Trastornos emocionales
666873Documentos de Investigación9 de Septiembre de 2021
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P S I C O L O G I A
E N S A Y O
PREPARATORIA EDUCEM ZACATECAS, ZAC.
I n t e g r a d o r a 2
MATRICULA. Z000004983
NOMBRE DEL ALUMNO: SALMA MIROSLAVA DEL RIO SAUCEDO.
NOMBRE DEL ASESOR: JUAN PEDRO NUÑEZ MACIAS.
GRUPO: 501
Trastornos emocionales
Introducción.
Los trastornos mentales y comportamentales en la infancia son trastornos frecuentes que constituyen los principales motivos de consulta en los centros de atención en salud y se caracterizan por ser tratables y de alta gravedad, considerándose un tema de importancia clínica y de atención temprana (Alda, Arango, Castro, Petitbo, Soutullo & San, 2009), Según la afectación de los trastornos en la niñez y la adolescencia, existe una clasificación que delimita los trastornos conductuales, como es el Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH); trastornos emocionales de la infancia y otros estados mentales como el retardo mental (OMS, 2001). La niñez y la adolescencia son etapas críticas del desarrollo en las cuales se evidencian factores que pueden favorecer o no la aparición de ciertos trastornos que afectan la salud mental; de aquí la importancia de su detección e intervención debido a que traen consigo consecuencias personales y sociales que repercuten en la edad adulta (Benjet, 2008). En términos epidemiológicos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001), la prevalencia de los trastornos mentales y/o del comportamiento en la población infantil se estima entre un 10 y un 20%; señalando que en países como Estados Unidos existe una crisis pública en términos de salud mental debido a que, por cada 10 niños, al menos 1 sufre una enfermedad mental a lo largo de su vida. En relación con la edad de inicio de los trastornos mentales, se calcula que aproximadamente el 50% de estos, inician antes de los 14 años de edad (OMS, 2005, citado por Torres de Galvis, Berbesí, Bareño, & Montoya, 2011-2012). En América Latina y el Caribe, la prevalencia puntual varía entre el 12.7% y el 15% en la población (Benjet, 2009).
Trastorno de ansiedad
Los trastornos de ansiedad son tan frecuentes en atención primaria que se calcula que uno de cada diez pacientes que se atienden diariamente lo presentan. De hecho, son más comunes que la diabetes. El diagnóstico de los trastornos de ansiedad presenta algunas dificultades puesto que el cuadro clínico muestra en primer plano una sintomatología somática, mientras las quejas psíquicas solo logran aflorar cuando el médico las pesquisa. Otras veces el trastorno esta subyacente en una enfermedad orgánica o psiquiátrica. Por otro lado, las personas que padecen sintomatología ansiosa, aun cuando les provoca sufrimiento y discapacidad están temerosas de hablarlo con el profesional de salud por que suele considerarle como producto de una debilidad de carácter.
Sin embargo, todo médico puede diagnosticar y tratar estos trastornos sin recurrir a técnicas sofisticadas; solo se requiere de una buena relación médico-paciente, escuchar con atención, preguntar diligentemente e indicar medidas educativas, farmacológicas y psicosociales sencillas. La ansiedad representa un papel importante en la clínica ya que puede influir en el resultado final de prácticamente todas las enfermedades médicas. Por ello es importante que todos los profesionales de la salud se familiaricen con el diagnóstico y tratamiento de la ansiedad.
El reconocer la ansiedad en los pacientes que asisten al consultorio aumenta la capacidad del médico para dar una atención total a su paciente. El conocimiento de los mecanismos subyacentes ofrece una base científica el tratamiento.
Sin embargo, los estudios epidemiológicos demuestran una cruel paradoja. Al mismo tiempo que avanzan nuestros conocimientos y mejora la eficacia de los medios de tratamiento, se constata que un alto porcentaje de las personas que padecen trastornos emocionales no son identificados y, por consiguiente, no reciben tratamiento adecuado ni se benefician de los avances de la investigación en este campo. En el estudio realizado por la O.M.S. sobre los problemas psicológicos de los médicos de atención primaria, realizado en centros de 14 países, se constató una prevalencia puntual del trastorno de ansiedad generalizada del 12 % de las primeras consultas. No obstante, a pesar de esta tremenda morbilidad, los trastornos de ansiedad son infradiagnosticados y no tratados adecuadamente. Cerca de la mitad de los pacientes del estudio internacional, afectos de un trastorno de ansiedad, no fueron identificados por los médicos de familia.
Depresión
La depresión es una enfermedad grave. Si tiene depresión, puede tener sentimientos de gran tristeza que duran mucho tiempo. Con frecuencia, estos sentimientos son lo suficientemente graves como para afectar a su vida cotidiana y pueden durar semanas o meses, en vez de unos días. La depresión es una enfermedad común. Aproximadamente el 15 por ciento de las personas tienen un episodio de depresión grave en algún momento de la vida. La mayoría de los 5.000 suicidios anuales del RU están relacionados con la depresión. La depresión es más frecuente en las mujeres que los hombres, pero esta estadística puede deberse a que es más probable que las mujeres se hagan atender para aliviar los síntomas. La enfermedad puede aparecer a cualquier edad, incluso en los niños. La depresión afecta a las personas de modos muy distintos y puede causar una gran variedad de síntomas físicos, psicológicos (mentales) y sociales.
