Trastorno De Personalidad
dimar0057 de Junio de 2012
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F60.2 Trastorno antisocial de la personalidad [301.7]
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno antisocial de la personalidad es un patrón general de
desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de
la adolescencia y continúa en la edad adulta.
Este patrón también ha sido denominado psicopatía, sociopatía o trastorno disocial de la personalidad.
Puesto que el engaño y la manipulación son características centrales del trastorno antisocial
de la personalidad, puede ser especialmente útil integrar la información obtenida en la evaluación
clínica sistemática con la información recogida de fuentes colaterales.
Para que se pueda establecer este diagnóstico el sujeto debe tener al menos 18 años (Criterio B)
y tener historia de algunos síntomas de un trastorno disocial antes de los 15 años (Criterio C). El
trastorno disocial implica un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan
los derechos básicos de los demás o las principales reglas o normas sociales apropiadas para
la
edad. Los comportamientos característicos específicos del trastorno disocial forman parte de una
de
estas cuatro categorías: agresión a la gente o los animales, destrucción de la propiedad, fraudes
o
hurtos, o violación grave de las normas. Están descritas con más detalle en la página 90.
El patrón de comportamiento antisocial persiste hasta la edad adulta. Los sujetos con un trastorno
antisocial de la personalidad no logran adaptarse a las normas sociales en lo que respecta
al comportamiento legal (Criterio A1). Pueden perpetrar repetidamente actos que son motivo de
detención (que puede o no producirse) como la destrucción de una propiedad, hostigar o robar a
otros, o dedicarse a actividades ilegales. Las personas con este trastorno desprecian los deseos,
derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente, engañan y manipulan con tal de conseguir
provecho o placer personales (p. ej., para obtener dinero, sexo o poder) (Criterio A2). Pueden
mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros o simular una enfermedad. Se puede
poner
de manifiesto un patrón de impulsividad mediante la incapacidad para planificar el futuro
(Criterio
A3). Las decisiones se toman sin pensar, sin prevenir nada y sin tener en cuenta las consecuencias
para uno mismo o para los demás, lo que puede ocasionar cambios repentinos de trabajo,
de lugar de residencia o de amistades. Los sujetos con un trastorno antisocial de la personalidad
tienden a ser irritables y agresivos y pueden tener peleas físicas repetidas o cometer actos
de agresión (incluidos los malos tratos al cónyuge o a los niños) (Criterio A4). Los actos
agresivos
necesarios para defenderse a uno mismo o a otra persona no se consideran indicadores
de
este ítem. Estos individuos también muestran una despreocupación imprudente por su seguridad
o la de los demás (Criterio A5). Esto puede demostrarse en su forma de conducir (repetidos
excesos
de velocidad, conducir estando intoxicado, accidentes múltiples). Pueden involucrarse en
comportamientos
sexuales o consumo de sustancias que tengan un alto riesgo de producir consecuencias
perjudiciales. Pueden descuidar o abandonar el cuidado de un niño de forma que puede
poner
a ese niño en peligro. Los sujetos con trastorno antisocial de la personalidad también tienden a ser continua y extremadamente
irresponsables (Criterio A6). El comportamiento irresponsable en el trabajo puede indicarse
por períodos significativos de desempleo aun teniendo oportunidades de trabajar, o por el
abandono
de varios trabajos sin tener planes realistas para conseguir otro trabajo. También puede
haber
un patrón de absentismo no explicado por enfermedad del individuo o de un familiar. La
irresponsabilidad
económica viene indicada por actos como morosidad en las deudas y falta demantenimiento de los hijos o de otras personas que dependen de ellos de forma habitual. Los individuos
con trastorno antisocial de la personalidad tienen pocos remordimientos por las consecuencias
de sus actos (Criterio A7). Pueden ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por
haber
ofendido, maltratado o robado a alguien (p. ej., «la vida es dura», «el que es perdedor es
porque
lo merece» o «de todas formas le hubiese ocurrido»). Estas personas pueden culpar a las
víctimas
por ser tontos, débiles o por merecer su mala suerte, pueden minimizar las consecuencias
desagradables
de sus actos o, simplemente, mostrar una completa indiferencia. En general, no dan
ninguna
compensación ni resarcen a nadie por su comportamiento. Pueden pensar que todo el
mundo
se esfuerza por «servir al número uno» y que uno no debe detenerse ante nada para evitar
que
le intimiden.
