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Ética y felicidad.


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  Tesis  •  1.707 Palabras (7 Páginas)  •  162 Visitas

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Preguntarse por la ética equivale a preguntarse por el modo de vivir. Ética equivale al modo del comportamiento humano en cuanto a la calidad de dicho comportamiento. Un comportamiento es ético si es bueno, y antiético si es malo. Otra cosa es preguntarse cuándo algo es bueno y cuándo no lo es, pues hay distintos criterios para conducirse en este campo: lo que para unos es bueno, es posible que no lo sea para otros. Por eso la ética ha de basarse en unos principios mínimos, fundamentales y objetivos en los que todos estemos de acuerdo. Son principios asociados a grandes valores objetivos, y que lo son para toda la humanidad. Por ej. la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contiene principios objetivos, suscritos por la casi totalidad de los países.

Hoy se habla mucho de ética. Hay ética con apellidos: bioética, ética del deporte, ética profesional, ética política, ética empresarial, etc., pero lo importante es que la vida de todas las personas funcione éticamente todos los días y en todo lo que ellas hacen. Es decir, que en el actuar de cada uno predominen los criterios del bien y de la justicia, y sean esos criterios y valores los que prevalezcan. Comportarse bien en momentos importantes de la vida, igual que aparecer solidario ante algunos sucesos catastróficos divulgados insistentemente en los medios informativos, es probablemente más fácil que comportarse así en lo normal y ordinario de cada momento. No es difícil ser generosos y solidarios ante acontecimientos extraordinarios e impactantes de la vida, pero no es tan fácil permanecer fiel, justo, delicado, bondadoso y solidario durante todos los días de nuestra vida, entre la gente que nos es más próxima, cuando no suceden acontecimientos extraordinarios.

Nos referiremos en este tema a esa ética de todos los días, una ética que tiene que ver con la vida común y corriente, pero que es la que nos lleva y prepara a vivir la vida de una manera llena de sentido. Es una ética que marca todo un estilo de vida, un modo de ser que se hace habitual en la persona que la practica, y gracias a la cual, dicha persona actuará siempre de una manera justa y recta que le es como connatural. Cuando la persona que vive un estilo de vida así, se separa de su línea directriz porque actúa de una manera no acorde con esos principios y valores que son fundamentales para ella, se siente mal consigo misma. Ese sentimiento de malestar equivale a lo que llamamos la voz de la conciencia, que es como la internalización de la ética.

Ética y felicidad.

Vivir de acuerdo a valores fundamentales, que están insertos en el corazón de cada uno, contribuye a la felicidad de las personas. Es falso creer que el que vive de acuerdo a unos valores éticos labra su propia infelicidad puesto que no haría lo que él quiere sino lo que le está impuesto por las normas. Eso es tener un concepto muy pobre y errado de la ética y de la propia libertad. Se puede amargar la vida la persona que es reprimida, impedida para la espontaneidad, incapaz de expresar sentimientos y quereres, poco libre, de baja autoestima y asertividad, pero eso no tiene nada que ver con la ética. No podemos confundir la vida de quien vive lealmente, de acuerdo a sus valores y compromisos, en forma autónoma y adulta, con la vida de una persona neurótica, reprimida, de moral heterónoma, inmadura e infantil, incapaz de la propia autonomía y autodeterminación.

La ética tiene que ver con valores y principios fundamentales a los que la persona moral se abraza libremente con toda su alma, vida y corazón. Ser libre significa ser capaz de tomar decisiones en forma responsable, y saber responder tanto de los éxitos como de los fracasos consecuencia de esas decisiones. Ser libre significa saber discernir adecuadamente las realidades que nos presenta la vida, y elegir consecuentemente ante las distintas opciones y alternativas, haciéndolo con plena responsabilidad. El buen discernimiento es signo de madurez humana y libertad, y ayuda a la toma responsable de decisiones importantes. Una madre que ha abrazado conscientemente su maternidad, se siente plenamente libre cuando ha de levantarse varias veces en la noche para atender al pequeño hijo, necesitado de sus cuidados. Ella es libre para amar, y esa libertad, a pesar del sacrificio que implica, la hace sentirse feliz. Ama, y haz lo que quieras, decía San Agustín, seguro como él estaba de que la persona que ama en serio, jamás hará algo que perjudique a los demás o a sí misma. Por eso, amor y libertad son inseparables: el amor es hijo de la libertad (E. Fromm).

Pero hay algo más: la ética conduce a la felicidad. ¿Qué es la felicidad? Es el objetivo principal del ser humano; el fin de la conducta humana es la felicidad. En el fondo, todo lo que hacemos y emprendemos, aunque no lo pensemos explícitamente cada vez, lo hacemos para llegar a ser felices. Muchos confunden la felicidad con la obtención rápida del logro y del éxito; la felicidad así entendida sería incompatible con el sacrificio

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