La Cultura Dominicana
dafne7537 de Julio de 2013
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LA CULTURA DOMINICANA
El término cultura, que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Su definición ha ido mutando a lo largo de la historia: desde la época del Iluminismo, la cultura ha sido asociada a la civilización y al progreso.
En general, la cultura es una especie de tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura.
LA IDENTIDAD CULTURAL DOMINICANA
La identidad es entendida como el conjunto de rasgos característicos de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Según Manuel Cruz Méndez, en su libro Cultura e identidad dominicana: una visión histórico-antropológica (1998), “la identidad de un pueblo se refleja en el compartir común de un idioma, unas costumbres, una música, unas comidas, unos sentimientos religiosos, unas aspiraciones, un folklor“.
Para poder hablar del origen de la identidad étnica y cultural dominicana es preciso analizar “el compartir común” de las razas y culturas que le dieron origen.
La diversidad de rasgos del pueblo dominicano evidencia el hecho de que está compuesto por una variedad de grupos étnicos. Pero también, es bien sabido que, fundamentalmente, la identidad dominicana se ha compuesto de los aportes de tres grupos raciales: el de los aborígenes taínos, el de los colonizadores españoles y el de los negros esclavos traídos del continente africano.
Situándonos a finales del siglo XV, para el año de 1492, llegaremos al punto de encuentro de dos razas, considerado como el inicio del proceso que definiría la identidad del pueblo dominicano, el cual se dio con el encuentro de los conquistadores españoles y los pobladores aborígenes de la isla, y continuó con la introducción del negro esclavo procedente del continente africano.
Durante los primeros años de la conquista y el establecimiento de la colonia española se inició el sistema de las encomiendas, que según relata Jaime de Jesús Domínguez en su libro Historia Dominicana (2001) repartía “los indios entre los españoles, para que estos les enseñaran la religión cristiana y el modo de vida español, y los pusieran a trabajar a cambio de un salario anual de medio peso de oro”. Se puede ver, entonces, que la primera interacción entre los grupos de aborígenes y españoles fue mediante la imposición, por parte del español, de su cultura: su sistema económico, su religión y su lengua. Hay que dejar claro que la relación entre el aborigen y el conquistador español no sólo se limitaba a la relación proveniente del sistema de encomiendas, sino que desde principios de la colonización se dieron relaciones de concubinato y matrimonio entre estos dos grupos, promoviéndose así, una mezcla etnocultural entre los aborígenes y los conquistadores españoles.
Para principios del siglo XVI, empezaron a llegar a la isla los primeros grupos de negros esclavos, en su mayoría hombres, lo cual introdujo una nueva mezcla etnocultural: la del negro africano y el aborigen. Se nota, entonces, que en poco tiempo, ya se había producido una mezcla, al menos racial, entre los tres grupos étnicos que cohabitaron en la isla Española para finales del siglo XV y principios del XVI.
En cuanto a la mezcla cultural, se puede afirmar que la mujer aborigen jugó un papel importante, pues en su condición de esposa o concubina (del español o del negro), transmitió su cultura por medio de los utensilios domésticos que utilizaba, los alimentos, los remedios caseros y diferentes costumbres. También, los aborígenes pudieron dejar la impronta de su cultura en la artesanía y las técnicas de cultivo que legaron a sus descendientes. A pesar de que la extinción de los aborígenes fue casi inmediata a la llegada española, debido al maltrato, “las epidemias” y otras razones, es patente que parte de su cultura se mezcló con la del negro africano y la del español europeo.
Un factor que contribuyó a la conformación de la identidad del dominicano fue la prevalencia del idioma español como instrumento de comunicación entre los diferentes grupos raciales y culturales, pues servía para la comunicación de los aborígenes con los españoles y los negros, así como para la comunicación entre los varios grupos de negros esclavos que hablaban diferentes dialectos. La prevalencia del español como idioma común de estas razas se debió al constante trato de los españoles con los aborígenes y los negros, los cuales tuvieron la oportunidad de enriquecer la lengua castellana con vocablos propios y variantes fonéticas.
Para principios del siglo XVII, en el año de 1605, ya se contemplaban los primeros atisbos de una identidad propiamente dicha, con una población criolla consolidada desde mediados del siglo anterior, con características comunes entre los aborígenes, españoles y negros, tanto en la alimentación, como en las costumbres y creencias religiosas. Una población que no era ni aborigen, ni española, ni negra.
