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La Vocación


Enviado por   •  19 de Abril de 2013  •  2.958 Palabras (12 Páginas)  •  473 Visitas

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La Vocación

Respondiendo al llamado de Dios

 Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a

ser profeta de las naciones. Jer 1:5

 Mientras Jesús pasaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las

redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y yo los haré pescadores de hombres. Y de

inmediato dejaron sus redes y le siguieron. Mar 1,16-18

Todos somos llamados a la santidad y a la misión

Cristo llama a "cambiar" de vida y de mentalidad, para "creer en el Evangelio" (Mc 1,15). Esta llamada incluye un

"seguimiento" a modo de relación personal con él, con disponibilidad de "renuncia" a todo cuanto pueda impedir la

fidelidad al evangelio (Mt 16,24). Cuando envió a los Apóstoles a proclamar el mensaje cristiano a toda la humanidad, la

llamada a aceptar la fe incluía la recepción del bautismo (Mt 28,19-20).

La llamada de Jesús es para vivir su mensaje de las "bienaventuranzas" (Mt 5) y del mandato del amor (Jn 13,34-35), es decir, para vivir con sus mismas actitudes de donación según los planes salvíficos de Dios. "Bautizarse" en Cristo

equivale a comprometerse a tener sus criterios, su escala de valores y sus actitudes, para ser "hijos en el Hijo" (GS 22; cfr.

Ef 1,5). La pauta de toda vocación cristiana sigue siendo la llamada a los Apóstoles "Llamó a los que quiso (por iniciativa

suya), para estar con él (relación y seguimiento) y para enviarlos a predicar (misión)" (Mc 3,13-14).

Esta llamada es una elección gratuita de Dios en Cristo "desde antes de la creación del mundo" (Ef 1,4), para

participar en su misma filiación divina por la vida nueva en el Espíritu (cfr. Gal 4,4-7). La llamada incluye la invitación a

formar parte de la comunidad "convocada" por Jesús, su "Iglesia" (Mt 16,18).

Esta vocación es una llamada a la santidad y misión, para ser "sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5,13-16). La

"prenda" del Espíritu, recibido en el bautismo, hace posible el "plan" de Dios sobre una vida "santa" y sobre el compromiso

de "recapitular todas las cosas en Cristo" (Ef 1,6-14).

El encuentro con Cristo por una fe relacional (de adhesión y de conocimiento vivido), se hace seguimiento

permanente, en comunión de hermanos, para la misión. Las llamadas evangélicas recuerdan, aunque con la novedad

cristiana, otras llamadas del Antiguo Testamento a Abraham (Gen 12,1-9), Moisés (Ex 3,10-16), Samuel (Sam 3), Amós

(Am 7,15), Isaías (Is 6,9), Jeremías (Jer 1,7), Ezequiel (Ez 3,1-4), etc.

Respuesta y diversidad vocacional

La vocación cristiana es siempre don de Dios e iniciativa suya (Jn 15,16), que requiere una cooperación generosa y

que capacita para ella. La respuesta debe ser personalizada también con la ayuda la comunidad eclesial. La personalidad

humana y cristiana se realiza y desarrolla en la fidelidad generosa a la vocación. Entonces se encuentra y vive la identidad,

como armonía de criterios, escala de valores y actitudes respecto a la propia vocación.

Aunque todos los cristianos están "llamados a la perfección de la caridad" (LG 40) y a colaborar en la

evangelización, como "deber fundamental del Pueblo de Dios" (AG 35; cfr. LG 17), hay que reconocer la diversidad de

vocaciones y carismas para "formar un solo cuerpo" (Col 3,15; cfr. Rom 12; 1Cor 12). Ordinariamente se concreta esta

diversidad en tres estados de vida (laical, sacerdotal, vida consagrada), con aplicaciones diferenciadas o "carismas", tanto en

el camino de la santidad (matices en la oración, virtudes, fraternidad), como en el campo de los servicios o ministerios

(proféticos, cultuales y diaconales o de servicios de caridad).

Discernimiento, fidelidad y formación

Toda vocación necesita un proceso de discernimiento, para garantizar su existencia y para recorrer las etapas de su

maduración y afianzamiento, especialmente durante el período de formación inicial. Se discierne la vocación

ordinariamente por "los signos que cotidianamente dan a conocer a los cristianos prudentes la voluntad de Dios" (PO 11).

Jóvenes Para Cristo 2012

®

– www.marlondiaz2008.blogspot.com

Son los signos de la intención recta (convicciones y motivaciones evangélicas), la voluntad libre (decisiones permanentes e

incondicionadas), la idoneidad o cualidades necesarias (humanas, espirituales, intelectuales, pastorales). La comunidad

eclesial o sus representantes garantizan un recto discernimiento y también la autenticidad en el momento decisivo de la

elección.

La fidelidad generosa se expresará en el gozo de la decisión y de la donación, y en la convicción de saberse

realizado en la identidad de la propia vocación. Equivale al gozo de saberse amado por Cristo y capacitado para amarle y

hacerle amar. Toda vocación cristiana concreta su fidelidad en la relación personal con Cristo, en el compartir su

...

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