Tu Hijo Tu Espejo
karlotac28 de Enero de 2014
11.282 Palabras (46 Páginas)454 Visitas
1. Las defensas
Para comprender todo este asunto de la "parte oculta" de la
relación padres-hijos necesitamos hablar primero de los
mecanismos de defensa. Éstos son medios que
utilizamos inconscientemente para afrontar las
situaciones difíciles, distorsionando, disfrazando o
rechazando la realidad y así reducimos la ansiedad.
Existen alrededor de trece mecanismos de defensa, sin
embargo, para los fines de este libro nos enfocaremos en
tres de ellos: la proyección, la negación y la formación
reactiva. De esta última hablaré en el capítulo 5.
Si bien todos, en ciertos momentos, utilizamos algún
mecanismo de defensa, esto sucede en mínimo grado en
las personas psicológicamente sanas y maduras, ya que
tienen un muy buen grado de autoconocimiento y manejo
de sus propios procesos. De tal manera que mientras más
sana es una persona, menos utiliza los mecanismos de
defensa y, cuando lo hace, casi siempre es consciente de
ello.
Debido a que en este libro revisaremos las diferentes
formas de proyección que los padres activamos con
nuestros hijos y cómo la negación nos impide
reconocerlos, a
15
continuación explicaré en qué consisten estos dos
mecanismos de defensa que son además muy
interesantes.
La proyección es el proceso de atribuir a otros lo que
pertenece a uno mismo, de tal forma que aquello que
percibimos en los demás es en realidad una proyección
de algo que nos pertenece; puede ser un sentimiento,
una carencia, una necesidad o un rasgo de nuestra
personalidad. Si bien la proyección es un mecanismo
que puede ser activado ante cualquier persona, en este
libro nos enfocaremos específicamente en la proyección
en las relaciones con nuestros hijos.
Pero, ¿es posible que exista una relación donde la
proyección no ocurra? La respuesta es no. Mientras
vivamos en un cuerpo físico en el planeta Tierra estaremos
proyectando. Sin embargo, este mecanismo de defensa
no está mal en sí mismo, ya que puede ser un eficaz
medio de autoconocimiento, pues los demás funcionan
como espejos de cuerpo entero que nos permite ver
nuestros rasgos funcionales y disfuncionales, lo cual sería
muy difícil identificar de otro modo. Por eso se dice que
las personas que nos caen mal son una maravillosa fuente
de información para detectar lo que no hemos
solucionado dentro de nosotros mismos.
Es importante mencionar que la proyección no sólo
aparece en un sentido negativo, es decir, no sólo
proyectamos en los otros nuestros conflictos de
personalidad, sino también nuestras áreas de luz, de
manera que todo eso que te gusta de otra persona es
también una proyección de los aspectos bellos y sanos
de ti mismo.
Las personas que critican constantemente, que en todo y
en todos encuentran un motivo de queja, que perciben
16
siempre el punto negro en el mantel blanco, tienen un gran
desprecio por sí mismos, una sombra2 tan grande que
constantemente la proyectan a su alrededor. Asimismo,
quienes ven belleza, bondad y luz en otros están
proyectando su propia belleza, bondad y luz.
Otro mecanismo de defensa del que es indispensable
hablar es el de la negación. Ésta se refiere a la no
aceptación de una realidad que puede ser externa, por
ejemplo algo que está sucediendo en la vida de las
personas, o interna, como una necesidad, un sentimiento,
un deseo o un rasgo de personalidad, los cuales resultan
amenazantes y difíciles de reconocer.
Lo primero que necesitas hacer, si quieres cambiar algo, es
salir de la negación, ya que es imposible manejar lo que
no aceptas ni reconoces. ¿Cómo buscas soluciones a un
problema si te aferras a la idea de que dicho problema no
existe?
Salir de la negación y reconocer que hay algo qug no
funciona, que necesita ser cambiado, e incluso reconocer
que a veces no puedes solo y que necesitas ayuda, es el
primer gran paso, sin el cual no son posibles la curación
y el cambio. Después de este paso, por cierto quizás el
más difícil, todo lo demás viene casi por añadidura.
