Trastornos Del Caracter

Capitulo IX

Trastornos del carácter

Concepto y clasificación

A) Rasgos sublimados del carácter

Los rasgos de carácter asientan sobre ciertos atributos físicos, también igualmente diferenciadores, junto con los cuales dan lugar a la peculiaridad individual de cada uno. Determinan en gran medida la manera de actuar del sujeto, sus logros y realizaciones a lo largo de su existencia y la forma en que es visto y enjuiciado por los demás. La unión de todos ellos, da lugar al perfil de personalidad.

Los rasgos de personalidad no aparecen accidentalmente ni son congénitos, sino que se desarrollan progresivamente, como pautas más o menos fijas y estereotipadas de actitud y respuesta ante los estímulos externos e internos.

Cualquier forma de conducta y cualquier estilo de comportamiento son el resultado de la adecuación entre los impulsos y la realidad externa a través de la actividad del yo. Por tanto, el carácter en cuanto forma habitual de proceder como respuesta a la doble estimulación, interna y externa, es el resultado de las funciones de organización, integración y adaptación llevadas a cabo por el yo.

Puesto que el yo, para el cumplimiento de su misión y a fin de lograr la máxima integración intraorgánica y adaptación externa, debe oponerse a la libre y espontánea descarga de los impulsos instintivos, modificando el fin y la forma en algunas ocasiones y renunciando a determinadas tendencias, pudiendo obtener éxitos y fracasos en esta labor, no resulta difícil comprender que todos los rasgos del carácter pueden ser reducidos, en esencia, a tres tipos: A) Los rasgos de tipo sublimado, es decir, los que son el resultado de la labor organizada e integradora del yo. B) Los rasgos que son el resultado de un compromiso entre la pulsión instintiva primaria y su represión por una contrapulsión, motivo por el que se denominan rasgos defensivos o reactivos del carácter. C) Aquellos rasgos en los que parece que el yo ha fracasado, por lo menos en una medida considerable, en su labor mediatizadora, y que representan la expresión directa o casi directa, de los impulsos instintivos originales.

B) Reacción caracterológica

Los rasgos defensivos del carácter pueden ponerse de manifiesto a través del estudio del comportamiento del individuo, de su manera de adaptarse al mundo externo, de sus relaciones con los demás y de las pautas de reacción ante las más diversas situaciones.

Toda neurosis posee una estructura caracterológica particular sobre la que se superponen los síntomas clínicos.

Los síntomas clínicos de la neurosis son siempre consecuencia de un fallo de la represión, como resultado del cual sobreviene la amenaza de la irrupción del material psíquico reprimido en la conciencia, llegándose entonces a la solución de compromiso que representa la neurosis. En la formación y desarrollo de los rasgos defensivos del carácter, la represión ha obtenido mayor éxito, especialmente a través de las formaciones reactivas y las actitudes de evitación.

De acuerdo con las diferentes formas de reacción caracterológica, distinguiremos varios tipos de personalidad con una estructura patológica de carácter.

a) Personalidad histriónica

Se trata de individuos vanidosos, egocéntricos y portadores de una afectividad excitable, voluble y fácilmente estimulable, pero superficial. Destacan en ellos la constante búsqueda de atención, admiración y solicitud por parte de los demás para obtener lo cual recurren con mucha frecuencia a la mentira y a la seudología fantástica. Eróticamente, su comportamiento suele ser provocativo, especialmente cuando se trata de mujeres, y con frecuencia llevan una vida sexualmente promiscua, pero en realidad son sujetos frígidos y sin verdadera capacidad para dar ni recibir placer sexual. Tampoco llegan a establecer verdaderos y solidos vínculos de amistad o camaradería.

En conjunto, esta clase de personalidad es más frecuente en mujeres. Los rasgos caracterológicos que constituyen la personalidad histriónica son considerados, dentro del contexto de la cultura occidental, como pasivos-femeninos, lo cual hace que los hombres que los posean sean, dentro de esta cultura, juzgados como escasamente masculinos.

b) Personalidad compulsiva

El principio fundamental que rige todas sus acciones es la necesidad de orden, claridad y perfección, sin tolerancia para cualquier ambigüedad, incertidumbre o modificación.

En todos los trabajos que requieren constancia, atención ininterrumpida, detallismo, concentración y exquisito ajuste a una planificación previa, destacan favorablemente las aptitudes y cualidades de estos sujetos, siempre, sin embargo, que esta clase de trabajo se halle integrado dentro de un contexto social estable y seguro.

Cuando en sus actividades laborales y profesionales, dependen de órdenes, decisiones y opiniones de otras personas que ellos no pueden predecir no controlar, se muestran con frecuencia suspicaces, desconfiados y resentidos, llegando a veces estos sentimientos a adquirir proporciones persecutorias.

Siempre y cuando el cónyuge no pueda contrarrestar los rasgos caracterológicos de estos sujetos, el matrimonio resulta frio, distante y formalista.

c) Personalidad esquizoide

Un rasgo fundamental del esquizoide es su tendencia a evitar las relaciones interpersonales íntimas o prolongadas.

El eje central de su estilo personal consiste en el aislamiento, tanto en relación con los demás como en cuanto a mecanismo de defensa intrapsíquico. Este aislamiento impide el adecuado proceso de socialización y de establecimiento de vínculos interpersonales durante la evolución madurativa del sujeto.

Los niños con personalidad esquizoide son generalmente descritos como tímidos, dóciles y obedientes. La opinión favorable de los padres y maestros en relación con este tipo de comportamiento refuerza y estimula

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