Psicologia Comunitaria
jcrv14861 de Octubre de 2014
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¿Qué hacen los profesionales de la psicología comunitaria?
Una de las primeras preocupaciones que se plantearon en el campo del trabajo psicológico
comunitario fue la de sistematizar la acción que llevaban a cabo los psicólogos que, ya sea con
conciencia de iniciar un nuevo campo de la psicología o ignorándolo, tenían muy claro que el
modo de hacer predominante en la profesión y la enseñanza en las aulas de la época (los setenta
en América latina; mediados de los sesenta en los Estados Unidos) no era el adecuado para la
nueva práctica que se estaba iniciando.
Esto se manifiesta con mayor o menor grado de explicitación en muchos de los primeros
manuales y artículos entonces publicados, en los cuales se buscaba definir el quehacer y cómo
hacerlo (Escovar, 1979; Montero, 1980, 1982; Serrano-García e Irizarry, 1979). Así, en 1982, ya
se evidenciaba que la nueva rama buscaba dar respuesta eficiente a los problemas de las
sociedades "cuyos efectos psicológicos sobre el individuo no sólo lo limitan y trastornan, sino
que además lo degradan, y, aún peor, pasan a ser generadores de elementos mantenedores de la
situación problemática" (Montero, 1984: 391). Es decir, como he repetido muchas veces, se
buscaba hacer una psicología socialmente sensible, que ante los problemas sociales no sólo los
estudiase redefiniéndolos en diagnósticos fraseados en términos científicos, describiendo
sistemáticamente la queja de las personas, sino que permitiese hacer, al mismo tiempo,
intervenciones que los transformasen durante el mismo proceso de estudiarlos. Y más aún, se
reconocía que para llevar a cabo tal cosa, era necesario trabajar junto con las personas afectadas
por la situación, involucradas en la situación, actores sociales de la situación. Esto suponía:
• Diagnosticar conjuntamente con las personas de la comunidad, en función de situaciones que
constituyen totalidades.
• Tener conciencia de esa totalidad.
• Establecer con los actores sociales situados en la demanda el problema o el deseo a cumplir, y
con los ubicados en la situación a estudiar y en la cual intervenir, una peculiar relación de
colaboración, cooperación e intercambio de saberes: psicológico y popular (este último,
proveniente de múltiples fuentes, incluidas las subculturas de los investigadores y de las
comunidades). Sobre este aspecto, ya en 1959 y luego en 1978, Fals Borda hablaba del
"intercambio entre conceptos y hechos, observaciones adecuadas, acción concreta o práctica
pertinente para determinar la validez de lo observado [y de la] reflexión según los resultados de la
práctica, y producción de preconceptos o planteamientos ad hoc a un nuevo nivel" (1978: 224).
• Por ende, tener una comprensión distinta de las personas con las cuales se trabaja, puesto que no
se las verá como sujetos pasivos o recipiendarios inertes de acciones y servicios psicológicos,
sino como actores sociales, constructores de su realidad.
• Definir el rol de los psicólogos comunitarios como el de un agente de cambio ligado a la
detección de potencialidades (recursos, capacidades), al fortalecimiento y la puesta en práctica de
las mismas y al cambio en los modos de interpretar, construir e influir sobre la realidad (Montero,
1982; Rivera-Medina, 1992; Serrano-García, López y Rivera- Medina, 1992).
- En este sentido se ha resaltado el carácter catalizador o facilitador o propulsor del cambio social
que deben tener los psicólogos comunitarios como agentes de cambio. Al cual debe sumársele su
carácter de educador (en
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