Sindrome Patológico De La Relación Cuidador-cuidao
kiathna5 de Marzo de 2014
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CAPITULO IV.
“Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito
previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás;
sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para
relacionarse con otros”. (Ética y Psicoanálisis. Erich Fromm).
En este capítulo se desarrollará brevemente la problemática que afecta al cuidador profesional cuando se ve sometido a situaciones frustrantes y estresantes, repetitivas y duraderas; situaciones clínicas como la patología de la relación cuidador-cuidado, poniendo el énfasis en el cuidado y el Estrés crónico. También comentaremos la presencia y efectos de la crisis psicológica en el cuidador profesional y en los cuidados que presta.
Síndrome patológico de la relación cuidador-cuidado
Ocurre o se presenta ante la frustración de ideales, crónica y repetida; frustración que simboliza o representa un obstáculo a una demanda afectiva o emocional y cuando esa demanda en el cuidador se constituye en la única o principal satisfacción o gratificación que el sujeto pretende obtener y que se acompaña de una vivencia dolorosa de “frustración interna”. Un cuidador que por el conjunto de factores biográficos que integran su personalidad y los que lo orientaron hacia esa actividad; más los aspectos idealizados y fantaseados, interiorizados durante su aprendizaje y formación, ayudaron a crear un profesional omnipotente y ambicioso. Que además, ha convertido ese objetivo idealizado en su principal o único objetivo.
Se podría denominar a este profesional, por su adicción al narcisismo como una “personalidad narcisista-adictiva”. Por otro lado el “cuidado”; un paciente o individuo atendido, cuidado o auxiliado que por las características de su afección y su evolución, indudablemente frustrará esos ideales exagerados, fantaseados y omnipotentes del cuidador. A ello puede contribuir la estructura social, cuando restringe los medios necesarios para esa eventual labor auxiliadora, reparadora o curativa que gratificaría al cuidador. Pero, el elemento principal o más evidente en la acción lesiva vivida por el cuidador será siempre “la relación”, que actuará como un disparador.
Desde el punto de vista psicológico, éste síndrome patológico de la relación cuidador-cuidado es una investigación de la frustración de tipo narcisista, pero con características individuales que modulan esa patología psíquica. Lo que la realidad parece escapar al profesional no es cualquier tipo de satisfacción sino muy claramente esa única (narcisista) que busca. Esta frustración focalizada no proviene sólo del mundo exterior sino también de su mundo interior, de aspiraciones del Yo Ideal narcisista (construcción de un ideal no realista como expectativa, haciéndolo además, de espaldas a la realidad o negándola) cuando su narcisismo se frustra. Este “cuidador” “cree” que lo que padece es por culpa de la enfermedad o “con este enfermo”, con los colegas y jefes, con los reglamentos y disposiciones.
En la realidad lo que padece tiene que ver sobre todo con él mismo, lo externo actúa como el factor desencadenante. Siguiendo con la frustración narcisista, ésta requiere omnipotencia y un grado de tolerancia a la frustración que es variable y relacionado con el desarrollo de la personalidad y con la aparición de una regresión conflictiva en el propio cuidador. Como en una especie de balanza, cuanto mayor sea el narcisismo, el amor propio, las causas efectivas de la frustración narcisista pueden ser pequeñas, hasta parecer no significativas para el observador. Así, una persona puede frustrarse por razones nimias y esa frustración suele ser mucho más
grave en sus efectos cuando se refiere a aspiraciones sublimadas, es decir no referidas a lo sexual, en el sentido psicoanalítico.
Para Freud la frustración narcisista es el resultado de una pulsión no satisfecha, de una identificación fracasada, pero además, quien la vive, está incapacitado para recibir gratificación. En la frustración narcisista, según Lacan la falta es imaginaria.
Es el campo de las exigencias sin límite. El individuo no puede reconocer estas circunstancias en sí mismo, pero recibe la evolución del paciente como una agresión narcisista. Para que exista la agresión narcisista se requiere narcisismo y también, trastornos o psicopatología del narcisismo.
Trastornos Patológicos
El síntoma más grave es la dificultad para la autocrítica. La ausencia o distorsión de la percepción de enfermedad o de riesgo que el sujeto tiene. La creencia de tener ¡un perfecto control de mis emociones! (piensa él) es una de las situaciones narcisistas mayores y más peligrosas para la salud del ser humano. Esto conlleva además, grandes dificultades para pedir y recibir un tratamiento. Se pueden considerar la presencia de la sintomatología psíquica y conductual en 3 áreas: El agotamiento emocional, la desinvestidura de las relaciones y la falta del sentimiento de realización personal.
