La Mision de la Iglesia a la luz del Reino
VictorsotoleytonInforme27 de Julio de 2021
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EL REINO Y LA IGLESIA
CURSO : LA MISIOLOGIA
ESTUDIANTE : VICTOR SOTO LEYTON
PROFESOR(A) : GISELA CANALES
PROGRAMA : ETED
FECHA : 02 OCTUBRE 2020
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA:
Autor : George Eldon Ladd
Libro : Teología del Nuevo testamento
El Reino y la Iglesia
Debemos examinar ahora la relación específica entre el Reino y la
Iglesia, aceptando el círculo de discípulos de Jesús como a la Iglesia incipiente aunque aún no como la Iglesia propiamente dicha. La solución a este problema dependerá de la definición básica que se formule acerca del Reino. Si es correcto el concepto dinámico del Reino, nunca deberá identificarse con la Iglesia. El Reino es primordialmente el reinado dinámico o gobierno real de Dios y de forma derivada, la esfera en que se vive dicho gobierno. En el lenguaje bíblico, el Reino no se identifica con sus sujetos. Éstos son el pueblo del gobierno de Dios, cuyos miembros entran en él, viven bajo él y son gobernados por él. La Iglesia es la comunidad del Reino, pero nunca el Reino mismo. Los discípulos de Jesús pertenecen al Reino ya que el Reino les pertenece, pero no son el Reino. El Reino es el gobierno de Dios, la Iglesia es una sociedad de personas.
La Iglesia no es el Reino
Esta relación se puede explicar en cinco puntos. Primero, el Nuevo
Testamento no equipara a los creyentes con el Reino. Fueron los primeros misioneros quienes predicaron el Reino de Dios, no la Iglesia (Hch. 8: 12; 19:8; 20:25; 28:23, 31). Es imposible utilizar "Iglesia" en vez de "Reino" en esos versículos. Las únicas alusiones al pueblo como basileia son Apocalipsis 1:6 y 5:10; pero se le llama así al pueblo no porque sean sujetos del reinado de Dios sino porque compartirán el reinado de Cristo. "Y reinaremos sobre la tierra" (Ap. 5:10). En estos textos, "reino" es sinónimo de "reyes", no de pueblo sobre el que Dios gobierna.
Ninguno de los pasajes de los Evangelios equipara a los discípulos de Jesús con el Reino. Con frecuencia se ha querido ver semejante identificación en la parábola de la cizaña y, en realidad, la afirmación de que el Hijo del Hombre recogerá a todos los causantes de pecado "de su reino" (Mt. 13:41) antes de la llegada del Reino del Padre (13:43) parece sugerir que se equipara a la Iglesia con el Reino de Cristo. Sin embargo, la parábola misma afirma expresamente que el campo es el mundo, no la Iglesia (Mt. 13:38). El mensaje de la parábola no tiene nada que ver con la naturaleza de la Iglesia, sino que enseña que el Reino de Dios ha penetrado en la Historia sin perturbar la estructura actual de la sociedad. El bien y el mal vivirán juntos en el mundo hasta la consumación escatológica, aunque el Reino de Dios ya haya llegado. La expresión acerca de recoger el mal del Reino se proyecta hacia el futuro, no hacia el pasado.
También resulta equivocado basar en Mateo 16:18-19 la identificación del Reino con la Iglesia. Vos insiste demasiado en el lenguaje metafórico cuando afirma repetidas veces que esta identificación debe hacerse porque la primera parte del texto habla del fundamento del edificio y la segunda ve ya la casa como terminada con puertas y llaves. "Se excluye claramente que la casa pueda significar una cosa en la primera afirmación y otra en la segunda". En consecuencia, Vos afirma con toda seguridad que la Iglesia es el Reino.
Sin embargo, precisamente la índole del lenguaje metafórico es tener semejante fluidez. Este pasaje propone la relación inseparable entre la Iglesia y el Reino, pero no su identidad. Los muchos pasajes acerca de entrar en el Reino no equivalen a entrar en la Iglesia. Resulta confuso decir que "la Iglesia es la forma del Reino de Dios que se manifiesta entre la partida y el retorno de Jesús" Hay, desde luego, cierta analogía entre los dos conceptos por cuanto tanto el Reino y la esfera del gobierno de Dios como la Iglesia son ámbitos en los que las personas pueden entrar. Pero el Reino como esfera actual del gobierno de Dios es invisible, no es un fenómeno de este mundo, en tanto que la Iglesia es un cuerpo empírico de personas. John Bright tiene razón cuando afirma que nunca hay ni la más mínima insinuación de que la Iglesia visible pueda ser el Reino de Dios o producirlo. La Iglesia es el pueblo de Dios, nunca el Reino mismo. Por tanto, no ayuda ni siquiera decir que la Iglesia es "parte del Reino", o que en la consumación escatológica, la Iglesia y el reino se convierten en sinónimos.
