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La Oración De Pamela - Guardarse Para El Hombre Elegido Por Dios :3


Enviado por   •  24 de Abril de 2014  •  1.643 Palabras (7 Páginas)  •  823 Visitas

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Actualizado 20 diciembre 2013

Cómo es el amor de Dios

Antes de entrar…, en las ideas y pensamientos que se pueden tener sobre este tema, nos conviene recordar, una serie de principios básicos existentes en la teología católica, acerca de Dios y tener en cuenta nuestras humanas limitaciones. Lo primero de todo es poner sobre la mesa el principio que nos enuncia San Juan evangelista: Dios es amor y solo amor. (1Jn 4,16). Dios por supuesto carece de cuerpo material, es Espíritu puro, es en esencia tal como nos dice San Juan, amor y solo amor, y hay que encuadrarlo en el orden superior que es el orden del espíritu, y no es que sea este, un orden donde Él se encuadre, es que el mismo es el propio orden espiritual y es el mismo el creador del orden material.

Elementos puramente materiales, son todos aquellos que nos rodean; aire, aguas, rocas, material vegetal como es la madera o las hojas, materia animal como es la carne y los huesos, sean estos de animales irracionales o de personas. Y todo lo que es materia, ha sido creada por Dios, porque como ya antes hemos dicho Dios no es una parte del orden espiritual, es que Dios mismo, es el propio orden espiritual. Porque Dios carece de origen, Él es la causa u origen de todo. Aquí nos sucede algo similar a lo que ocurre con los propios atributos de Dios. Con nuestra mente humana, pensamos que Dios tiene unos atributos al igual que nosotros tenemos unas capacidades o condiciones. Fulano es muy listo, Zutana es muy guapa, pero ni fulano encarna el 100% de la inteligencia, porque él no es la propia inteligencia, ni Zutana encarna en exclusiva la belleza femenina, porque ella por muy guapa que sea, no es la propia belleza femenina, ni es su única fuente. Según nos indica Santo Tomás de Aquino, Dios no tiene atributos Él, al ser por sí mismo, la causa y origen de todo lo que es y existe, Él es el propio atributo.

Por lo tanto, Dios no es que tenga amor, es que Él es el amor y si nosotros somos capaces de amar, es porque Dios nos amó antes a nosotros: “Nosotros amamos, porque él nos amó primero”. (1Jn 4,19). Y Él nos amó, desde el momento en que nos creó y desde entonces nunca a ha dejado de amarnos, ni nos dejará de amar, salvo que cuando se acabe esta prueba de amor, por razón de la cual Dios nos ha situado en este mundo, llegado el final de la prueba, si no aceptemos el amor que el Señor nos ha estado ofreciendo desde nuestra creación, será entonces cuando voluntariamente nos salgamos de su ámbito de amor y entonces Dios dejará de amarnos. Será entonces cuando el vacío de luz divina y de amor, que se producirá en estos seres humanos que automáticamente se convertirá en odio y tinieblas eternas.

Para los seres humanos, que no hayan escogido en el momento final de sus vidas este camino de odio y tinieblas y con más o menos entusiasmo hayan aceptado el amor divino, este en su esencia e intensidad o cuantía, será eternamente igual, tal como es hoy en día, porque Dios es absolutamente inmutable, no cambia y no cambiará nunca eternamente, ser siempre igual. Cabe preguntarse ¿si el amor de Dios no cambiará y será igual al que conocemos, donde están las maravillas que se nos prometen? El problema no es Dios y su amor a nosotros, el problema somos nosotros, que no tenemos capacidad de ver entender y sobretodo apreciar el amor de Dios. Quien potencialmente puede tener y tiene capacidad para apreciar el amor de Dios a nosotros, es nuestra alma no nuestro cuerpo, al que tantas atenciones y cuidados le damos en detrimento de nuestra alma.

Nuestra alma es una desconocida para nosotros mismos, lo desconocemos todo de ella, sus potenciales capacidades están preparadas para recibir y corresponder a ese ilimitado amor que Dios le ofrece. Ni siquiera el más santo de los santos que conocemos, ha llegado a sacarle su jugo completo a las posibilidades de nuestra alma, porque nadie ha podido acercarse a sus límites finales ya que ellos son inexistentes Tomemos por ejemplo el amor, ninguna alma humana puede llegar a asimilar todo el amor que el Señor nos tiene, porque su amor carece de límites, y nosotros somos criaturas limitadas.

La mayoría de nosotros no nos tomamos en serio el problema del desarrollo espiritual de nuestra alma, pero eso sí la materia nos subyuga de tal forma que procuramos que a nuestro cuerpo no le falte de nada. El Señor nos dejó dicho: “63 El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras

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