Parece que se ha levantado un muro que bloquea en ambos sentidos la comunicación afectiva. La aferentación afectiva, en la realidad, se cumple, pero es recibida por neuro-receptores diferentes que en lugar de provocar placer, inducen a
frustración y disgusto. Se le ha llamado a este fenómeno, “disonancia emocional”.
Se la denomina “agotamiento” sólo para explicitar el cuadro, el cual siempre tiene un depositario determinado. Suele aparecer la frase: “¡Este paciente me agota!”.
La persona trabaja con tensión, está disconforme en múltiples aspectos. Pareciera que “busca lo que no está bien, pero no hace nada para mejorarlo”. Su irritación se traslada a su hogar y siempre es un individuo desgraciado.
Pierde fácilmente su humor y tolerancia y esto “se contagia” y se incrementa con el contacto con el resto del personal o con colegas y pacientes. Es “el conflictivo” en nuestra forma de hablar coloquial y suele ser temido en su medio.
Provoca conflictos interpersonales que le llevan al aislamiento y su frecuente agresividad dificulta el acceso terapéutico. Tiene pobre rendimiento y por eso suele ser cambiado de un lugar a otro. La sintomatología depresiva agregada es frecuente y su diagnóstico diferencial es importante y difícil. No es extraño que la persona afectada adopte conductas sádicas para con algún paciente, desoyendo peticiones de ayuda o de analgesia. Dado el pobre rendimiento habitual, no es extraño que, por ejemplo en enfermería, sea derivado a horarios nocturnos. Siniestra paradoja porque queda liberado de todo control y se cita el caso de haber recibido elogios porque nunca molesta al médico de guardia con demandas.
Es más frecuente en la edad media de la vida y con pocos recursos de afrontamiento, y donde los ideales fantaseados de su profesión pueden estar aún presentes. El sujeto presenta también trastornos psicosomáticos tales como: cefaleas, malestar en la vista, apetito desaforado y alteraciones menstruales, trastornos del aparato osteoarticular, modificaciones inmunológicas con disminución de linfocitos T, aumento del cortisol plasmático, frecuentes problemas de sueño, fatiga,y palpitaciones. Puede sufrir también de adicciones a psicofármacos, cigarrillos, alcohol, y en enfermería y en los médicos, la drogadicción es favorecida por su fácil acceso a la sustancia adictiva.
Algunas otras patologías relacionadas como consecuencia de estados de desgaste profesional son (Carrillo y Collado, 2003):
• Consecuencias somáticas: Cefaleas, dolores musculoesqueléticos (lumbares), alteraciones cardiocirculatorias, problemas respiratorios (hiperventilación, asma), alteraciones del sueño, alteraciones gastrointestinales y de peso, alteraciones dermatológicas (acné) y alteraciones sexuales.
• Consecuencias emocionales: Apatía, depresión, desilusión, distanciamiento afectivo, intolerancia, irritabilidad, insatisfacción, frustración, desesperanza, pérdida de capacidad de disfrute, pesimismo y negativismo.
• Consecuencias conductuales. Abuso de alcohol y drogas, absentismo laboral, agresividad y conductas violentas, dificultad de concentración y de toma de decisiones, deseos de abandono del trabajo, reacciones de defensa, elusión de responsabilidades y toma de decisiones, problemas de adaptación, exaltación de hobbies poco compensatorios.
• Consecuencias sociales: situaciones de conflicto en las relaciones con compañeros de trabajo, con directivos, con familiares, con usuarios o clientes y aislamiento social.
De la Gándara (2003) añade las consecuencias laborales: Insatisfacción y deterioro del ambiente laboral, disminución de la calidad de trabajo, absentismo laboral, reconversión profesional, abandono de la profesión.
Su tratamiento es complejo y difícil cuando el centro asistencial al que pertenece el afectado ignora, no posee, y a veces hasta obstaculiza las actividades individuales y grupales de orientación psicoterapéutica. La desorientación diagnóstica hace de la persona un incomprendido, un perseguido y un desgraciado. Se hace daño a sí mismo, a los pacientes y a la estructura asistencial. La poca o nula preparación o comprensión, y los prejuicios en la elección de profesionales psicoterapeutas que puedan orientar, ayudar o proponer tratamientos posibles, es otro factor que dificulta el tratamiento. No obstante, pienso que es válido el concepto de que toda elección u orientación psicológica define al que elige, más que al elegido.
Creerse invulnerables a
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