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Proyectos De Investigación Sobre Violencia Familiar

yomismo3 de Diciembre de 2011

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Folletos Daphne: asuntos y experiencias en la lucha contra la violencia ejercida

contra los niños, los adolescentes y las mujeres

Violencia familiar

Exención de responsabilidad

Este folleto fue escrito por la Dra. June Kane en colaboración con el equipo de dirección del Programa Daphne de la Comisión Europea.

Sus contenidos no reflejan necesariamente las políticas de la Unión Europea ni las posiciones de sus Estados miembros.

Lengua de publicación: Español

Disponible en otras lenguas comunitarias en:

http://ec.europa.eu/justice_home/funding/daphne3/funding_daphne3_en.htm

Comisión Europea

DG Justicia, Libertad y Seguridad

Programa Daphne

B-1049 Bruselas, Bélgica

Autor: June Kane

Primera publicación: Julio de 2008

Introducción

3

En la Comisión Europea siempre hemos creído firmemente que la UE necesita una estrategia global que

aborde todos los problemas que sufren los niños, y puede que esto sea más importante, si cabe, en lo

que respecta a la situación de los niños que sufren violencia en su entorno doméstico. Estos jóvenes

ciudadanos europeos se encuentran ocultos tras las puertas de sus domicilios familiares y, del mismo

modo, podrían permanecer ocultos también a los servicios que los Estados miembros europeos ofrecen a

sus habitantes más vulnerables. No podemos permitir que estén desprotegidos, y debemos intervenir

cuando se encuentren en peligro o sean víctimas de la violencia.

En este concepto de violencia se incluyen los castigos corporales, que con frecuencia se pasan por alto

con el pretexto de la “disciplina” o la “responsabilidad parental”. Durante mucho tiempo, Europa ha exigido

la prohibición de esta forma de violencia tolerada en el seno de la familia. Todos estamos de acuerdo en

que las mujeres deberían tener protección frente a los abusos físicos y sicológicos dentro del hogar: pues

bien, los niños no pueden ser menos.

Todas nuestras investigaciones demuestran que pegando a un niño no se consigue que aprenda. Existen

formas mucho mejores y más eficaces de enseñar a los niños a distinguir entre lo que está bien y lo que

está mal, y a respetar el papel de los adultos en la familia. Cuando las personas que tienen niños a su

cargo les pegan o abusan verbalmente de ellos, lo que estos aprenden es que este tipo de

comportamiento es aceptable cuando se es adulto, y que los más jóvenes, pequeños o débiles

simplemente tienen que aceptarlo.

Muchos niños aprenden esta triste y equivocada lección viendo cómo un familiar maltrata a otro ser

querido. Imagine cómo se sentiría si viese a su padre en una actitud violenta con su madre. Las dos

personas a las que uno debería querer, y en las que debería confiar de forma incondicional, fuera de su

alcance. Esta imagen de una familia donde hay violencia me obsesiona, y creo que debería

acompañarnos a todos. Podemos etiquetarla (violencia doméstica, abuso de menores, o como

queramos), pero en cualquier caso no debemos dejar que las palabras oculten una terrible realidad que

sigue presente en Europa: existe violencia, y de la peor clase, en relaciones que deberían basarse en el

amor.

Europa ya ha hecho avances considerables en la legislación contra la violencia familiar y en la

implantación de servicios de protección de las víctimas potenciales y de apoyo para las que ya han sufrido

esta experiencia. No obstante, para detener la violencia familiar no basta con una serie de leyes y

programas. Todos y cada uno de nosotros debemos determinar que sencillamente no transigiremos con

ninguna forma de violencia en el seno de la familia, independientemente de quién la inflija o de las

“razones” que alegue. Tenemos que defender y confiar en nuestra postura a este respecto: reconocer

estas situaciones, denunciarlas y nunca jamás apartar la vista y dejar que prosigan.

Jacques Barrot

Vicepresidente de la Comisión Europea

responsable de Justicia, Libertad y Seguridad

Preámbulo

4

La violencia que ejercen sobre las mujeres sus compañeros sentimentales no es un asunto privado sino un

problema de dominio público y político. Estas acciones constituyen una violación de los derechos humanos, y no

hay que olvidar que los países europeos están obligados a cumplir los acuerdos sobre derechos humanos

internacionales que han firmado, así como los instrumentos europeos que deberían regir sus acciones.

Naturalmente, en este camino existen obstáculos, pero hay que salvarlos.

