ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Taller Para Padres

angelavzla30 de Julio de 2013

5.557 Palabras (23 Páginas)416 Visitas

Página 1 de 23

Introducción

“Trabajo con Padres” comienza con una aseveración de la autora que es toda una definición: “El trabajo con los padres no es más un ideal, es un mandato”. Otra expresión que también nos debe hacer pensar es aquella en la que Ferrell dice: “La educación especial ha sido notable por su fracaso al no involucrar a los padres en el proceso educativo”.

La cuidadosa lectura de este capítulo generará, sin duda, una nueva actitud en los maestros especiales con respecto al rol que les toca jugar a los padres y a todos los miembros de la familia en el proceso formativo del hijo impedido. Por otra parte, hará comprender a los docentes que una posición omnipotente, de “saberlo todo” no es la más adecuada para lograr el acercamiento de los padres a la escuela ni para crear un sentido de responsabilidad y de anticipación.

Finalmente, la Guía para Profesionales que tratan con padres sugiere estrategias a seguir, estrategias que facilitan el acercamiento y clarifican los roles que a todos los involucrados les toca jugar.

Susana E. Crespo

Trabajo con Padres

FERRELL, K. A.

El trabajo con los padres no es más un ideal, es un mandato. Los maestros de niños ciegos y disminuidos visuales encontrarán su vida inexorablemente unida a la de los padres de sus alumnos a medida que trabajan buscando la mejor educación posible para todos los niños y jóvenes discapacitados visuales. Son los padres quienes pueden, hacer o destruir un programa; quienes pueden presionar a los directivos de la escuela para que se disponga de más materiales y mejores programas y quienes pueden sumar o restar el éxito o el fracaso de la carrera del docente. Los padres no son amigos ni enemigos; son colegas y como tales merecen el mismo respeto, entrenamiento, paciencia, comprensión, vacaciones y licencias que merece cualquier otro trabajador. La única diferencia radica en el hecho de que sus horas son más largas y la remuneración, si llega, es comúnmente intangible.

Sin embargo, con demasiada frecuencia, los educadores ven a los padres desde una distancia y "caen en el impulso de culparlos por todos los problemas familiares". Es frecuente que los maestros informen que los procedimientos correctivos tendientes a eliminar los balanceos o los dedos en los ojos no funcionan porque "los padres hacen todo por el niño",- informan también que los padres no refuerzan los hábitos de estudio o son negligentes en el cuidado de las ayudas ópticas. "Sus padres lo tratan como a un bebé". "Sus padres se niegan a mandarlo solo al negocio próximo". Pareciera que los padres estuvieran atrapados ya que o hacen mucho o hacen poco por sus hijos. Pareciera que sus acciones estuvieran bajo constante escrutinio por parte de los profesionales de quienes dependen para que los ayuden a ayudar a sus hijos.

Estas actitudes y juicios con respecto a los padres son inaceptables. Hasta mediados de los años setenta el compromiso de los padres con la educación de los hijos estuvo marcado por una actitud de "dejar hacer", tanto por parte de los padres como del personal de la escuela. Se esperaba que los padres, en el momento en que el niño ingresaba en la escuela, abandonaran su responsabilidad educativa.

La educación especial ha sido notable por su fracaso al no involucrar a los padres en el proceso educativo. "No se les, permitía que leyeran los informes, recibían pocas noticias sobre los progresos del hijo. Los informes eran comúnmente incomprensibles y llegaban después que el programa había sido modificado. Se les decía que si querían que la escuela ofreciera algún servicio al niño tenían que aceptar todas las recomendaciones que se les hacía. Pocas veces se invitaba a los padres a conferencias o evaluaciones y no se compartía con ellos los progresos o dificultades del niño".

Esta actitud, en alguna medida, todavía prevalece El padre de un niño ciego escribió recientemente:

"Un pomposo psicólogo y una maestra sobrecargada, me dijeron que sería difícil que mi hija lograra rendimiento en las materias académicas porque era una niña de conducta incorregible. Sin embargo, mi experiencia con mi hija me decía que los así llamados expertos estaban equivocados, que el potencial de mi hija no había sido descubierto y que su indocilidad se originaba en el aburrimiento. Lamentablemente cada vez que hacía un planteo se me golpeaba con veladas y a veces no tan veladas amenazas de que mi hija sería expulsada del programa o que éste tendría que cerrarse en detrimento de los otros niños".

Un maestro que se queja por falta de seguimiento en el hogar tiene la, obligación de ver si los padres saben cómo hacer el seguimiento, ya sea que esto signifique entrenar a los padres o encontrar alguien que lo haga. Esto crea gran tirantez en la relación maestro-padre, relación en la cual las demandas y las expectativas son muy grandes por ambas partes. Tanto padres como maestros deben comprender y respetar las perspectivas del otro.

