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TU HIJO, TU ESPEJO

Leslie Rumualdo Laurel13 de Diciembre de 2012

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INTRODUCCION:

El presente ensayo se divide en 12 capítulos los cuales hacen referencia al libro “Tu hijo, tu espejo” Cada capitulo, representa nuestras propias vivencias, experiencias, deseos, sueños, anhelos y proyecciones, que inculcamos a nuestros hijos, en la mayoría de las ocasiones, de manera inconsciente. Los 12 capítulos del libro son comparación personal con mi propia vida en las cual algunos capítulos manejan situaciones similares por las cuales he pasado en mi experiencia al ser madre. Este libro nos hace reflexionar y comprender que cada ser humano es diferente, que cometemos errores al tratar de educar a nuestros hijos de la manera aparentemente correcta para cada uno de nosotros o lo que consideramos debería ser, sea erróneo o no, por supuesto no somos perfectos.

JUSTIFICACIÓN:

La razón de esta lectura es enfocar de manera distinta la educación hacia tus hijos, en la mayoría de las familias estas situaciones suceden, quizá por naturaleza propia o por costumbre, pero es bueno pensar en la habilidad que hay en cada uno de nosotros y aunque seamos mayores podemos realizar aquellas actividades que en algún momento dejamos pendientes. Considerando que cada ser humano es libre de decidir las actividades que quiere realizar así como desarrollar sus habilidades y destrezas.

CAPITULO I “LAS DEFENSAS”

La historia con la que inicia el libro me parece impresionante, estoy convencida que algunos padres e hijos hemos sentido rechazo en algún momento por nuestros hijos o padres, pero lo guardamos secretamente por temor a parecer psicópatas o ser criticados por quienes rodean o sencillamente por no sentirnos mal. Hay otras emociones relacionadas con experiencias injustas, con frustraciones, con agresiones físicas, verbales y sexuales, con decepciones, con traumatismos sufridos en la infancia; las cuales jamás fueron tratadas, conflictos sin resolver, necesidades insatisfechas que pudiesen haber sido reforzadas por hermanos, familiares, compañeros y padres grotescos; algunos mal-intencionados, quienes destacan, por una excesiva crueldad y antipatía hacia los hijos. Estos hechos, constituyen un desequilibrio emocional permanente que se prolongan durante años, y a veces duran toda la vida. Frente a esta y muchas otras situaciones, los seres humanos utilizamos inconscientemente las defensas psicológicas para afrontar las situaciones difíciles, distorsionando, disfrazando o rechazando la realidad y así reducir la ansiedad, el miedo, la preocupación, la angustia, la culpabilidad y un sinfín de emociones. Existen 13 mecanismos de defensa pero el libro maneja 3: La proyección, la negación y la formación reactiva. Estos mecanismos o medios los utilizamos para afrontar situaciones difíciles. La proyección es el proceso de atribuir a otros lo que pertenece a uno mismo de tal forma que aquello que percibimos en los demás es en realidad una proyección. Este mecanismo de defensa no está mal en sí mismo, ya que puede ser un eficaz medio de autoconocimiento. Nos permite ver nuestros rasgos funcionales y disfuncionales. La negación: se refiere a la no aceptación de una realidad que puede se externa. Un rasgo de nuestra propia personalidad, los cuales resultan amenazantes y difíciles de reconocer. Salir de la negación y reconocer que hay algo que no funciona, que necesita ser cambiado, e incluso ayuda, es el primer gran paso, sin el cual no es posible la curación y el cambio. Pero ¿por qué es tan difícil reconocer nuestros sentimientos negativos? Es de suponer que hemos crecimos dentro de sistemas familiares, escolares y sociales en los que aprendimos que cometer errores es vergonzoso, como tener un problema y no saber cómo enfrentarlo, o necesitar ayuda para resolverlo. La proyección, es cuando atribuimos a otras personas, lo que nos pertenece a nosotros mismos, tanto lo positivo como lo negativo todos recurrimos a ella en numerosas ocasiones y nunca nos damos cuenta, sin percatarnos, siempre estamos proyectando en cada instante de nuestra vida. Sin embargo, cuando la proyección es llevada a extremos puede convertirse en un problema muy grave, si se acentúa, puede convertirse en una paranoia. El tercer mecanismo de defensa es: La formación reactiva, la cual es un mecanismo de defensa mediante el cual nos protegemos de la angustia a través de la manipulación de una percepción interna. Consiste en percibir erróneamente un sentimiento como su opuesto. El amor en agresión. Es como reaccionar a lo contrario. Evolutivamente tiene que ver con la etapa anal, Es reaccionar de acuerdo y hacia lo opuesto. Tiene que ver con mecanismos obsesivos por ejemplo la Sobre-compensación mediante el "sentimiento de superioridad" dado por un complejo de inferioridad, tacañería convertida en generosidad, Suciedad convertida también en orden o limpieza extrema, odio que se convierte en alabanzas, pasividad que oculta agresividad, amores tiránicos que se manifiestan como amor excesivamente tierno frente a los demás "besitos en público y golpes en casa, sadismo que se manifiesta con excesiva compasión.

