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Sistemas Psicologicos


Enviado por   •  25 de Octubre de 2013  •  3.708 Palabras (15 Páginas)  •  385 Visitas

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EL ESTUDIO DE LA HISTORIA

La información que recoge la prensa diaria es la historia vista a través de una estrecha rendija; igual ocurre con los noticiarios del la televisión. También los manuales de psicología son historia especializada, aunque en este caso la rendija se ensancha hasta abarcar unos cuarenta años. Si bien hasta hace un tiempo solía ser necesario demostrar que las personas dedicadas al estudio de la psicología debían ampliar su perspectiva temporal, esto tal vez ya no sea así. Todavía a veces pensamos en los Estados Unidos como en una nación joven y temeraria, demasiado ocupada con el presente como para interesarse mucho en el pasado, pero este punto de vista es más difícil de aceptar hoy, cuando hemos celebrado nuestro bicentenario. El libro Roots [Raíces) de Alex Haley (1976) ha suscitado la necesidad de un sentido del tiempo y el espacio en la conciencia de negros y blancos, y las genealogías se están vendiendo como pan caliente. Estamos entrando en una era en la que ya no se precisa de excusas para ocuparse de la historia.

Durante más tiempo del que podemos recordar, los psicólogos han citado con cierto afecto el comentario de Ebbinghaus según el cual “la psicología tiene un largo pasado pero una historia breve”. Esta afirmación está perdiendo vigencia, por cuanto la psicología celebró su centenario oficial en 1979. Si bien un siglo no es suficiente como para hablar de una historia larga, es demasiado tiempo como para servir de excusa a la falta de progreso. Creemos, afortunadamente, que los lectores de este libro comprobarán que hemos hecho progresos:

A la psicología de Estados Unidos le han faltado más historiadores profesionales que historia propiamente dicha, pero se advierten signos de que el estudio de esta materia se está convirtiendo en una disciplina activa. Uno de estos signos lo constituye el hecho de que The Journal of the History of the Behavioral Sciences inició su publicación en 1964 y sigue hoy proporcionando un adecuado medio de expresión a los artículos sobre nuestra historia. Otro signo es que la International Society for the History of the Behavioral and Social Sciences, creada en 1969, celebra reuniones en las que aumentan, año tras año, tanto la cantidad de asistentes como el entusiasmo.

Incluso quienes no son psicólogos están empezando a interesarse en el estudio de la historia de esta ciencia. Por ejemplo, Michael Sokal, un historiador especializado en historia de la psicología, ha escrito una obra sobre James McKeen Cattell, uno de los primeros grandes psicólogos de Estados Unidos, después de haber encontrado un verdadero tesoro en trabajos y documentos de valor histórico en el desván de éste (1971).

También otros científicos otorgan importancia al estudio de la historia de su disciplina: Beveridge, un físico, dice al respecto:

En los últimos años se está prestando cada vez más atención al estudio de la historia de la ciencia y todos los científicos deberían tener al menos cierto conocimiento de esta materia. Este conocimiento resulta un excelente medio para corregir los excesos de una especialización en continuo aumento y para ampliar la perspectiva y la comprensión que uno tenga de la ciencia. Hay libros que abordan este tema no como una simple crónica de hechos sino con una penetración que permite apreciar el desarrollo del conocimiento como un proceso evolutivo. Existe una vasta bibliografía que trata sobre la filosofía de la ciencia y la lógica del método científico. El que uno se dedique a este estudio o no, depende de las inclinaciones personales, si bien, en términos generales, servirá de poco para la investigación (1957, págs. 11-12).

En consecuencia, Beveridge ve como disciplinas distintas la historia de la ciencia (a la que considera útil) y la filosofía de la ciencia (a la que considera interesante, tal vez, pero no muy útil). Sin embargo, desde que Beveridge expresó su opinión sobre esta materia, se han producido muchos acontecimientos emocionantes e inesperados. Ahora parece difícil que se puedan estudiar estos dos temas por separado, y el estudio de la historia científica ha modificado la opinión de muchas personas con respecto a cómo avanza la ciencia. Muchos están empezando a creer que el estudio de esta rama de la historia tiene tanto valor para el filósofo como Beveridge pensó que tenía para el científico.

¿CÓMO SE DEBERÍA CONSIDERAR LA PRÁCTICA DE LA CIENCIA?

En 1962 Thomas Kuhn publicó un libro, The structure of scientific revolutions, que produjo entre los historiadores y los filósofos de la ciencia una conmoción similar a la que produce entre las avispas cuando alguien golpea el avispero con una vara. Kuhn afirmaba que lo que estaba haciendo era informar sobre cómo era la ciencia y señalaba que lo había descubierto estudiando su historia. ¿Cuál era este cuadro tan extraordinario, tan desconcertante y que había permanecido oculto durante tantos años delante de las narices de todo el mundo?

El concepto fundamental de Kuhn era el de paradigma. Con esta palabra quería significar muchísimas cosas; Margaret Masterman (1970) determinó que había empleado este término en ¡no menos de 21 maneras diferentes en su libro! Aunque Kuhn (1970) dio posteriormente una definición más restringida y precisa del paradigma, nos quedaremos con su primera conceptualización, puesto que es más completa, rica en contenido y adecuada a nuestro propósito de establecer un marco de referencia para el estudio de la historia de la psicología. Un paradigma, en el sentido inclusivo de Kuhn, abarcaba casi todo lo necesario para hacer ciencia, a través de la distancia completa que media entre un determinado conjunto de suposiciones metafísicas, “en la parte superior”, hasta los compromisos con el aparato y los procedimientos experimentales, “en la parte inferior”, pensado por las teorías particulares sobre la materia, que incluyen, de modo especial, determinados ejemplos de problemas resueltos (ejemplos paradigmáticos).

Un paradigma es, sin duda, un orden muy amplio. Pero Kuhn exigía todavía de los suyos; los logros del paradigma debían serlo bastante notables como captar el fiel apoyo de prácticamente todos los profesionales de la disciplina correspondiente. Para que así ocurriera, los problemas que el paradigma había resuelto tenían que ser ejemplos convincentes de su poder. Los procedimientos debían ser comunicados de manera clara y precisa. Las predicciones del paradigma tenían que ser evidentes e inequívocas.

Un paradigma así sería muy útil en verdad, pues indicaría al científico qué problemas merecen ser estudiados y cómo se los debería estudiar. Cada exponente del paradigma dispondría de una multitud de proyectos de investigación,

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