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La Fe Mueve Montañas


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2014  •  884 Palabras (4 Páginas)  •  244 Visitas

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La FE, la esperanza y el amor son las tres virtudes teologales. Fueron infundidas por Dios en nuestra alma el día de nuestro bautismo, como una semilla, que había que hacer crecer con nuestro esfuerzo, oración y sacrificio. Desde ellas se fundamenta la vida cristiana. Sabemos que las tenemos pues son un don, por eso, debemos pedirlas constantemente a Dios. Él las da también a quien se las pide, a quien las busca.

Las virtudes no son una cosa que uno se pone, ni un título de estudios. Ni siquiera la virtud es un don natural con el que nacemos, porque si así fuera no sería virtud. Sin embargo, hay que aclarar que en la naturaleza humana existe una disposición y la capacidad para la virtud que facilita la adquisición de las mismas cuando se ponen los medios adecuados para ello. Virtud es una disposición habitual del hombre, adquirida por el ejercicio repetido de actuar consciente y libremente en orden a la perfección o al bien. La virtud, para que sea virtud, tiene que ser habitual, y no un acto esporádico o aislado. Es como una segunda naturaleza a la hora de actuar, pensar, reaccionar o sentir. Lo contrario a la virtud es el vicio, que es también un hábito adquirido por la repetición de actos contrarios al bien.

La FE y el amor, entendidos como virtudes, me llevan a pedir y conservar aquello que se me ha dado; implica un regalo precioso de Dios que me debo conservar y engrandecer con mi vida y mis acciones. La FE es creer y reconocer; porque creo y reconozco es que confío. Confío en Jesús y en su Palabra y la vida que brota de Él. Es muy difícil separar estas virtudes pareciera se confunden entre ellas…, así es la unión que se da. No hay mucha distinción, se centran más en la complementación y la vida en nuestro corazón. Éstas son fundamentales en la vida del hombre que busca realizarse y alcanzar la felicidad plena.

Podemos hasta hacer “juego” con las virtudes teologales: Creo (tengo fe) y por eso amo (caridad) y porque amo espero (esperanza); el esperar me lleva a tener FE y así… Las virtudes son inseparables pues vienen del Dios Uno y Trino: del amor pleno, de la confianza total y absoluta y, de la posesión de todo lo esperado. Dios nos dio estas virtudes para que seamos capaces de actuar a lo divino, es decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, la comodidad o el placer.

La FE, entendida como una virtud teologal, podemos definirla así: Es un don, una luz divina por la cual somos capaces de reconocer a Dios, ver su mano en cuanto nos sucede y ver las cosas como

Él las ve. Por tanto, la fe no es un conocimiento abstracto o teórico de doctrinas que debo aprender. La fe es la luz para poder entender las cosas de Dios.

Por eso, la fe, es un encuentro con Dios, con su designio de salvación. Y con la fe el hombre responde libremente a ese encuentro con Dios entregándose a Él, con la inteligencia y la voluntad.

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