Educar Evangelizando Y Evangelizar Educando

“ Vivan, pues en muy estrecha unión con los hombres de su tiempo y esfuércense por penetrar sus maneras de pensar y de sentir , de las que la cultura es expresión. Sepan unir los descubrimientos de las ciencias, de las disciplinas y de sus recentísimas conquistas con las costumbres y con la formación doctrinal cristianas, de tal modo que la estima de la religión y la bondad espiritual progresen al mismo paso entre ellos, con el conocimiento de las ciencias y con la técnica que avanza de día en día” G.S 62

Es una realidad que el horizonte educativo de hoy, ha de apuntar a una re-educación que abarque no solo aspectos de la persona, sino que involucre todos los escenarios culturales, históricos y científicos en los que ésta se desenvuelve y crece; y es éste horizonte en donde afirmamos una educación religiosa escolar que intente cohesionar con el Evangelio de Jesús los elementos de la cultura contemporánea que afectan positiva y negativamente el desarrollo de la persona. Porque la lógica del actuar de Dios, la lógica del Evangelio está inscrita en el corazón de cada hombre y es por la acción educativa como se concreta el proceso de conocer, tratar y amar a Cristo.

Hagamos, entonces, un recorrido por la Educación Religiosa Escolar, su carácter propio, su identidad, su naturaleza, su importancia, su relación con la familia, la escuela, la parroquia y el estado y sobre todo sus contenidos, con el fin de revitalizar el saber-hacer del docente en el aula de clase y determinar sus efectos en los estudiantes.

Vivimos un momento particularmente crítico en la historia de nuestros pueblos y del mundo en su conjunto; se acentúan comportamientos y valores producto de una cultura fraccionada, y se exalta el pensamiento débil, el mercado de ideologías, el tecnicismo y la deshumanización de la sociedad; y es justo allí donde la Educación religiosa tiene que ser una práctica y un quehacer profético en el que se procesen evangélicamente conceptos irrenunciables a la vida escolar: a saber, trascendencia, desarrollo humano, dimensión social, libertad, justicia y gratitud.

La ERE tiene como punto de referencia la forma como se manifiesta la experiencia religiosa en la sociedad de hoy; por lo tanto, a diferencia de la Catequesis convencional que acompaña el proceso de maduración de la fe en los creyentes, ésta penetra el ámbito de la cultura y de la historia para desentrañar de ellas el sentimiento ético y religioso que las trasciende.

Es la escuela, el ámbito de la Educación Religiosa Escolar, en donde se forman el discernimiento y la comprensión del fenómeno religioso como experiencia humana y social; y son los estudiantes creyentes o no creyentes quienes a la luz de su realidad tienen la ocasión de confrontar sus propias situaciones con la verdad del Evangelio.

Es importante, entonces, clarificar que el profesor de religión tiene en sus manos una pedagogía “proyectiva” tendiente a dar sentido, redefinir y ofrecer respuestas a las aspiraciones crecientes de humanización de las personas; papel y misión distinto al del catequista que supone ya la fe y el compromiso apostólico de una persona o una comunidad. El educador abre al estudiante a la problemática del sentido último y profundo de su vida, lo que significa que su papel no es puramente funcional porque está llamado a ser la conciencia crítica y despierta de la

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