Trabajo Grupal - Psicología analítica de C. G. Jung

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Universidad de la Cuenca del Plata

Facultad de psicología, educación y relaciones humanas

Licenciatura en Psicología

Cátedra: Desarrollos en Psicoanálisis

Profesora: María Eva Vizcaino

Tema: Trabajo Grupal - Psicología analítica de C. G. Jung

Aula 19

Comisión “B”

Alumnos:

Pintos, Paola M.

Rilquelme, Antonela

Villamayor, Fabio

Zalazar, Micaela

Fecha: 29/ 09/ 2015

La psicología individual de Alfred Adler

No fue una designación feliz la de la psicología individual que en 1912 adoptó Alfred Adler, ya que pretendía con esa designación deslindarse de los abordajes en los que la personalidad era descompuesta en elementos singulares (pulsiones o instancias), en otras palabras quiso separarse del psicoanálisis.

La psicología individual se centra en la unidad y totalidad de la persona y en la singularidad del individuo, destacaba la capacidad del organismo para crecer y desarrollarse, sobre todo en el afán de superar defectos.

El desarrollo de la personalidad para Freud ocurre por un conflicto de orden intrapsíquico, mientras que para Adler el conflicto lleva una connotación de carácter interrelacional ya que se desencadena entre los intereses del sujeto y la realidad.

Las nociones centrales de la psicología individual son el sentimiento de inferioridad al que se contrapone la necesidad de hacerse valer, el estilo de vida y el plan de vida. El objetivo por alcanzar es el sentimiento de comunidad.

Adler no compartía la opinión de Freud de que la causa del desarrollo de las neurosis eran conflictos sexuales o luchas entre las instancias psíquicas, según él los síntomas neuróticos se desarrollan a modo de defensa frente a reclamos del ambiente. Su punto de partida es el sentimiento de inferioridad; cuyo núcleo eran defectos orgánicos  innatos, reales. Pero luego tomó más consideraciones por aspectos sociopsicológicos.

El recién nacido, venido a un mundo de adultos más fuertes, grandes y más competentes, experimenta su desvalimiento a causa de su impotencia y pequeñez. En comparación con el adulto experimenta su debilidad y dependencia de quien lo cuida.

A ésta vivencia de inferioridad se contrapone la tendencia simultánea a compensar ese sentimiento en afán de hacerse valer. Se trata de afirmar la autoestima, de una aspiración hacia lo alto, que brota de alguna protesta contra el sentimiento de inferioridad. Eo es un proceso humano, universal, no patológico.

Pero el sentimiento de inferioridad puede ser reforzado por factores sociales o económicos. Por una parte, influyen en esto la situación material y su status familiar. Por otra parte parte le atribuye un papel importante a la posición dentro de la serie de hermanos. A esto le suma como elemento diferenciador el papel de los sexos.

ESTILO DE VIDA, LÍNEAS RECTORAS Y PLAN DE VIDA

Desde las constelaciones de la primera infancia (complexión corporal, situación económica o social, posición dentro de las familias y el estilo pedagógico de los padres) se pueden desarrollar pautas y representaciones básicas para situarse frente al mundo y superar el sentimiento de inferioridad según las posibilidades dadas. Hacia el cuarto o quinto año ya se ha establecido esta forma de abordaje  de las demandas del ambiente y del sentimiento de inferioridad, a esto llamó estilo de vida.

El estilo de vida permite al individuo alcanzar su meta, o sea, la imagen rectora para el dominio de las exigencias del ambiente, y sentirse dueño de sí. La conducta de los individuos y su específica manera de elaborar selectivamente las percepciones según sus conveniencias, están al servicio de su necesidad de afirmación. Son las líneas rectoras de su conducta las que se expresan en el estilo de vida.

Las líneas rectoras representan otros tantos principios de acción para el ampliamiento de un plan de vida, por el cual el individuo orienta su existencia. El plan de vida es un inconsciente en la mayoría de los casos, es decir, que no es fruto de una planificación consciente.

SENTIMIENTO DE COMUNIDAD Y VOLUNTAD DE PODERÍO

La  investigación del estilo de vida presupone tomar noticias de los problemas vitales y las exigencias que estos plantean al individuo. Se verá que su solución requiere cierto grado de sentimiento de comunidad, una adhesión a la vida en conjunto, una capacidad de colaborar y convivir con el prójimo.

Por eso, en este contexto Adler, considera que el sentimiento de inferioridad es enteramente positivo en medida en que suscita el afán de superación; este afán de hacerse valer y aspiración de poder constituye la compensación del sentimiento de inferioridad, promoviendo el desarrollo evolutivo y a la humanidad en su conjunto, en medida que se pone al servicio de la comunidad.

La madre es el primer “tú” con quien el niño construye su vínculo social, este vínculo tiene que ser tal que el niño pueda experimentar ejemplarmente al otro confiable y despierte su interés hacia los demás.

Existen también otros niños insuficientemente preparados y en los que por lo tanto el sentimiento e comunidad no se desarrolla o lo hace escasamente. Ellos son:

• Niños malqueridos, descuidados y sobreexigidos.
• Niños con gran disminución de órgano.
• Los malcriados o mimados

En estos casos de desarrollo fallido se vivencia un sentimiento de inferioridad reforzado que no admite la compensación usual. Se genera en cambio un complejo de inferioridad que se intenta disimular por sobrecompensación, con un complejo de superioridad, este último aspira siempre a brillar por sobre la comunidad.

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