Pero, ¿por qué es tan difícil reconocer nuestros
sentimientos mal llamados "negativos" (los sentimientos
no son negativos o positivos, simplemente son), como
la envidia, el resentimiento, la ira o el miedo? ¿Por qué
es tan difícil aceptar que tenemos un problema, que no
sa-
2 Sombra: término propuesto por Cari G. Jung para referirse a los
aspectos indeseables de la personalidad que están fuera de nuestra
conciencia.
17
bemos cómo resolverlo y que tal vez estemos
equivocándonos? Porque casi todos nosotros crecimos
dentro de sistemas familiares, escolares y sociales en los
que aprendimos que cometer un error es vergonzoso, así
como tener un problema y no saber cómo enfrentarlo o
necesitar ayuda; todo esto lo vemos como signo de
ignorancia, debilidad y por lo tanto preferimos ocultarlo
para no sentirnos tontos, débiles o ignorantes. Estos
sentimientos "negativos", que todos tenemos, son tan mal
vistos socialmente, que aprendemos a reprimirlos,
negarlos o distorsionarlos para ser aceptados por quienes
nos rodean.
Entonces, poco a poco nos convertimos en expertos en
negación y vamos por la vida, a veces durante años,
mintiéndonos a nosotros mismos, porque la negación es
eso, una gran mentira que apuntalamos y sostenemos a
costa de lo que sea para no enfrentar una realidad que
nos resulta sumamente amenazante.
Otras importantes razones para mantener la negación
son el miedo o la comodidad, ya que si reconoces que hay
un problema debes hacer algo al respecto. Aunque
parezca increíble, muchas personas continúan en
negación aún después de ver evidencias clarísimas del
problema. Por ejemplo, ven a su hijo consumir drogas o a
su cónyuge tener una relación extramarital, o bien que su
hija es víctima del abuso sexual de un familiar:
reconocer esto implica tomar decisiones muy drásticas;
un divorcio tal vez, una ruptura en las relaciones
familiares, una confrontación o, en pocas palabras, entrar
en un proceso difícil para el cual no siempre se está
preparado.
Recuerdo casos drásticos a propósito de la negación,
como el de una madre que, teniendo frente a ella a su hijo
18
visiblemente drogado y alcoholizado, repetía sin cesar:
"No está pasando nada, todo está bien". O aquel joven
adolescente que presentaba comportamientos
verdaderamente alarmantes, como robar en las casas de
los vecinos, hurtar motocicletas y artículos en las tiendas;
al ser confrontado con esto, su padre argumentaba: "Son
cosas propias de la adolescencia". Y la madre de una
niña de cinco años que era víctima de abuso sexual por
parte de su padrastro; aun cuando la niña había informado
sobre esto repetidas veces a su madre, ella le respondía:
"No puede ser, seguramente estás equivocada".
Así es la negación; no es que estas personas estuvieran
intencionalmente evadiendo la realidad, sino que en verdad
no son capaces de verla. Porque reconocerla implicaría
tocar cargas enormes de miedo, de culpa, de impotencia y
tener que tomar decisiones drásticas y difíciles al respecto.
En ocasiones lo que negamos no son realidades que
están sucediendo, sino sentimientos o necesidades que por
cualquier razón no podemos afrontar. Decimos entonces
cosas como: "Claro que no me molesta, no me duele, no
me importa, etcétera".
Otra razón por la cual nos aferramos tan fuertemente a la
negación es que creemos que no ver un problema o un
sentimiento significa que éste se va, desaparece.
Frecuentemente escucho a personas aconsejar a alguien
que está pasando por alguna situación difícil: "Ya no
pienses en eso, o no hables de eso". Pero las cosas no
funcionan así: voltear la cara, no querer reconocer un
sentimiento, un problema, una realidad, no significa que
se va, al contrario crecerá y echará raíces y se ramificará,
hasta que sea tan grande que resulte imposible no verlo.
Entonces, sólo
19
hasta entonces, la solución o el cambio se harán
inminentes, aunque tal vez serán más complicados y
difíciles. Existen problemas que empezaron como pequeñas
y débiles ramitas y de tanto negarlos, de tanto no querer
verlos, terminaron convirtiéndose en gigantescos árboles.
Así pues, para seguir sosteniéndonos en la negación,
hacemos cosas como justificar, evadir o descalificar la
fuente que nos está informando sobre esa realidad que
no queremos ver; esa fuente puede ser una persona
cercana, un libro, un conferencista, un terapeuta, un
médico, a los cuales
...