FACTORES QUE INFLUYEN EN LAS ACTITUDES DE LOS PADRES

Todos los individuos, y los padres no son una excepción, imprimen sus propios valores y experiencias a las diferentes situaciones que viven. Además, como el sentido de la paternidad está tan profundamente involucrado en todos los aspectos de la personalidad, el nacimiento de un bebé discapacitado puede hacer tambalear el sistema básico de valores y también las creencias, afectando esto el control sobre la propia vida. Como responsable de la situación la persona dependerá de sus propias fuerzas y debilidades y de la ayuda que los otros miembros de la familia le ofrezcan, de los profesionales que se le acercan y de muchos otros factores externos.

ETAPA DE DUELO

Se dice con frecuencia que los padres pasan por ciertas etapas hasta llegar a aceptar la discapacidad del niño. El modelo al que se suele recurrir fue desarrollado originariamente para racionalizar las acciones de pacientes terminales. Aunque esta teoría se usa frecuentemente para describir las emociones de los padres y la posible situación de aceptación, hay poca evidencia empírica de que los padres de niños discapacitados pasan en realidad por esas etapas.

Por cierto que todo padre, en uno u otro momento, experimenta estos sentimientos, pero si los experimenta en esta secuencia o con esta intensidad es tema de discusión.

Además, mientras las etapas bien pueden aplicarse a personas que están muriendo- la premisa subyacente de los padres de que algún día aceptarán la situación, puede ser tema de conjeturas. En la mayoría de los casos los profesionales tratan de forzar a los padres a aceptar la ceguera del hijo cuando ni siquiera saben qué es aceptar.

Aplicado a padres de niños discapacitados el modelo frecuentemente incluye las siguientes etapas:

1. NEGACIÓN y AISLAMIENTO: Se manifiesta negando la existencia de la discapacidad o minimizando el significado de esta. Esta etapa puede proporcionar un escape momentáneo ya que se trata de enfrentar los sentimientos de culpa mientras se cumple con las obligaciones de atender al niño causante de los sentimientos encontrados. Muchos profesionales pretenden sacar rápidamente a la familia de esta etapa, pero como lo advierte Ware (81) esto puede ser “un gran error” pues esta etapa generalmente coincide con el período inicial y los esfuerzos deben dirigirse hacia el fortalecimiento de la confianza de los padres en sus propias capacidades. Ocasionalmente la etapa puede surgir en cualquier momento de la vida del niño, como cuando el padre elude las dificultades que tiene el hijo para la lectura diciendo “yo era igual a su edad. Superará el problema”.

2. ENOJO: En esta etapa el enojo puede dirigirse hacia los profesionales que no hicieron nada o que hicieron demasiado; hacia los genes familiares; al destino o simplemente hacia cualquier persona o casa. “Al principio pareciera que el enojo es tan intenso que llega a casi todos, porque es inspirado por sentimientos de dolor y de una pérdida que nadie sabe explicar ni cómo enfrentar” (Smith, 1986). El enojo en sí mismo no es malo; puede ayudar. Sin embargo, si no se permite que los exprese puede volverse contra el niño.

3. BÚSQUEDA: Se caracteriza esta etapa por la búsqueda de la curación o un sistema educativo distinto. Si bien es difícil diferenciar esta etapa de la práctica recomendable de buscar una segunda o tercera opinión, refleja sin duda la angustia de los padres por encontrar una respuesta a las preguntas que se hacen con respecto a la salud del hijo, la discapacidad o su potencial educativo.

4. DEPRESIÓN: La discapacidad comienza a hacer impacto en este período en la familia y pareciera que la depresión penetra en todos los aspectos de la relación familiar. Es en esta etapa cuando los padres suelen dimensionar sus expectativas con respecto a los límites potenciales del niño para su crecimiento y desarrollo. La depresión también suele expresarse como sentimiento de inferioridad. “No soy un buen padre. No puedo ayudar”. No hay esperanzas, o como pesimismo en vista al futuro. “Quizás es peor de lo que se me dice”. “¿Qué pasará si empeora?”, “¿Qué puedo espesar del futuro?”

5. ACEPTACIÓN: Los padres están en paz consigo mismo como personas y como padres y ven a su hijo como a un individuo que tiene sus propias fuerzas y debilidades. Lairy y Harrison-Covello (1973) sugieren que los padres que llegan a esta etapa son más proclives a tener otros hijos lo que puede significar que no ven a la ceguera como a una discapacidad abrumadora y pierden el temor de que los otros hijos nazcan padeciendo

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (34 Kb)
Leer 22 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com