El comportamiento antisocial no debe aparecer exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia
o de un episodio maníaco (Criterio D).
Síntomas y trastornos asociados
Los sujetos con trastorno antisocial de la personalidad frecuentemente carecen de empatía y
tienden a ser insensibles, cínicos y a menospreciar los sentimientos, derechos y penalidades de
los demás. Pueden tener un concepto de sí mismos engreído y arrogante (pensar que el trabajo
normal no está a su altura, o no tener una preocupación realista por sus problemas actuales o futuros)
y pueden ser excesivamente tercos, autosuficientes o fanfarrones. Pueden mostrar labia y
encanto
superficial y ser muy volubles y de verbo fácil (p. ej., utilizan términos técnicos o una
jerga
que puede impresionar a alguien que no esté familiarizado con el tema). La falta de empatía,
el engreimiento y el encanto superficial son características que normalmente han sido incluidas
en las concepciones tradicionales de la psicopatía y pueden ser especialmente distintivos del
trastorno
antisocial de la personalidad en el medio carcelario o forense, en el que los actos delictivos,
de delincuencia o agresivos probablemente son inespecíficos. Estos sujetos también pueden ser irresponsables y explotadores en sus relaciones sexuales. Pueden tener una historia de muchos
acompañantes sexuales y no haber tenido nunca una relación monógama duradera. Pueden
ser
irresponsables como padres, como lo demuestra la malnutrición de un hijo, una enfermedad
de
un hijo a consecuencia de una falta de higiene mínima, el que la alimentación o el amparo de
un
hijo dependa de vecinos o familiares, el no procurar que alguna persona cuide del niño pequeño
cuando el sujeto está fuera de casa o el derroche reiterado del dinero que se requiere para
las
necesidades domésticas. Estos individuos pueden ser expulsados del ejército, pueden no ser
autosuficientes,
empobrecerse e incluso llegar a vivir en la calle o pueden pasar muchos años en
prisión.
Los sujetos con trastorno antisocial de la personalidad tienen más probabilidades que la
población
general de morir prematuramente por causas violentas (p. ej., suicidio, accidentes y homicidios).
Estos individuos también pueden experimentar disforia, incluidas quejas de tensión, incapacidad
para tolerar el aburrimiento y estado de ánimo depresivo. Pueden presentar de forma asociada
trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, trastornos relacionados con sustancias, trastorno
de
somatización, juego patológico y otros trastornos del control de los impulsos. Los sujetos con
trastorno
antisocial de la personalidad también tienen frecuentemente rasgos de personalidad que
cumplen
los criterios para otros trastornos de la personalidad, en especial los trastornos límite, histriónico
y narcisista. Las probabilidades de desarrollar un trastorno antisocial de la personalidad
en
la vida adulta aumentan si el sujeto presenta un trastorno temprano disocial (antes de los
10
años) y un trastorno por déficit de atención con hiperactividad asociado. El maltrato o el abandono
en la infancia, el comportamiento inestable o variable de los padres o la inconsistencia en la
disciplina
por parte de los padres aumentan las probabilidades de que un trastorno disocial evolucione
hasta un trastorno antisocial de la personalidad. Síntomas dependientes de la cultura, la edad y el sexo
El trastorno antisocial de la personalidad se presenta asociado a un bajo status socioeconómico
y al medio urbano. Se ha llamado la atención acerca de que, a veces, el diagnóstico puede ser aplicado
erróneamente a sujetos de un medio en el que un comportamiento del tipo del antisocial forma
parte
de una estrategia protectora de supervivencia. Al evaluar los rasgos antisociales, al clínico le
será
útil tener en cuenta el contexto social y económico en el que ocurren estos comportamientos.
Por definición, la personalidad antisocial no se puede diagnosticar antes de los 18 años. El
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