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Planificacion Centrada En La Persona

Ikkaika9 de Noviembre de 2013

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La planificación centrada en la persona (PCP): una vía para la construcción de proyectos personalizados con personas con discapacidad intelectual

1. Introducción: transformando las prácticas socioeducativas con las personas con discapacidad.

La Planificación Centrada en la Persona (PCP) constituye un sistema facilitador de la construcción de apoyos personalizados para ayudar a las personas con discapacidad intelectual a proyectar su estilo de vida deseado y a acercarse a él. Iniciada en el contexto de los Estados Unidos, en los años 80, por J. O’Brien, C.L. O’Brien, B. Mount, J.Pearpoint, M.Forest, M. Smull. (O’Brien y O’Brien, 2000), supone un cambio profundo de las prácticas habituales con las personas con discapacidad intelectual: implica una nueva manera de pensar en la que se evita negar los sueños de las personas, aludiendo a la inexistencia de servicios, para aprender a decir: “Esto es un objetivo positivo y razonable para esta persona. Deberemos buscar la manera de trabajar conjuntamente para hacerlo posible”.

Aunque la PCP se está extendiendo considerablemente en varios países (Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, Irlanda, etc.) su introducción fuera del ámbito anglosajón constituye una excepción en las prácticas socioeducativas que se realizan con personas con discapacidad intelectual. Aunque sin duda existen numerosos factores que inciden en esta situación (tanto culturales como profesionales, los relacionados con la organización de los servicios sociales y los referidos a la formación, entre otros), uno de los obstáculos para su aplicación es el desconocimiento de las posibilidades de este modelo. El hecho de que la gran mayoría de la documentación a la que podemos acceder sobre esta temática se refiere a experiencias contextualizadas en países anglosajones no contribuye precisamente al conocimiento necesario para facilitar su implementación en otros ámbitos territoriales.

El objetivo de este artículo es contribuir a facilitar un más amplio conocimiento de las posibilidades de la Planificación Centrada en la Persona como vía para la construcción de proyectos personalizados con personas con discapacidad intelectual, planteando los elementos que confluyen en su configuración y subrayando sus aportaciones respecto a las prácticas socioeducativas habituales con las personas con discapacidad intelectual. También se va a incidir en los principales retos que plantea su implementación en el marco de los servicios, especialmente en relación a la transformación de la cultura organizativa y profesional.

Re vi sta Iberoameri cana de Educ ac ión / R evis ta I bero- ameri can a de E ducação

ISSN: 1681-5653

n. º 5 6/ 3 – 1 5/ 1 0 /11

Organización de Estados Iberoameri ca nos pa ra la Ed uc ac ión, la Ci encia y la Cultura (OEI-C AEU)

Organização dos Estados Iberoa-americanos para a Ed ucação, a Ci ência e a Cult ur a (OEI-CAEU)

2. La Planificación Centrada en la Persona: hacia un modelo de apoyos centrado en la persona.

La confluencia de diversos elementos constituye el contexto adecuado para que se fragüen los procesos de apoyo personalizados que se conocen con el nombre genérico de “planificación centrada en la persona”. Junto al progresivo desarrollo del reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad intelectual en la sociedad, la asunción paulatina de los principios de normalización y la valorización del rol social contribuye al análisis de las prácticas socioeducativas y a plantear orientaciones para su transformación. Así, durante los años 70 y principos de los 80 se desarrolló un sistema de análisis de los servicios para ver si daban apoyo a los principios de normalización: PASS (Program Analysis of Service Systems) y su sucesor PASSING (Program Analysis of Service Implementation of Normalisation Goals) tenían como objetivo ayudar a las personas a observar los problemas en los intentos de dar apoyo individualizado a las personas en los servicios (Kilbane y McLean, 2008). Constituyeron unos instrumentos que permitieron realizar una revisión crítica acerca de las prácticas en los servicios, facilitando el descubrimiento de una amplia brecha o desconexión entre los objetivos establecidos en los servicios y aquellos que las personas con discapacidad intelectual experimentaban en la práctica. Estos instrumentos ayudaron a tomar conciencia de que era necesario un cambio total en el sistema utilizado para apoyar a las personas y en el control que las personas tenían sobre sus vidas (Pearce, 2006).