Uno de los obstáculos es la larga tradición de determinadas formas de violencia contra las mujeres que se

consideran “normales”. Muchos europeos siguen pensando que lo que sucede dentro de las relaciones familiares

o casi familiares no es asunto de las personas ajenas a estas. Esto se da sobre todo en el caso de la violencia

familiar contra las mujeres, ya que con frecuencia las mujeres se siguen considerando ciudadanas de segunda

que deben subyugarse a los hombres. Este tipo de discriminación también se aplica a los niños que sufren actos

de violencia por parte de sus familiares: también en su caso, a menudo se considera que deben subordinarse, y,

por lo tanto, que son objetivos válidosde la violencia.

Durante muchos años, en Europa hemos trabajado para erradicar la violencia contra las mujeres, aunque puede

que tardemos varios decenios en ganar esta batalla. En consecuencia, necesitamos un compromiso a largo plazo

por parte de los organismos legisladores, los organismos encargados de la ejecución de las leyes, y los gobiernos

que determinan las prioridades y el presupuesto que se destina a educación, servicios sociales, cuerpos de

seguridad y servicios de protección.

Es de vital importancia que las mujeres y los niños que sufren violencia familiar puedan acceder fácilmente y de

manera gratuita a un alojamiento seguro, asesoramiento y apoyo legal. Incluso en los casos en los que la ley

permite alejar al maltratador del domicilio familiar, evitando que las víctimas se vean obligadas a abandonarlo, las

mujeres y los niños pueden necesitar refugio temporal mientras se lleva a cabo el proceso legal y atención por

parte de personas comprensivas que entiendan la situación por la que atraviesan.

Cuando inauguramos el primer refugio para mujeres en Austria, en 1978, no sospechábamos que,

aproximadamente 30 años después, la red de refugios (la mayoría dirigidos por organizaciones de mujeres) habría

aumentado hasta 30 casas, que acogen a cerca de 3.000 mujeres y niños al año, y que están financiadas casi al

100% con fondos públicos. En la actualidad, Austria cuenta con centros de asesoramiento para mujeres y centros

especializados para mujeres migrantes. Desde 1999, existe una línea de asistencia gratuita que funciona las

24 horas del día, financiada por el gobierno federal. Pero esto sigue sin ser suficiente. No existen bastantes plazas

para satisfacer la demanda y algunas mujeres viven alejadas de los refugios. Debemos seguir trabajando.

Durante los últimos años, el trabajo de las organizaciones en torno a los refugios de mujeres y los servicios de

asesoramiento ha mejorado gracias a la capacidad y posibilidad de unir redes compuestas por organizaciones

similares en toda Europa. La red WAVE ha avanzado mucho y el Programa Daphne ha sido de gran ayuda en

nuestros esfuerzos por mejorar los servicios y las medidas de prevención y respuesta frente a la violencia familiar.

Mientras persista este problema, nuestra fortaleza y determinación seguirán creciendo.

Rosa Logar

Domestic Abuse Intervention Centre, Viena, y red WAVE

El problema

5

La primera dificultad a la que se enfrentan las personas que intentan aprender, actuar o legislar en

materia de “violencia familiar” es saber en qué consiste y en qué se diferencia de la violencia doméstica,

conyugal o la ejercida por el compañero íntimo, o cualquiera de los otros términos o expresiones

empleados en el contexto de las relaciones íntimas o del hogar.

Durante mucho tiempo, el término “violencia doméstica” fue la etiqueta más utilizada para referirse a la

violencia ejercida dentro de los hogares. Los grupos de feministas empleaban el término para referirse

más concretamente a la violencia infligida a las mujeres por parte de sus compañeros sentimentales, con

independencia de su estado civil. Argumentaban (y las estadísticas lo confirman) que la mayor parte de

los casos de “violencia doméstica” se encuadran claramente en la categoría de “violencia de género”, es

decir, la violencia ejercida normalmente por hombres sobre mujeres/niñas por razón de su sexo.

Tal vez, como reacción a lo anterior, algunos grupos que trabajaban con víctimas de la violencia en el

hogar lesbianas/gays comenzaron a utilizar la expresión “violencia del compañero íntimo”, poniendo de

relieve que no sólo las mujeres heterosexuales sufren a manos de la persona que tendría que amarlas,

sino que esto también sucede en las relaciones entre personas del mismo sexo. También se han

registrado casos, aunque menos estudiados,

...

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