El Progreso Del Peregrino
johnkuwa11 de Marzo de 2014
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El
progreso
del
peregrino
Viaje de Cristiano a la Ciudad Celestial bajo el
símil de un sueño
JUAN BUNYAN
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ii
VIDA DE JUAN BUNYAN........................................iii
PRÓLOGO APOLOGÉTICO DEL AUTOR.............. vi
PRÓLOGO ................................................................ xvi
VIAJE DE CRISTIANO A LA CIUDAD CELESTIAL
CAPÍTULO PRIMERO................................................1
CAPÍTULO II ...............................................................3
CAPÍTULO III..............................................................9
CAPÍTULO IV ...........................................................17
CAPÍTULO V.............................................................20
CAPÍTULO VI ...........................................................29
CAPÍTULO VII ..........................................................30
CAPÍTULO VIII.........................................................36
CAPÍTULO IX ...........................................................47
CAPÍTULO X.............................................................53
CAPÍTULO XI ...........................................................59
CAPÍTULO XII ..........................................................68
CAPÍTULO XIII.........................................................80
CAPÍTULO XIV ........................................................93
CAPÍTULO XV........................................................106
CAPÍTULO XVI ......................................................115
CAPÍTULO XVII .....................................................120
CAPÍTULO XVIII ....................................................131
CAPÍTULO XIX ......................................................141
CAPÍTULO XX........................................................154
LA CONCLUSIÓN ..................................................163
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iii
VIDA DE JUAN BUNYAN
JUAN BUNYAN, hijo de un calderero, nació en Elstow,
cerca de Bedford, el año 1628, en una época en la cual
prevalecían las malas costumbres por todo el país de
Inglaterra. Su educación fue la que los pobres podían dar a
sus hijos en aquellos días. Asistió a la escuela primaria, y
aprendió a leer y escribir; pero era un muchacho desaplicado,
y muy pocos de su edad le aventajaban en maldecir, jurar,
mentir y blasfemar. En sus días juveniles el terror era lo
único que parecía tener alguna fuerza para sujetarle. Durante
el día tenía frecuentes y tenebrosos presentimientos de la ira
venidera, y de noche le sobresaltaban sueños horribles. Su
imaginación concebía apariciones de malos espíritus que
venían a llevárselo consigo, o le hacía pensar que había
llegado el último día con todas sus terribles realidades.
Tales eran los temores de su juventud. Conforme fue
creciendo se fue endureciendo su conciencia, sin que
bastaran a despertarle ni a conmoverle los extraordinarios y
providenciales acontecimientos que le ocurrieron. Dos veces
estuvo a punto de morir ahogado. Durante la guerra civil fue
obligado a servir en el ejército. En una ocasión, un
compañero suyo que había pedido y obtenido permiso para
sustituirle en una guardia, recibió un tiro en la cabeza y
murió en aquel puesto.
Su matrimonio ejerció cierta influencia en su porvenir.
La joven que tomó por esposa era muy pobre, y lo más
valioso que tenía eran dos libros que su padre, hombre muy
piadoso, le había dejado: El camino sencillo al cielo y la
práctica de la piedad. La señora Bunyan leía con frecuencia
estos libros en compañía de su marido, y le refería la vida
santa que su padre había llevado. El resultado fue que
Bunyan sintió un vivo deseo de reformarse, y así lo hizo;
pero solamente en lo exterior. Su corazón no experimentó
cambio alguno, y su vida siguió por el mismo camino de
iv
pecado que hasta entonces había seguido. Un sermón que
oyó acerca del pecado de no santificar el día de reposo, le
impresionó fuertemente. La tarde del mismo día, estaba
ocupado en diversiones, como era su costumbre hacerlo,
cuando de pronto se agolparon en su mente pensamientos
acerca del juicio venidero. Quedó aterrado, imaginó oír una
voz del cielo que le decía: “¿Quieres dejar tus pecados e ir al
cielo, o prefieres retenerlos e ir al infierno?” Entonces cruzó
por su conciencia, como un rayo, la convicción de que era un
gran pecador; pero ó que era ya tarde para buscar el perdón o
el cielo, y vio desesperado a sus pasatiempos. Algún tiempo
después trabó amistad con un cristiano, cuya piadosa
conversación tocó de tal manera su corazón, que comenzó a
leer la Biblia. Encontró en el libro las cosas que le
alarmaron, y emprendió la reforma de palabras y de su vida;
pero confiado solamente en sus propias fuerzas e ignorando
el amor y la gracia de Jesucristo. Un día atrajeron su
atención la conversación que sostenían tres mujeres
piadosas, que se hallaban sentadas a la puerta de una casa en
una de las calles de Bedford. Se acerco, y oyéndolas hablar
de las cosas de Dios, de su obra en los corazones y de la paz
de la reconciliación, vio que había en la religión algo que él
no había conocido ni experimentado aún. Las palabras de
aquellas mujeres no las olvidó nunca, y desde entonces
abandonó la compañía de viciosos y buscó la sociedad de los
que, al menos, tenían cierta reputación de piadosos.