Estos factores psicosociales, están presentes en algunas personas más que en otras, y se convierten en cargas verdaderamente aterradoras, delirantes y catastróficas. Para vivir pacíficamente con los impulsos instintivos propios, se necesita un esfuerzo particular de autoformación. Consiste esta básicamente en organizar actitudes, comportamientos y conductas que permitan a los impulsos instintivos expresarse de manera inofensiva para el sujeto y aceptable para la sociedad. La manera de solucionar el conflicto interno, entre deseos y conveniencias de satisfacerlos o no, es un desafió personal para cada uno. Es incumbencia de cada uno, escoger y decidir lo que puede ser y lo que no puede ser, lo que puede tener y lo que no puede tener, de ser responsable, de la organización y del control de lo que debe ser o no debe ser, de lo que debe poseer y no debe poseer.

CAPITULO 2 “TU HIJO, TU ESPEJO”

Este capitulo nos habla de dos clases de hijos, El hijo Oasis el que se autoforma, es responsable y la relación de comunicación se da fácilmente, y el hijo maestro, que es el que nos obliga a aprender, a crecer, a tomar cursos, ir a terapia, conferencias, nos ayuda a buscar un apoyo espiritual y nos obliga a desarrollar habilidades y destrezas nunca antes desarrolladas o al menos almacenadas y que no sabíamos que las teníamos. Esta parte de la lectura me recordó mi propia experiencia personal. Tengo un hijo con (TDA) antes de saber que mi hijo padecía este trastorno y conocer sus características, me sentía bastante mal, como madre, como profesionista, tenia mi autoestima deteriorada, me sentía culpable que mi hijo no cumpliera con tareas, no trabajaba en clase a la par de todos los niños, principalmente porque mi profesión es profesora, esto me obligo a asistir a terapia junto con el, cuando le detectaron su trastorno, busque información, como poseída, me transformé en una come libros, prácticamente una obsesiva para encontrar la manera de ayudarlo a él, a mi misma y a otros alumnos. Crecimos juntos, encontramos una nueva forma de comunicación, comprendí que el tenia algunas deficiencias que con algunas actividades podría mejorar su rendimiento y todo mejoro mientras se encontraba en la primaria, al crecer y entrar a la adolescencia, nuevamente hubo en cambio, el ya no estaba en disposición de continuar trabajando juntos, decidió no luchar mas, opto por tomar a la ligera su situación. Así que opte por cambiar de estrategias y hoy nos encontramos en esa lucha de estira y afloja. Buscando y descartando opciones viables que convengan a ambos. Algo que tengo claro es que los hijos necesitan de orientación, especialmente de sus padres. Es necesario mantenerse cerca, para descubrir cuánto seguimiento requieren nuestros hijos de acuerdo con su forma de ser y sus características particulares.

CAPITULO 3 “YO NO PUDE HACERLO, HAZLO TÚ POR MÍ”

Los padres tenemos la idea de que ser padre nos otorga todos los derechos sobre los hijos, quienes a su vez se convierten en blancos de odio, amargura y frustración. La mayoría de los padres quieren que sus hijos sean los mejores en algo para tener éxito en la vida, pero algunos lo llevan al extremo. Existen padres que pretenden que sus niños sean perfectos, como robots que han sido programados para hacer y decir lo que ellos quieren y desean en cada determinado momento. Pretenden que los niños no den problemas, que se porten bien en todo momento, que se lo coman todo, que obedezcan a la primera, que ni se les ocurra quejarse, que hagan la tarea solos, que tienen que ser estudiantes los número uno en las actividades extraescolares. Parece que los padres en ocasiones, quisieran cumplir sus sueños a través de sus hijos. Quién no ha visto en alguna ocasión a un padre en el campo de fútbol gritándole a su hijo: "Ahora, ahora, ¡chuta!" o diciéndole: " Defiende, vete para el otro lado" Y no nos olvidemos de la madre que está en la clase de Ballet con su hija y lo único que hace es enfadarse mientras la observa porque no lo está haciendo bien y empieza a interrumpir gritándole: "Concéntrate, fíjate bien, ¡tienes que tomártelo más en serio!". ¿Más en serio? ¿Acaso la niña quiere ser una bailarina profesional? O quizá la madre quiere que lo sea, para que su hija sea quien cumpla los sueños que ella anhelaba y jamás logro por diversas razones sin contar si su hija tiene las habilidades necesarias o sencillamente el gusto por hacerlo. Los padres, marcan expectativas con sus hijos que quizás nunca se cumplan y eso les causa una decepción

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