El primer acontecimiento que dio muestra de dicha identidad, fue la rebelión en la costa norte de la isla, dirigida por Hernando Montoro, en contra de la represión hispánica hacia el contrabando que se realizaba en dicha zona, única fuente de riqueza de aquellos habitantes. Como sabemos, la rebelión fracasó y los poblados de la costa norte fueron devastados con fuego, obligando a sus habitantes a ubicarse en el centro de la isla. No obstante, lo que resultó de esto fue el desarrollo de nuevos valores, incluso anti-monárquicos, la reducción del comercio, el empobrecimiento social y económico de la colonia, la desaparición casi total de la esclavitud y el consecuente incremento del mestizaje. Agudizado por la falta de inversión de la corona española en la colonia, se produjo una nivelación de los sectores sociales de aquel entonces. Esto sólo sería una pequeña prueba de que estaba surgiendo un pueblo con identidad propia, caracterizados por “su idioma español, su tradición católica y su voluntad de supervivencia frente a las adversidades de toda índole”, según apunta Manuel Cruz Méndez, citado anteriormente.
Ahora es fácil comprender que la identidad dominicana ha tenido su origen en las aportaciones de los grupos aborígenes de la isla, los españoles y los negros esclavos procedentes del continente africano. También, que producto de sus interacciones sociales y biológicas se dio origen a un proceso de mestizaje y de integración de diversos elementos culturales tales como el idioma, el arte, las costumbres y creencias religiosas, formando así un solo pueblo que no es ni taino, ni español ni negro, sino dominicano.
LEYENDAS:
Definimos leyenda como una Narración de acontecimientos fantásticos, que se consideran como parte de la historia de una colectividad o lugar.
Dentro de la cultura dominicana tenemos una variedad de leyendas que se han pasado de generación en generación como son:
EL BACÁ
En nuestra cultura un personaje muy conocido lo es el Bacá. Según las creencias de quienes admiten su existencia, es un ser exigente que requiere de quien lo posee enormes sacrificios, entre ellos la entrega hasta de personas de la familia, por eso, la enfermedad o muerte de un miembro de la familia a quien se le atribuye la posesión de tal ente, es siempre considerada como obra de éste y no por la disposición de quien lo regula en el mundo.
A este personaje, el Bacá, las personas le dan vida ya sea en un gato negro, un perro, un toro o cualquier otro animal, que cuida algún terreno, ganado, casa o negocio de una persona que busca prosperidad.
Las historias cuentan que el Bacá le da prosperidad a la persona, pero que si esta falla en el acuerdo con ese personaje termina suicidándose o muriendo misteriosamente.
LA CIGUAPA
Un mito muy especial en nuestra población es la Ciguapa, presentado en una extraña mujer salvaje que habita en las montanas y posee poder mágico. Es de tez morena, de ojos negros y rasgados, de pelo suave y lustroso, tan largo que es la única vestimenta de su cuerpo a la intemperie.
En algunas regiones los campesinos dicen que son diminutas y de cuerpo desproporcionado; otros que tienen las piernas largas y delgadas; algunos afirman que son velludas y unos pocos que están bellamente emplumadas.
Todos sostienen, sin embargo, que tienen el rostro hermoso y que son muy ariscas. Tienen los pies al revés y dejan huellas contrarias al rumbo de su destino. Muchos dicen que estas criaturas son esencialmente nocturnas o prefieren las zonas oscuras de los bosques; cuando salen lo hacen en busca de frutas, peces o aves con los cuales se alimentan.
Nunca se ha oído hablar a las ciguapas; afirman que emite aullidos e hipidos cuando corren por los campos, y cuando saltan o duermen entre las ramas de los árboles. Cuentan que las ciguapas tienen un corazón cazador, y que salen por las noches de las serranías en busca de algún caminante nocturno al que embruja, ama y luego mata.
Al decir de las leyendas, las ciguapas tienen malas costumbres; estas salen de sus moradas a robar manteca y carne cruda de las cocinas, aunque afirman que les gusta el maíz y otros granos que se siembran en los conucos.
En algunas regiones han visto a las ciguapas cabalgar por las madrugadas en los llanos de las montanas, y las han descubierto haciendo trenzas en las crines
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