Psicopatología Infantil
aidacontla15 de Enero de 2015
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PSICOPATOLOGÍA INFANTIL
Un estudio pionero de Ingram, en 1972, propuso ya un espectro de afecciones que varían desde los trastornos específicos del lenguaje por un lado hasta el autismo por otro. A lo largo del siglo pasado, se puso énfasis en el estudio de las alteraciones que presentaban los niños en su desarrollo del lenguaje.
En un inicio, se centraron en aquellas que perturbaban la voz y el habla. En la siguiente fase, con el auge de la lingüística, el enfoque se centró en el estudio de estructuras semánticas, gramáticas y en la sintaxis. Al final del siglo, con el enfoque pragmático, se pretendió situar su desarrollo en el marco de la comunicación y de las interacciones sociales.
En relación con el código lingüístico, se puede diferenciar cinco niveles:
Fonológico: este nivel comprende los fonemas (rasgos distintivos articulatorios y acústicos) y la prosodia (hechos lingüísticos suprasegmentales).
Morfológico: ordenamiento lógico gramatical.
Sintáctico: organización secuencial de los enunciados y reglas que rigen la lengua.
Semántico: desarrollo de los significados, base relacional del lenguaje
Pragmático: efectos esperados y buscados de los enunciados sobre el interlocutor y medios específicos utilizados en la comunicación. Un enunciado dirigido a un interlocutor apunta a un objetivo general o particular que puede precisarse. Alcanzamos así la articulación funcional del lenguaje.
Se debe descartar primero las causas que no alteran la comunicación, como el retraso simple del lenguaje.
En este caso, el niño manifiesta una buena comprensión y una evolución del lenguaje similar a la de los niños normales, pero con una tardanza en la adquisición de éste. Puede ocurrir esto en los gemelos.
Otra causa es el bilingüismo en la familia. Es imprescindible descartar una hipoacusia, sobre todo en niños con factores de riesgo, infecciones respiratorias, otitis media de repetición.
En la edad preescolar, las alteraciones del desarrollo de las funciones ejecutivas superiores se presentan con frecuencia como un desarrollo inadecuado del lenguaje. En este grupo de niños, el diagnóstico diferencial debe hacerse con sordera, retraso mental, disfasia o trastorno específico del lenguaje (TEL) y autismo.
Disfasia
La disfasia se considera uno de los trastornos del desarrollo del lenguaje de causa no definida, aunque se considera de causa genética familiar y probable multifactorial. Se debe pensar en ella una vez que hayamos constatado que el niño tiene inteligencia normal, sin daño neurológico demostrable, que no presenta sordera y que no se le ha privado de estímulos. A veces, puede ser difícil diferenciarlo del retraso simple del lenguaje y la gravedad del cuadro parece ser el criterio más adecuado, ya que en la disfasia, aparte de adquirir el lenguaje tardíamente, éste es deficiente en su forma, fonética y estructural. Siempre se describirá en él un problema de comprensión. Su pronóstico es variable y pueden darse casos que se recuperan por completo y otros que lo hacen más adelante y que afectan de manera significativa al aprendizaje.
Autismo
El autismo se considera el prototipo de los trastornos de la comunicación en el niño. Se caracteriza por actitudes e intereses repetitivos y estereotipados, déficit en la interacción social y del uso del lenguaje. Se inicia antes de los 3 años. Desde muy temprano, los niños tienen falta de contacto visual como manera de comunicarse o demostrar emociones, no comparten la atención y tienen falta de imaginación en los juegos. Esto facilita su diagnóstico en torno a los 18 meses.
El motivo de consulta más frecuente del niño autista es el retraso del lenguaje. No obstante, una intervención temprana puede modificar el autismo de manera significativa. Así, se debe profundizar en la evaluación de la conducta social de un niño de 2 años que no ha iniciado lenguaje.
Los tipos de alteraciones del lenguaje en los preescolares autistas son los mismos que los subtipos descritos en el TEL, excepto que el trastorno puramente expresivo no se da en los autistas. Dentro de esta patología, podemos encontrar toda una gama de problemas del lenguaje, desde la ausencia completa de lenguaje hasta un lenguaje desenvuelto, aunque con ecolalia, variaciones en la prosodia, fonología y comprensión.
El lenguaje autista se clasifica en dos vertientes: una desenvuelta, con alteraciones de la prosodia y la comprensión, y otra no desenvuelta, por la cual se comportan como mudos o sordos o con alteración grave en la comprensión.
