Manual de fe y mundo contemporaneo
ariel24Resumen20 de Febrero de 2017
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Universidad La Salle Noroeste
Fe y Mundo Contemporáneo
6to. Semestre
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ………….………………………………………………………………………….. 2
DESCRIPCIÓN DE LA VIVENCIA PERSONAL RELIGIOSA …….……………………….. 6
I. ¿EXISTE DIOS?
1.1.DIOS COMO PROBLEMA
1.2. DIOS COMO CONCEPTO
1.3. LA IDEA DE DIOS HOY
1.4. DIOS Y LA LIBERTAD
1.5. ¿EXISTE O NO?
1,6 ¿QUÉ CON EL MAL?
II. ¿NECESIDAD DE DIOS?
2.1. INVITACIÓN A LA FE
2.2. LA AFIRMACIÓN DE DIOS
2.3. LAS TRAMPAS DE LA FE (DOMÍNGUEZ MORANO)
III. ¿PARA QUÉ DIOS?
3.1 CONSECUENCIAS DE LA FE
3.2 FE COMO GUÍA
CONCLUSIÓN ……………………………………………………………………………………. 103
BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………. 104
INTRODUCCIÓN
Si viniera alguien de otra época en una máquina del tiempo a realizar una descripción del ser humano de comienzos del siglo XXI sin duda alguna describiría al ser humano como un ser hecho para producir y consumir, en donde sus preocupaciones preponderantes son la eficacia y eficiencia en sus medios de producción empleando para ello tecnología de vanguardia donde adquiere una especial relevancia la investigación científica, y en donde la mercadotecnia le dicta como imperativo categórico al hombre de hoy qué debe consumir para ser una persona del momento.
Pero surge una pregunta radical, ¿en realidad esto es el hombre? ¿Acaso la esencia del hombre radica solo en su ciclo vital y en eso consiste la plenitud de la existencia humana: nacer (en caso de no estorbar), crecer, producir, consumir, reproducirse y morir? ¿Es todo lo que define a la existencia humana? ¿Es posible que todas las inquietudes de la persona sean resueltas por productos factibles de encontrar en el mercado para ser adquiridos y consumidos por la cada quién?
Paul Tillich describe la situación del hombre actual de la siguiente manera:
“Existen numerosos análisis del hombre actual y de la sociedad moderna. Pero la mayoría de ellos no pasan de ser una diagnosis de las características más notables, y sólo pocos consiguen encontrar una clave para la comprensión de nuestra actual situación. Aunque no es ello cosa fácil, quisiera yo intentarlo y comenzar con una afirmación que, de momento, podrá parecer ininteligible: el elemento decisivo en la actual situación del hombre occidental es la pérdida de la dimensión de profundidad. «Dimensión de profundidad» es una metáfora espacial; ¿qué significa cuando se la aplica a la vida espiritual del hombre, y se dice que es algo que éste ha perdido? Significa que el hombre ha perdido la respuesta a la pregunta por el sentido de su vida, la pregunta por el de dónde viene y a dónde va, la pregunta por lo que hace y debe hacer de sí en el breve espacio entre nacimiento y muerte. Estas preguntas no encuentran ya respuesta alguna; más aún, ni siquiera son planteadas cuando se ha perdido la dimensión de profundidad Y esto es precisamente lo que ha acontecido en nuestra época. Nuestra generación no tiene ya coraje para plantearse tales cuestiones con la incondicional seriedad con que lo hicieron generaciones pretéritas; y tampoco tiene ya el coraje de escuchar ninguna respuesta a estas cuestiones. [...] Ser religioso significa preguntarse apasionadamente por el sentido de nuestra vida y estar abierto a una respuesta, aun cuando ella nos haga vacilar profundamente”[1].
Cuando lo esencial no interesa, se pierde el sentido mismo de la persona. Cuando lo esencial de la persona no es ella misma en la radicalidad de sus preguntas, ya no hay respuestas que valgan ni respuestas luminosas. Se vive sin respuestas. Se vive sólo en la superficie y a merced de los vientos del momento. No es que los hombres y mujeres de hoy seamos mejores o peores que los de otro tiempo. La novedad de nuestro hoy es una realidad compleja: la persona hoy influye tanto y tan decisivamente en el mundo que lo va transformando, pero esta transformación no es algo que se quede fuera de la persona, sino que reviene sobre ella y la influye y la modifica con el peligro convertirla en un instrumento más. Esto es vivir en superficialidad o en horizontalidad: convertirnos en instrumentos. Cargados de haceres y de quehaceres ya no tenemos tiempo para nada y menos para preguntarnos quiénes somos. Además, no interesan estas preguntas porque se sospecha que la respuesta puede afectarnos vitalmente.
Llevamos una vida que nos cansa, sobre todo en las grandes aglomeraciones. ¿Qué tiene que ver esto con la profundidad? Pues tiene mucho que ver: la salud y el sufrimiento son uno de los lugares desde donde la persona se asoma a la profundidad. El salmista grita: “Desde lo hondo a ti grito, Señor. Señor, escucha mi voz” (Sal 129, 1).
