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Vínculo traumático, refuerzo intermitente, TEPTC y neuroquímica


Enviado por   •  2 de Junio de 2022  •  Síntesis  •  3.235 Palabras (13 Páginas)  •  119 Visitas

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¿Por qué se hace tan difícil abandonar una relación con un manipulador?

Probablemente lo has visto o, más aún, lo has vivido. Cuando se está en una relación con un manipulador psicológico —que suelen ser "narcisistas perversos" y "psicópatas subclínicos"— o incluso un maltratador físico, puede llegar la siguiente pregunta: ¿por qué no dejar a esa persona? Quienes más desconocen del tema es probable que emitan opiniones similares a "se queda porque quiere", algo que he llegado a escuchar o leer en variadas ocasiones.

Cierto es que no se puede negar que la fuerza de voluntad juega un papel en esto. Sin embargo, este fenómeno es tan amplio y común alrededor del mundo que vale la pena preguntarse si realmente tanta gente desea quedarse años enteros en una relación así por gusto o es que hay algo más, y aquí vamos a indagar un poco en ese algo más.

Vínculo traumático

Las relaciones con un manipulador se caracterizan casi siempre por algo: inicia como un cuento de hadas, con mucha atención y tiempo dedicado. Sin embargo, desde el principio ya se van notando signos sutiles de lo que ocurrirá, solo que el patrón no es claro y suelen ser cosas tan leves, problemas cotidianos de pareja, que se van dejando pasar.

Conforme va corriendo el tiempo los comportamientos manipuladores aumentan gradualmente, y esta gradualidad provoca que el otro los vaya normalizando. Llegados a este punto es donde se empieza a racionalizar, minimizar o negar las malas conductas que se ven.

Esto último puede funcionar como justificación para lidiar con los comportamientos ambiguos y confusos, pero crea una situación en la que la víctima desplaza toda responsabilidad sobre ella al creer que los problemas que se generan son su culpa, lo que le anula la posibilidad de reflexionar sobre las intenciones del otro, quien gradualmente va dejando caer la máscara al aumentar los malos tratos pero que todavía muestra mayormente actitudes muy amorosas y detallistas.

Pronto esta serie de confusiones y culpas van rebajando el autoestima de la pareja que asume la culpa por todo, a la par que se hace dependiente de la figura del manipulador que se muestra siempre seguro de reconocer el problema en cada conflicto.

Y es aquí donde se produce una paradoja: cuando la violencia aumenta, la persona, llena de ansiedad, busca irse hacia un lugar que le dé mayor seguridad, y por la baja autoestima y dependencia emocional creadas ese lugar termina siendo el propio manipulador. Este se convierte en fuente de angustia y, al mismo tiempo, de protección. Es así como se forma el vínculo traumático, que se vuelve tanto fuente de trauma como vínculo proveedor de seguridad.

Y mientras todo ocurre, la mente de la víctima sigue sufriendo daños constantes que a la largan pueden derivar en un trastorno por estrés postraumático complejo (TEPTC).

Según Dutton y Painter, quienes propusieron esta teoría del vínculo traumático (traumatic bonding), existen 2 características que contribuyen a su formación.

Desequilibrio de poder

En este tipo de relaciones el manipulador suele ser quien tiene una posición dominante sobre el otro a través de su personalidad. Y si no la tiene, eventualmente la crea haciendo uso del amor para rebajar la autoestima de diversas formas.

Una vez esta haya disminuido, se crea una mayor dependencia hacia el manipulador. Esta dependencia a su vez provoca que la víctima tenga en mayor consideración la percepción del manipulador, y esta percepción incluye una mala opinión sobre la víctima, por lo que se termina cayendo en un círculo vicioso que constantemente engrandece al manipulador y reduce al manipulado.

Irónicamente, la dependencia generada en la víctima revela parte de la propia dependencia del otro hacia esta, porque el manipulador es grande únicamente en la medida en que la víctima es pequeña. Si esta retoma su autoestima o se sale de su control, el manipulador pasa a ser nadie.

Refuerzo intermitente

Durante la fase de manipulación habrán momentos de quiebre en que el otro se dé cuenta de que hay cosas mal, y es aquí donde el manipulador reduce sus malos comportamientos y vuelve a un estado de cariño y atención, aunque conservando cierto nivel de argumentos manipuladores, para volver a anestesiar al otro haciéndole creer que los problemas pueden resolverse y todo mejorará.

Es aquí cuando se entra en un ciclo de refuerzo positivo (cariño, amor, dedicación, etc.) mezclado con refuerzo negativo (peleas, acusaciones, desinterés, etc.) de manera intermitente. Se ha comprobado que esto es un fuerte generador de hábitos que, una vez formados, se mantienen firmes en una persona.

El eje de esta poderosa influencia que ejerce el refuerzo intermitente se ubica en la expectativa. Durante el refuerzo negativo se tiene el deseo de obtener el refuerzo positivo. En el caso de una relación de abuso, la mente estará llena de una multitud de recuerdos bonitos y cualidades maravillosas que mostró el manipulador al inicio de la relación y con ganas de encontrar la razón del problema para obtener de nuevo ese cariño. Este deseo se va acumulando con cada momento que pasa y, cuando por fin se obtiene, se llega a un punto de euforia por conseguir finalmente aquello que tanto se ha querido.

Y esta expectativa a su vez es poderosa porque nuestro cerebro es débil a las recompensas. En una relación sana tenemos una mayor estabilidad de afecto y sabemos qué esperar. En cambio, en una relación con un manipulador los buenos momentos no son algo que se asume como común, sino como un privilegio y las personas suelen apreciar más lo que les cuesta conseguir. Se vive una emoción adictiva y tóxica por cortos periodos de tiempo que no se obtienen en una relación normal.

Uno de los psicólogos más importantes de la historia, Burrhus Skinner, fue quien estudió este patrón, aunque de forma más amplia. Por ejemplo, el refuerzo intermitente puede encontrarse siempre que un vendedor nos deja con la sensación de querer saber más (expectativa creada) al callar (refuerzo negativo) después de dar la información atrayente (refuerzo positivo) así como también en juegos de casino cuando nos mantenemos a la expectativa de conseguir un premio, así hayamos pasado por la desilusión de perder dinero.

Otros elementos a tomar en cuenta

Síndrome de Estocolmo

Es una teoría diferente

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