No siempre es fácil establecer los límites del autismo. Prácticamente, todo síntoma característico del autismo puede verse en pacientes que no por ello tienen autismo, tal es el caso de los otros trastornos generalizados del desarrollo, como el síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo de la niñez, que se van a identificar por su carácter regresivo y, en el caso del síndrome Rett, por sus marcadores genéticos y alteraciones electroencefalográficas. El síndrome de Rett se identifica de manera temprana por su clínica de características estereotipias de lavado de las manos, y el trastorno desintegrativo de la niñez, por su inicio tardío.
El síndrome de Asperger es un sinónimo de autismo de un tipo menos grave. Su lenguaje, aunque sofisticado, presenta déficit pragmático con dificultad para entender chistes, dobles sentidos y sutilezas del lenguaje.
En la edad preescolar, debe diferenciarse el autismo de bajo funcionamiento del retraso mental una vez se ha descartado la sordera y, si el autismo es de alto funcionamiento, se debe diferenciar de los niños con disfasia o TEL. Por su parte, en los niños mayores, los adolescentes y los adultos jóvenes permanece el retraso mental como diagnóstico diferencial con los autistas de bajo funcionamiento.
Afasia
La afasia es un trastorno del lenguaje adquirido a consecuencia de un daño cerebral que, por lo general, afecta a todas las modalidades, oral y escrita; cada una de las modalidades se puede ver afectada cualitativa y cuantitativamente en modo diferente de manera que conforma grupos sindrómicos, que coexistir con deficiencias en el procesamiento cognitivo. Por lo tanto, no se reduce a la expresión o comprensión hablada, sino también a la lectoescritura, la alexia y la agrafia. Las capacidades expresivas del lenguaje gestual pueden verse también afectadas así como cualquier otra que use el sujeto como, por ejemplo, el lenguaje de sordomudos o el morse . Pueden incluso presentarse estereotipias, cuando ésta es muy grave, con elementos silábicos que el paciente emite de manera repetida cuando quiere hablar. Es fácil diferenciarla de la disfasia o de los TEL. Así, cuando hablamos de afasia, hablamos de pérdida de una habilidad adquirida previamente, es decir, persona que tenía la habilidad de hablar con normalidad la pierde mientras que la disfasia es la falta de aprendizaje del lenguaje en un niño en ausencia de trastorno orgánico, cognitivo, psiquiátrico o ambiental. Sin embargo, puede dificultarse algo cuando se trata de niños muy pequeños de 18- 24 meses, que se confunden con trastornos relacionados con la maduración.
Por otro lado, el autismo también puede manifestarse con una regresión del lenguaje, tanto hablado como simbólico. No se encuentran, sin embargo, signos de lesión cerebral en los exámenes practicados a niños autistas o disfásicos.
En cambio, en un niño con una lesión cerebral aguda del hemisferio dominante por un trauma, un tumor, una infección (meningitis, meningoencefalitis) o una isquemia (discrasias sanguíneas), puede correlacionarse la pérdida de lenguaje con la lesión cerebral adquirida. Así, en los niños de mayor edad pueden identificarse los mismos tipos de afasia descritos en el adulto: motora o expresiva (Broca) o sensorial o receptiva (Wernicke), de acuerdo con la ubicación dónde se localice la lesión en el cerebro.
Puesto que se trata de un trastorno de la capacidad del cerebro para elaborar el lenguaje, debe tenerse en cuenta que, en la afasia, se ven afectadas todas las modalidades lingüísticas. Aunque la afasia se reconoce en el niño desde hace muchos años, se pensó que los niños solo presentaban afasia de Broca, que se podía recuperar fácilmente. Esto se vio de acuerdo con los estudios de Lenneberg, quien supuso que los dos hemisferios podían mediar en el lenguaje hasta la pubertad. Sin embargo, cambió con los estudios de Carter, quien describió que la afasia se presentaba en los niños del mismo modo que en los adultos, en especial con lesiones del hemisferio izquierdo. Ahora se sabe que esta afección es mucho más compleja y que los síndromes afásicos descritos en el adulto, así como en los niños, siguen el mismo patrón de recuperación.
Síndrome de Landau-Kleffner
El síndrome de Landau-Kleffner es otra de las manifestaciones de pérdida del lenguaje en niños de 3-9 años. Se relaciona con manifestaciones epileptogénicas en el electroencefalograma y es más frecuente en los niños que en las niñas. Se conoce además como afasia adquirida con trastorno convulsivo.
Sus variantes se han estudiado y se han descrito bien, así tenemos una, de inicio rápido y con un curso fluctuante en las alteraciones del lenguaje, que se recupera de forma rápida; otra, de empeoramiento progresivo tras una crisis epiléptica o episodios repetidos de afasia, de mal pronóstico, y una tercera, de agnosia auditiva verbal, con escasas crisis epilépticas, de instauración progresiva y de recuperación variable. En este tipo de trastorno de la comunicación, el estudio electroencefalográfico es de mucha
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