La Vocación
Wences199419 de Abril de 2013
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La Vocación
Respondiendo al llamado de Dios
Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a
ser profeta de las naciones. Jer 1:5
Mientras Jesús pasaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las
redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y yo los haré pescadores de hombres. Y de
inmediato dejaron sus redes y le siguieron. Mar 1,16-18
Todos somos llamados a la santidad y a la misión
Cristo llama a "cambiar" de vida y de mentalidad, para "creer en el Evangelio" (Mc 1,15). Esta llamada incluye un
"seguimiento" a modo de relación personal con él, con disponibilidad de "renuncia" a todo cuanto pueda impedir la
fidelidad al evangelio (Mt 16,24). Cuando envió a los Apóstoles a proclamar el mensaje cristiano a toda la humanidad, la
llamada a aceptar la fe incluía la recepción del bautismo (Mt 28,19-20).
La llamada de Jesús es para vivir su mensaje de las "bienaventuranzas" (Mt 5) y del mandato del amor (Jn 13,34-35), es decir, para vivir con sus mismas actitudes de donación según los planes salvíficos de Dios. "Bautizarse" en Cristo
equivale a comprometerse a tener sus criterios, su escala de valores y sus actitudes, para ser "hijos en el Hijo" (GS 22; cfr.
Ef 1,5). La pauta de toda vocación cristiana sigue siendo la llamada a los Apóstoles "Llamó a los que quiso (por iniciativa
suya), para estar con él (relación y seguimiento) y para enviarlos a predicar (misión)" (Mc 3,13-14).
Esta llamada es una elección gratuita de Dios en Cristo "desde antes de la creación del mundo" (Ef 1,4), para
participar en su misma filiación divina por la vida nueva en el Espíritu (cfr. Gal 4,4-7). La llamada incluye la invitación a
formar parte de la comunidad "convocada" por Jesús, su "Iglesia" (Mt 16,18).
Esta vocación es una llamada a la santidad y misión, para ser "sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5,13-16). La
"prenda" del Espíritu, recibido en el bautismo, hace posible el "plan" de Dios sobre una vida "santa" y sobre el compromiso
de "recapitular todas las cosas en Cristo" (Ef 1,6-14).
El encuentro con Cristo por una fe relacional (de adhesión y de conocimiento vivido), se hace seguimiento
permanente, en comunión de hermanos, para la misión. Las llamadas evangélicas recuerdan, aunque con la novedad
cristiana, otras llamadas del Antiguo Testamento a Abraham (Gen 12,1-9), Moisés (Ex 3,10-16), Samuel (Sam 3), Amós
(Am 7,15), Isaías (Is 6,9), Jeremías (Jer 1,7), Ezequiel (Ez 3,1-4), etc.
Respuesta y diversidad vocacional
La vocación cristiana es siempre don de Dios e iniciativa suya (Jn 15,16), que requiere una cooperación generosa y
que capacita para ella. La respuesta debe ser personalizada también con la ayuda la comunidad eclesial. La personalidad
humana y cristiana se realiza y desarrolla en la fidelidad generosa a la vocación. Entonces se encuentra y vive la identidad,
como armonía de criterios, escala de valores y actitudes respecto a la propia vocación.
Aunque todos los cristianos están "llamados a la perfección de la caridad" (LG 40) y a colaborar en la
evangelización, como "deber fundamental del Pueblo de Dios" (AG 35; cfr. LG 17), hay que reconocer la diversidad de
vocaciones y carismas para "formar un solo cuerpo" (Col 3,15; cfr. Rom 12; 1Cor 12). Ordinariamente se concreta esta
diversidad en tres estados de vida (laical, sacerdotal, vida consagrada), con aplicaciones diferenciadas o "carismas", tanto en
el camino de la santidad (matices en la oración, virtudes, fraternidad), como en el campo de los servicios o ministerios
(proféticos, cultuales y diaconales o de servicios de caridad).
Discernimiento, fidelidad y formación
Toda vocación necesita un proceso de discernimiento, para garantizar su existencia y para recorrer las etapas de su
maduración y afianzamiento, especialmente durante el período de formación inicial. Se discierne la vocación
ordinariamente por "los signos que cotidianamente dan a conocer a los cristianos prudentes la voluntad de Dios" (PO 11).
