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Fiestas Paganas

ottogarcia31 de Mayo de 2013

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FIESTAS PAGANAS

INTRODUCCION

Existen numerosas monografías históricas sobre los ritos y las fiestas litúrgicas del pueblo judío y sobre las relaciones de tales ritos con la cultura religiosa del Antiguo Oriente. Algunas fiestas, como las del Año Nuevo, han hecho correr raudales de tínta: la Historia de las Religiones no ha dejado de subrayar la aparente

identidad de las fiestas judías con las fiestas paganas, en detrimento de la profunda originalidad de las primeras.En todo esto la teología bíblica no tenía gran cosa que hacer.

Pero se fue cayendo poco a poco en la cuenta de que ciertos testimonios, corno los del Evangelio de San Juan o los relatos de la Transfiguración y la Pasión, suponían toda una teología bíblica de la fiesta y de cada una de las fiestas judías. No obstante, las monografías publicadas en esta línea son todavía escasas y no han

alcanzado por lo regular gran difusión.

El presente libro pretende realizar una síntesis de los principios que la teología bíblica pone de relieve al hablar de las fiestas en la Escritura y en la Historia del pueblo elegido. Y pretende a la vez vulgarizar esos principios en un círculo relativamente amplio.

Sucede, en efecto, que la lenta evolución de las fiestas judías hacia su término -que es Cristo- descubre una pedagogía divina en la cual el significado obvio y natural de cada fiesta recibe un significado sobreañadido que sólo la Palabra puede mantener en vigor. Asistimos a una espiritualización progresiva de las fiestas, tanto en sus ritos como en su contenido religioso; advertimos una lenta obra de selección que va eliminando tal o cual género de ritos, para quedarse solamente con los ritos de un significado muy particular: con aquéllos, en concreto, que el Cristianismo ha ncorporado a su propio ciclo de fiestas.

Cabe, pues, adivinar que este estudio, si logramos llevarlo a término, nos proporcionara una teología bíblica de la fiesta. La fiesta judía será para nosotros un hecho histórico real, pero también un "tema bíblico" cargado, ya en el curso de su evolución, del pensamiento de Dios cada vez más explícito. Y este pensamiento divino, una vez descubierto en la evolución de las fiestas judías, nos hará ver mejor el contenido de nuestras fiestas cristianas, en la medida en que éstas perfeccionan y dan cumplimiento a las fiestas judías.

Según esto, tendremos que penetrar rápidamente en el ámbito de la pastoral litúrgica de nuestros días para preguntarnos si la manera de presentar a los fieles las fiestas cristianas se halla realmente en la prolongación y en el cumplimiento del dinamismo inherente a la evolución de las fiestas a lo largo de toda la Escritura. A veces nos sorprenderemos al descubrir que, insistiendo en este o en aquel aspecto de nuestras fiestas actuales, estamos "judaizando" en el sentido de que insistimos en un significado natural o histórico superado por Dios hace mucho tiempo. Al ver

cómo ha procedido Dios para dar a conocer la catequesis de las fiestas por El instituidas, para enseñar a sus pueblo a ver, tras el significado obvio de las cosas, un significado sobrenatural, sacaremos quizá algunas enseñanzas válidas para nuestra propia catequesis. Siguiendo, por último, paso a paso la selección que se

registra a lo largo de la evolución de las fiestas judías, estaremos en condiciones de fijar ciertas conclusiones que iluminarán, sin duda, el difícil problema moderno de la adaptación de los ritos y de las fiestas a las nuevas culturas que entran hoy en la Iglesia. Las fiestas que nosotros celebramos y los ritos que practicamos, ¿son

patrimonio de una civilización concreta, semítica o mediterránea? En tal caso, ¿podemos lealmente imponerlos a otras culturas? Pero, si la pedagogía divina ha consistido precisamente en desligar esas fiestas de sus resonancias culturales para poner en su lugar unas resonancias nuevas, universales, válidas para todos, ¿no habrá entonces una obligación clarísima de imponer esas fiestas y esos

ritos a cualquier cultura, aunque añadiendo siempre una catequesis que evite cuidadosamente el retorno de esos ritos al contexto natural que los vio nacer y del cual se hallan emancipados?