En este contexto se producen algunas experiencias que contribuyen decisivamente a proporcionar orientaciones para el cambio de las prácticas socioeducativas; así, John O’Brien aplicó los principios de normalización y la valoralización del rol social al diseño de servicios, intentando ofrecer un marco para adquirir estilos de vida valorados. Este marco está constituido por lo que él denomina: “cinco logros esenciales”: presencia en la comunidad; elección (experimentar la posibilidad de escoger o elegir tanto en pequeños aspectos de la vida diaria como en proyectos de vida, incluyendo donde vivir y con quien); competencia (la experiencia de adquirir nuevas habilidades y participar en actividades significativas con el apoyo necesario); respeto (la experiencia de no ser tratado como un ciudadano de segunda clase) y participación comunitaria (la experiencia de tomar parte en una red creciente de relaciones valoradas que incluye escoger amigos. La progresiva importancia de la comunidad como espacio donde desarrollarse gana un creciente protagonismo a partir de los 70, motivado, entre otros factores, por la evidencia de la existencia de abusos y malos tratos recibidos por los usuarios en algunos servicios de larga duración. Se reconoce claramente que en las instituciones de gran tamaño es difícil recibir atención individualizada, así como mantener la privacidad; además, la elección es limitada o no existe, y la ausencia de poder por parte de las personas con discapacidad es la tónica dominante (Pearce, 2006). El desarrollo progresivo del modelo social, en contraposición al modelo médico dominante, se centra en las posibilidades de las personas, dejando sentir su influencia tanto en las ideas como en la práctica, pasando de identificar la discapacidad con una enfermedad a pensar críticamente acerca de la manera como se construye la discapacidad en el mundo social (Kilbane y McLean, 2008). Así, la inclusión social se erige como modelo básico enfatizando los derechos de las personas de participar en las comunidades y de disponer de oportunidades en espacios no segregados. (Bradley, 2004; Kilbane y McLean, 2008; Pearce, 2006).

Todo ello lleva a plantear la necesidad de buscar soluciones creativas a las demandas generadas por los proyectos de las personas, en vez de “encajonarlas” en alguno de los servicios que ofrece la organización; remite a explorar abiertamente la comunidad, a construir apoyos partiendo de la red natural y

en la propia comunidad y constituye por lo tanto, un revulsivo al funcionamiento habitual de las organizaciones. Siguiendo a Bradley (2004: 22), los ejes básicos de la planificación centrada en la persona son los siguientes:

• La persona es el centro del proceso: sus derechos, sus sueños y deseos constituyen el foco a partir del cual se construyen los apoyos. Escuchar a la persona es necesario, y constituye la base para un proceso en el que el profesional pierde su rol de experto para pasar a aprender de la persona. Implica por lo tanto la voluntad y responsabilidad de compartir el poder que habitualmente ostentan los profesionales.

• Los miembros de la familia y amigos se convierten en plenos participantes. La interdependencia es importante: compartir el poder implica no sólo a la persona con discapacidad, sino también a miembros de la familia, amigos y otras personas significativas para la persona.

• La planificación centrada en la persona se centra en las capacidades de la persona, las cosas que son importantes para ella y en el apoyo que necesitan. Ello implica repensar y reformar el rol de los profesionales y reconocer que ellos dejarán de ser los “expertos”, convirtiéndose en participantes en el proceso de resolución de problemas.

• Hay una responsabilidad compartida en la actuación que reconoce los derechos de las personas. PCP versa sobre acciones compartidas que llevan a cambios para la persona y trata sobre la inclusión en las propias comunidades donde viven. Implica un proceso de cambio continuo que necesita construir sistemas creativos para ayudar a las personas con discapacidad intelectual a realizar sus aspiraciones, ofreciendo los apoyos que necesitan para conseguir los estilos de vida que ellos desean.

• La planificación centrada en la persona se basa en una escucha continua, aprendizaje y acción continuada. A medida que la vida de las personas cambia, también lo hacen sus circunstancias y aspiraciones. Por ello, PCP consiste en un proceso continuo.

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