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Fides Et Ratio


Enviado por   •  14 de Mayo de 2014  •  34.621 Palabras (139 Páginas)  •  299 Visitas

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CARTA ENCÍCLICA

FIDES ET RATIO

DEL SUMO PONTÍFICE

JUAN PABLO II

A LOS OBISPOS

DE LA IGLESIA CATÓLICA

SOBRE LAS RELACIONES

ENTRE FE Y RAZÓN

Venerables Hermanos en el Episcopado,

salud y Bendición Apostólica

La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano

se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre

el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que,

conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf.

Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2).

INTRODUCCIÓN

« CONÓCETE A TI MISMO »

1. Tanto en Oriente como en Occidente es posible distinguir un camino que, a lo largo

de los siglos, ha llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y

a confrontarse con ella. Es un camino que se ha desarrollado — no podía ser de otro

modo — dentro del horizonte de la autoconciencia personal: el hombre cuanto más

conoce la realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su unicidad, le resulta

más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas y sobre su propia existencia.

Todo lo que se presenta como objeto de nuestro conocimiento se convierte por ello en

parte de nuestra vida. La exhortación Conócete a ti mismo estaba esculpida sobre el

dintel del templo de Delfos, para testimoniar una verdad fundamental que debe ser

asumida como la regla mínima por todo hombre deseoso de distinguirse, en medio de

toda la creación, calificándose como « hombre » precisamente en cuanto « conocedor

de sí mismo ».

Por lo demás, una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en

distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo

las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién

soy? ¿de dónde vengo y a dónde voy? ¿por qué existe el mal? ¿qué hay después de

esta vida? Estas mismas preguntas las encontramos en los escritos sagrados de Israel,

pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos de

Confucio e Lao-Tze y en la predicación de los Tirthankara y de Buda; asimismo se

encuentran en los poemas de Homero y en las tragedias de Eurípides y Sófocles, así

como en los tratados filosóficos de Platón y Aristóteles. Son preguntas que tienen su

origen común en la necesidad de sentido que desde siempre acucia el corazón del

hombre: de la respuesta que se dé a tales preguntas, en efecto, depende la orientación

que se dé a la existencia.

2. La Iglesia no es ajena, ni puede serlo, a este camino de búsqueda. Desde que, en el

Misterio Pascual, ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre, se

ha hecho peregrina por los caminos del mundo para anunciar que Jesucristo es « el

camino, la verdad y la vida » (Jn 14, 6). Entre los diversos servicios que la Iglesia ha de

ofrecer a la humanidad, hay uno del cual es responsable de un modo muy particular: la

diaconía de la verdad.1 Por una parte, esta misión hace a la comunidad creyente

partícipe del esfuerzo común que la humanidad lleva a cabo para alcanzar la verdad; 2

y por otra, la obliga a responsabilizarse del anuncio de las certezas adquiridas, incluso

desde la conciencia de que toda verdad alcanzada es sólo una etapa hacia aquella

verdad total que se manifestará en la revelación última de Dios: « Ahora vemos en un

espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial,

pero entonces conoceré como soy conocido » (1 Co 13, 12).

3. El hombre tiene muchos medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de

modo que puede hacer cada vez más humana la propia existencia. Entre estos destaca

la filosofía, que contribuye directamente a formular la pregunta sobre el sentido de la

vida y a trazar la respuesta: ésta, en efecto, se configura como una de las tareas más

nobles de la humanidad. El término filosofía según la etimología griega significa « amor

a la sabiduría ». De hecho, la filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el

hombre empezó a interrogarse sobre el por qué de las cosas y su finalidad. De modos y

formas diversas, muestra que el deseo de verdad pertenece a la naturaleza misma del

hombre. El interrogarse sobre el por qué de las cosas es inherente a su razón, aunque

las respuestas que se han ido dando se enmarcan en un horizonte que pone en

evidencia la complementariedad de las diferentes culturas en las que vive el hombre.

La gran incidencia que la filosofía

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