PRIMERA PARTE

LOS PRELUDIOS PAGANOS

A.-PRELIMINARES

Ha pasado a la historia la época en que las almas piadosas se indignaban al leer a ciertos autores preocupados -a veces, en demasía- por poner de relieve los evidentes paralelos de la liturgia judía con las liturgias paganas de su tiempo. Es claro que el pueblo elegido, antes de recibir la revelación de Yahvé, era un pueblo

"pagano" que adoraba a su dios como los demás pueblos paganos adoraban al suyo, mediante fiestas y ritos muy semejantes. Es claro también que, cuando ese dios del pueblo judío se reveló como el Dios verdadero, el Dios personal y único, los judíos no inventaron de la noche a la mañana unos ritos radicalmente distintos, sino que

se limitaron, al menos en un principio, a celebrar "en honor de Yahvé" las fiestas que hasta entonces celebraban en honor de su dios. Sólo después, rogresivamente, se fue introduciendo en tales ritos una espiritualización que los convertiría en lo que han llegado a ser en manos de la iglesia.

Por tanto, las primeras fiestas judías nacieron en un contexto indiscutiblemente humano de ritos y fiestas. Este dato es de gran importancia, pues nos permite establecer un punto de contacto entre lo humano y lo revelado. En la práctica, la revelación no impondrá nuevos ritos, propiamente sobrenaturales, sino que se

limitará a tomar los ritos naturales ya existentes, purificándolos y añadiendo un nuevo significado al que ya tenían. No está, pues, fuera de sitio examinar, en las religiones del Antiguo Oriente, los elementos del calendario de las fiestas y su

significado, sabiendo de antemano que los judíos han respirado en esa atmósfera y de ella han tomado sus propios esquemas, por más que se discuta todavía, en el plano histórico, tal o cual cuestión de detalle.

No se trata, po lo demás, de hacer ahora un estudio exhaustivo de los calendarios festivos de la época, sino de fijarnos tan sólo en los elementos que puedan iluminar la formación y la evolución ulterior del calendario judío. Para esta primera parte, nos contentaremos con acudir a obras de segunda mano: tal método será suficiente para captar la originalidad del marco judío -y luego del marco cristiano- con relación al marco pagano primitivo.

En el aspecto geográfico, los dos centros de interés son Sumer y las civilizaciones que le sucedieron, por una parte, y Canaán, por otra. Abrahán es, en efecto, un arameo que, si bien ha conocido al verdadero Dios y ha abandonado su patria por seguirle, no le ha conocido sino a través de una mentalidad concreta y de unos ritos

emparentados con las costumbres sumerias, como la circuncisión y el sacrificio de niños. Por su parte, Canaán vive una religión heredera también de Sumer y, como tal, hermana de la religión de los hebreos.Pero, mientras los ritos y las fiestas judías se van espiritualizando sin cesar, los de Canaán permanecen en un nivel

naturalista, acentuando incluso este aspecto. La comparación de los ritos judíos con los ritos cananeos -precisamente por su semejanza exterior, a pesar de su radical diferencia interior- será una incesante "tentación" para Israel, en la que caerá no pocas veces. Es curioso advertir que la influencia de Egipto sobre la

religión de Israel es muy reducida: nuestras fiestas nacieron en el mundo semita.

En el aspecto cultural, hallamos también dos centros de interés:

el mundo nómada y el mundo agrícola. Cada una de estas culturas

posee sus propios ritos. El mundo nómada está fuertemente influenciado por el culto lunar, el mundo agrícola vive más bien al ritmo de la siega y la vendimia. El género y la calidad de los sacrificios varían de un mundo al otro, y la competencia entre el sacrificio de Abel, de tipo nómada, y el de Caín, de tipo agrícola, demuestra la tensión que existió en todo el Antiguo Oriente entre estas dos formas de cultura y sus ramificaciones cultuales. Al fin, todo esto desembocará en el sincretismo de las religiones paganas ya sedentarias en el momento en que nace el pueblo hebreo. Pero, ¿qué sucederá en la religión de Israel? Aquí no podremos hablar de

sincretismo, sino de selección de ritos, nómadas o agrícolas, en función de un criterio superior que habremos de descubrir.

Pero hagamos previamente el inventario de las principales fiestas paganas de aquellos tiempos.

B.-EL RITMO ASTRONÓMICO

1. LAS NEOMENIAS

Desde el tercer milenio antes de Jesucristo, la mayoría de las religiones de Oriente se guían por el retorno periódico de la luna 1.

Los días festivos son esencialmente los del novilunio (neomenia) y del plenilunio. El mes comienza con la aparición de la luna nueva y alcanza su punto culminante en el momento de la luna llena (día decimoquinto). La mitología explicará este ritmo lunar diciendo que, el último día del mes, se retira el dios-luna a su cámara nupcial para celebrar la hierogamia y nacer a una nueva vida que se difundirá por el mundo a lo largo del mes siguiente. Esta explicación mitológica es interesante porque relaciona el tema de la neomenia con el de la nueva vida y fecundidad. Pero no era necesaria mucha mitología para convencer al nómada, habituado a considerar la

importancia de la luna en el ritmo de su vida clánica y de su vida personal, de que

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