Si está deprimido, puede estar irritable y pasar mucho tiempo llorando. Tomar decisiones puede ser difícil, y puede sentirse despreciable, culpable, abatido e indefenso. Si está deprimido, puede perder interés en las cosas que solía disfrutar. Querrá pasar más tiempo solo, y evitará ver a la familia y los amigos. También puede notar síntomas físicos, como cansancio y problemas para dormir. Si tiene depresión, puede perder el apetito, aunque algunas personas engordan porque comer les reconforta. También puede perder el deseo sexual. Algunas mujeres notan que le afecta al periodo. La depresión no es lo mismo que la pena. La pena es una reacción normal ante una pérdida. Si siente pena, los sentimientos de tristeza suelen aparecer por rachas. Normalmente, puede disfrutar de algunas cosas de la vida y tener esperanza de futuro. Sin embargo, si está deprimido, puede tener una sensación de tristeza constante y no tener ningún sentimiento de un futuro positivo.
Es poco frecuente que la depresión se deba a una causa solamente. Generalmente, varias causas se combinan para desencadenar la enfermedad. Por ejemplo, puede sentirse decaído después de una enfermedad y luego pasar por un suceso estresante en su vida, como la muerte de un ser querido, que le lleva a la depresión. Las investigaciones han demostrado que existe una relación entre la depresión y un desequilibrio de las sustancias químicas del cerebro, denominadas neurotransmisores. Si está deprimido, tendrá un nivel más bajo de determinados neurotransmisores, como la serotonina, que las personas sin depresión. Todavía no se sabe muy bien si el desequilibrio químico cerebral se debe a la depresión o si es la causa de ella. Determinados genes parecen aumentar la probabilidad de tener depresión, y estos genes se transmiten de padres a hijos. Por lo tanto, si tiene antecedentes familiares de depresión, será más probable que la padezca. Otras causas de la depresión son el abuso del alcohol y las drogas, y tomar determinados tipos de medicamentos con receta.
Para evitar la depresión, puede ser útil seguir un programa regular de ejercicio físico. El ejercicio libera una sustancia química en el cerebro, la serotonina, que estimula el ánimo. La salud mental puede fortalecerse mediante una terapia cognitivo-conductual (TCC) que enseña técnicas para resolver problemas de estrés y ansiedad. Aprender técnicas de relajación, como el yoga y la meditación, puede disminuir la ansiedad. Los estudios recientes han demostrado que la alimentación puede desempeñar una gran función en la depresión. No tome alimentos y bebidas como alcohol, cafeína, azúcar, chocolate, pasteles, galletas, queso y pan. Estos alimentos aumentan el nivel de azúcar repentinamente, pero no dura mucho. En poco tiempo el nivel de azúcar “caerá en picado” dejándole ansioso, irritable y deprimido. Se ha demostrado que una sustancia química que se encuentra en el pescado – ácido graso omega 3– estimula el ánimo. Se halla en el salmón, las sardinas y la caballa. Los vegetarianos pueden comer nueces y tofu. Los alimentos ricos en proteínas, como carne, pescado, judías y huevos también pueden estimular el ánimo.
Estrés
Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) se configura como una reacción emocional intensa ante un suceso experimentado como traumático. Una experiencia traumática, como un desastre natural, guerras, accidentes automovilísticos y actos de violencia, puede ser entendida como una discontinuidad súbita y extrema en la vida de una persona. Su sensación de control sobre sí mismo y sobre el medio ambiente físico, y la creencia de invulnerabilidad son amenazadas en forma dramática. Se alteran los procesos emocionales, cognitivos y volitivos, incorporando un fundamental quiebre en la experiencia que es difícil de integrar en la conciencia personal Las reacciones pueden ser transitorias o prologarse por largo tiempo. De este modo se plantea que la capacidad de un “estímulo” para producir este trastorno está en directa relación con la percepción de amenaza que se tenga de éste. Dicha percepción dependerá del acontecimiento y/o de las características de la persona. El hecho que más de la mitad de las personas expuestas a un trauma no desarrolle este trastorno a pesar de la experiencia de extremo peligro, pérdida y amenaza, enfatiza que otras variables son necesarias para explicar su inicio. El Trauma es una realidad permanentemente presente a lo largo de la historia de la humanidad. Y aunque las reacciones psicológicas frente a hechos traumáticos han sido observadas desde hace ya más de un siglo, han caído más de una vez en el olvido. Recién en las últimas dos décadas, sustentado en los movimientos pacifistas y en los movimientos contra la violencia doméstica y sexual, ha crecido el interés en el estudio de estos temas. En el año 1980, se establece el diagnóstico de Trastorno por Estrés Post Traumático (Post Traumatice Stress Disorder, PTSD) en el DSM-III. A partir de aquel momento ha ido creciendo exponencialmente el interés en este trastorno, materializado en cientos de publicaciones científicas, investigaciones, creación de asociaciones, desarrollo de nuevos abordajes terapéuticos, etc. Los sucesos traumáticos sobrepasan nuestra capacidad de asimilación. Las personas que los experimentan pueden tener reacciones de intenso miedo, horror o desesperanza.
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