Bunyan había ya emprendido su camino saliendo de la
ciudad de Destrucción; pero cayó en muchos peligros y
errores; apenas hay un temor de los muchos que pueden
asaltar al espíritu ansioso de salvación que no inquietara
alguna u otra vez su mente. Por largo tiempo fue como el
hombre que él mismo describe en su libro, encerrado en una
jaula de hierro, privado del gozo de las promesas divinas y
esperando aterrado una segura condenación. Su lucha con el
v
Maligno nos recuerda también el combate de Cristiano y
Apollyón. Pero, según su propia y hermosa expresión, una
mano misteriosa le alargó algunas hojas del árbol de la vida,
que aplicó a las heridas que había recibido en la batalla, y fue
curado al instante. La fe le llevó a la cruz de Cristo, y vino a
ser más que vencedor por medio de Aquél que le amó. Poco
después de esto hizo pública profesión de su fe y comenzó a
predicar a otros el Salvador que él había encontrado.
Pronto tuvo que sufrir por causa de su religión. Entre los
años 1655 y 1660 predicó a menudo en la vecindad de
Bedford. En el año último fue arrestado y metido en la cárcel
de Bedford, en la cual pasó doce años, exceptuando
únicamente un breve intervalo de pocas semanas. Se ha
dicho con frecuencia que Bunyan escribió EL PEREGRINO
durante este encarcelamiento. Pero algunos eruditos han
demostrado que fue en otro posterior y más breve
encarcelamiento, en el año 1676, cuando escribió la primera
parte de su obra inmortal, la cual se publicó en los primeros
meses del año 1678. La segunda parte no apareció hasta el
año 1685.
La obra de Bunyan ha sido elogiada por los literatos más
eminentes. Ha sido traducida a numerosos idiomas, algunos
de los cuales eran desconocidos para Europa en los días de
Bunyan. Los misioneros han llevado este libro a casi todos
los países del mundo, y ahora el Peregrino cuenta la historia
de su viaje a los chinos en el Oriente, a los negros en el
Occidente, o los groenlandeses en el Norte y a los isleños del
Pacífico del Sur. La Sociedad de Tratados Religiosos, de
Londres, ha ayudado a la impresión de esta obra en más de
cien idiomas.
Bunyan fue autor de otra alegoría, La Guerra Santa,
publicada en 1682, que sigue a EL PEREGRINO en mérito
literario y religioso. Refirió también, de una manera
inimitable, la historia de su vida y de sus experiencias
vi
religiosas en su libro Gracia que abundó para el mayor de los
pecadores, digno de figurar al lado de las Confesiones, de
Agustín, y de las Conversaciones de sobremesa, de Lutero.
Además de estas grandes obras, escribió muchos tratados,
algunos de los cuales se leen todavía con placer provecho.
En la cárcel aprendió Bunyan el arte de hacer encaje de
flecos largos, con lo cual ayudaba a mantener a su familia.
Después de su libertad vivió una vida muy útil a la obra de
Cristo, como pastor de la Congregación independiente de
Bedford, y como predicador y escritor. Murió en 1658, en
una casa que tenía una tienda con la muestra “La Estrella”, y
fue enterrado en Bunhill Fields.
PRÓLOGO APOLOGÉTICO DEL AUTOR
No fue mi
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