El Reino crea la Iglesia
Segundo el Reino crea la Iglesia. El gobierno dinámico de Dios, presente en la misión de Jesús, invitaba a las personas a responder, conduciéndolas a una nueva comunión. La presencia del Reino significó el cumplimiento de la esperanza mesiánica del Antiguo Testamento prometido a Israel, pero cuando la nación como un todo rechazó el ofrecimiento, los que lo aceptaron constituyeron el nuevo pueblo de Dios, los hijos del Reino, el verdadero Israel, la iglesia incipiente.
"La Iglesia no es sino el resultado de la venida del Reino de Dios al mundo por medio de la misión de Jesucristo" La parábola de la red es instructiva en cuanto a la naturaleza de la Iglesia y a su relación con el Reino. El Reino es una acción que se parece a echar la red en el mar. Al moverse captura no sólo peces buenos sino también malos y, cuando se saca la red, hay que escoger los peces. Así es la Acción del Reino de Dios entre los seres humanos. En la actualidad no está creando una comunión pura, en el séquito de Jesús podía haber incluso un traidor. Si bien debe interpretarse esta parábola en función del ministerio de Jesús, los principios que se deducen de la misma se aplican a la Iglesia. La acción del Reino de Dios entre los seres humanos creó una comunión mixta, primero en los discípulos de Jesús y luego en la Iglesia. La venida escatológica del Reino significará juicio tanto para la sociedad humana en general (cizaña) como para la Iglesia en particular (echar la red). Hasta entonces, la comunión creada con la acción actual del Reino de Dios incluirá a seres humanos que no son verdaderos hijos del Reino. Así pues, la entrada en el Reino significa participación en la Iglesia, pero la entrada en la Iglesia no es necesariamente sinónimo de entrada en el Reino.
La Iglesia da testimonio del Reino
Tercero, la misión de la Iglesia es dar testimonio del Reino. La Iglesia
No puede edificar el Reino o convertirse en el Reino, pero sí dar testimonio del Reino: de los actos redentores de Dios en Cristo tanto pasados como futuros. Esto se refleja en la comisión que Jesús dio a los doce (Mt. 10) y a los setenta (Lc.10) y se refuerza con la proclamación de los apóstoles en el libro de Hechos.
El número de emisarios en las dos misiones de predicación parece tener significado simbólico. La mayoría de los estudiosos que niegan que la selección de los doce apóstoles-discípulos tuviera como fin representar el núcleo del verdadero, Israel reconoce en el número el significado simbólico de que Jesús destinaba su mensaje a todo Israel. En consecuencia, también deberíamos reconocer que setenta tiene un significado simbólico. Como era una tradición judía común que había setenta naciones en el mundo y que la Torá fue dada originalmente en setenta idiomas a todos los hombres, el envío de setenta emisarios es una afirmación implícita de que el mensaje de Jesús debe oírlo no sólo Israel, sino todas las personas.
La inclusión de los gentiles como receptores del Reino se enseña en otros textos. Cuando Israel rechazó el ofrecimiento del Reino de forma irreversible, Jesús anunció solemnemente que Israel ya no sería el pueblo del gobierno de Dios, sino que su lugar lo ocuparían otros que sí darían prueba de ser dignos de confianza (Mc. 12:1-9). Mateo interpreta este texto en el sentido de que "el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él" (Mt. 21 :43). Jeremías opina que el significado original de esta parábola es la vindicación de la predicación de Jesús a los pobres. Como los líderes del pueblo rechazaron el mensaje, deben ocupar su lugar como receptores del evangelio los pobres que oyen y responden'.
Sin embargo, dado que en Isaías 5 la viña es Israel mismo, es más probable que la interpretación de Mateo sea correcta y que la parábola significa que Israel ya no será el pueblo de la viña de Dios, sino que será reemplazado por otro pueblo que recibirá el mensaje del Reino.
Una idea parecida aparece en un marco escatológico en el pasaje del repudio de los hijos del Reino - Israel - y su sustitución por muchos gentiles que vendrán de Oriente y Occidente para sentarse en el banquete mesiánico del Reino escatológico de Dios (Mt. 8:11-12). El modo en que se llevará a cabo esta salvación de los gentiles lo indica
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