Jóvenes Para Cristo 2012
®
– www.marlondiaz2008.blogspot.com
Son los signos de la intención recta (convicciones y motivaciones evangélicas), la voluntad libre (decisiones permanentes e
incondicionadas), la idoneidad o cualidades necesarias (humanas, espirituales, intelectuales, pastorales). La comunidad
eclesial o sus representantes garantizan un recto discernimiento y también la autenticidad en el momento decisivo de la
elección.
La fidelidad generosa se expresará en el gozo de la decisión y de la donación, y en la convicción de saberse
realizado en la identidad de la propia vocación. Equivale al gozo de saberse amado por Cristo y capacitado para amarle y
hacerle amar. Toda vocación cristiana concreta su fidelidad en la relación personal con Cristo, en el compartir su misma
vida, en la vida fraterna y en la disponibilidad evangelizadora. El proceso de formación vocacional tiende principalmente a
conseguir esta fidelidad generosa en el campo de la santificación y de la misión.
Uno de los grandes retos al que cada joven debe hacer frente es el de encontrar su lugar en la sociedad y en la
Iglesia: Descubrir la propia vocación, el llamado personal de Dios.
Los jóvenes sienten más que nunca el atractivo de la llamada "sociedad de consumo", que los hace dependientes y
prisioneros de una interpretación individualista, materialista y hedonista de la existencia humana. De aquí el rechazo de
todo aquello que sepa a sacrificio y renuncia al esfuerzo de buscar y vivir los valores espirituales y religiosos.
En este tema describiremos el proceso por medio del cual se puede llegar a discernir el llamado de Dios; enumeraremos
siete pasos que ayudarán a descubrir el proyecto de Dios, para toda respuesta vocacional. Aunque en este caso nos
referiremos directamente a las vocaciones consagradas, estos 7 pasos son aplicables a la elección de cualquier estado de
vida.
Siete pasos para discernir mejor - (www.es.catholic.net)
1. ORACION:
"¿Qué debo hacer, Señor?" (Hch 22,10).
La Vocación no es sólo lo que tú quieres ser y hacer, es ante todo lo que Dios quiere que tú seas y hagas; no es algo que tú
inventas, es algo que encuentras; no es el proyecto que tú tienes sobre ti mismo, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y qu e
tú debes realizar.
Por eso, para descubrir tu vocación, lo primero que debes hacer es dialogar con Dios: orar. Sólo mediante la oración podrás
encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afina tu oído para que puedas escuchar: "Habla, que tu
siervo escucha" (I Sam 3,10).
Sólo en el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: "ven y sígueme"(Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice:
"vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti" (Lc. 8,38).
2. PERCEPCION:
"Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo,
no podía" (Jr 20,9).
Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti, tienes que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Para esto, necesitas
saber hacer silencio en torno a ti y en tu interior. El ruido te impedirá percibir.
Está atento a todo, a tus deseos, a tus miedos, a tus inquietudes, a tus proyectos. Escucha a todos: a los que aprueban tu
inquietud, a los que la critican. Dios se vale de diversos intermediarios para hacerte oír su voz. Escúchate a ti mismo: ¿A
qué se inclina tu corazón ? ¿Qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean, ¿qué te está diciendo Dios
a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su esperanza, de su necesidad de Dios...? Escucha al Padre que, a
través de la historia concreta de los hombres, te revela manera como quiere que colabores en la instauración del Reino.
Ve tu historia. ¿Por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles son los acontecimientos más importantes de tu vida? ¿De qué
manera Dios ha estado presente o ausente en tu vida? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti? ¿Por qué?
Contempla el futuro. ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes solo una vida, ¿a
qué quieres dedicarla por completo?
Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son signos de una verdadera vocación consagrada, o bien
son manifestaciones de que Dios quiere que, como laico, intensifiques tu vida cristiana.
Solo si aprendes a escuchar, a mirar y a estar atento, podrás descubrir los signos de la llamada de Dios.
En este nivel podrás llegar a decir: "Tal vez Dios me esté llamando" ,"siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios".
Jóvenes Para Cristo 2012
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