de problemática o cierto tipo de intervención. Su aplicación dependerá de la situación problemática y de las condiciones individuales y particulares de cada caso.
- Selección del tratamiento más eficaz para cada trastorno. Esto se establece en función de estudios clínicos que siguen un protocolo estandarizado y riguroso de laboratorio que garantiza la validez interna.
- Selección del tratamiento más efectivo para cada trastorno. Este puede establecerse en función de juicio de expertos o bien por meta-análisis de publicaciones sobre tratamientos psicológicos. En estos se potencia la validez externa pues se estudia la efectividad de las técnicas en situaciones clínicas habituales y no de laboratorio. Para más información sobre los dos anteriores véase Bados, García y Fuste (2002), Beutler (1998), Echeburúa y Corral (2001), Fernández-Hermida y Pérez Alvarez (2001), Hamilton y Dobson (2001), Méndez (2001), y Pérez Alvarez y Fernández-Hermida
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