La profundidad no es ni superficie ni altura. La profundidad es un camino hacia adentro, hacia el propio corazón. Un camino en el que uno reconoce que lo que se ve tiene muchas veces algo que ver con lo que no se ve. La profundidad es el camino que lleva a dejar a un lado todo lo que nos parece importante, urgente, inmediato y a emprender otro “menos eficaz”, pero camino esencial: ¿Qué sentido tiene esto que estoy haciendo? ¿Por qué hago lo que hago? ¿Por qué sufro? ¿Qué es lo que realmente mi corazón me grita? ¿Qué es realmente lo que vale la pena cuando palpo de cerca el dolor y las cosas que tengo no me solucionan nada? ¿Quién soy yo? Muchas veces he dicho a mis mejores amigos: “¡Ay, cómo te deseo que el sufrimiento te visite!” La verdad es que no quiero ver sufrir a nadie. Pero he experimentado que hay personas que sólo se asoman al camino de la profundidad y del sentido cuando les visita el sufrimiento y saben plantarle cara.
Hoy quizá sea más necesario que nunca replantear las grandes cuestiones del destino y fin de la vida humana, entre ellas, la cuestión de Dios. Esta antología elaborada como material de texto para la materia “Fe y mundo contemporáneo” tiene por objetivo retomar esta pregunta y replantear la relevancia que tienen las grandes preguntas en el mundo actual.
La Pregunta de Kant: -“¿Qué es el hombre?” −que albergaba los tres interrogantes básicos de la vida humana: ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?− Concentra perfectamente la pregunta por el misterio fundamental de la persona humana los cuales reflejan los interrogantes de la vida cotidiana hasta los últimos “porqués” de la existencia.
DESCRIPCIÓN DE LA VIVENCIA PERSONAL RELIGIOSA
A continuación se presenta unas pautas de reflexión para evaluar la experiencia personal religiosa. Se sugiere que estas preguntas se contesten detenidamente al inicio y al término del curso “Fe y mundo contemporáneo” para cotejar las diferencias.
- Contenido del concepto de Dios
- ¿A partir de mi propia idea de Dios y la de otros, qué aspectos juzgo principales y cuales secundarios, cuáles inútiles y aun fastidiosos para el hombre de hoy?
- Personalmente, ¿qué considero esencial en el concepto de Dios?
- Comparando lo anterior con el credo cristiano, ¿Cuáles puntos veo importantes para la vida y cuáles me inquietan o me causan malestar?
- ¿Cómo relaciono el concepto de Dios en mi vida?¿Será Dios un frío objeto de doctrina, una razón última de las cosas, una meta en mi vida, un núcleo de mi existencia?
- Mis actitudes frente a Dios.
- ¿Mi creencia en Dios ha evolucionado?¿Dicho cambio ha sucedido por alguna experiencia y cuál? ¿Precisando: de una religión impuesta, externa he pasado a una asumida conscientemente y mejor interiorizada?
- ¿Qué motivos tengo para creer en Dios? ¿Tomando distancia los veo frágiles o válidos?
- ¿Qué dudas tengo sobre Dios y la religión? ¿Qué motiva esas dudas?
- ¿A partir de mi última respuesta, modificaría lo que he respondido en las tres preguntas anteriores?
- Relaciones entre mi fe y mi vida.
- ¿Cuáles son para mí los valores más importantes en mi vida?¿Serán, por ejemplo, los que satisfacen mi curiosidad intelectual, los que señalan metas a mis acciones, los que me proporcionan felicidad, los que ayudan a que todos vivamos en armonía?
- Comparando la respuesta anterior con la del 1.1., ¿podré deducir que si mi fe responde prácticamente a los valores de la vida, será auténtica, si lo contrario, tendré que revisarla durante le curso del presente tratado?
- ¿Si tengo convicciones sobre moral, política, ciencias, magia, ocultismo, etc. que no compaginan con mi fe y que tienen prioridad sobre esta, espero que esta materia me ayude para mi reflexión?
- Mis acuerdos y desacuerdos con creyentes y no creyentes.
- ¿Qué me gusta y qué me disgusta en la manera de proceder y de juzgar de aquellos que he conocido como “creyentes”?
- ¿En qué puntos me siento más próximo a los “incrédulos” que a los “creyentes”?¿Esta cercanía es en cuestiones que tienen que ver con la fe, como son la libertad humana, la justicia social, la sexualidad, la política…? ¿Sería útil examinar si los que califico de “creyentes” tienen o no un concepto errado del compromiso religioso?
- ¿Cuál es mi actitud frente a las críticas que oigo contra la creencia en Dios? ¿Pienso que tienen fundamento y me dejan inseguro, angustiado, agresivo o indiferente?
- ¿Pienso que la religión es algo imprescindible para la humanidad ayer y hoy? ¿Pienso que la religión debe transformarse y en qué sentido?
- ¿Sobre cuales temas juzgo que la religión debe dialogar con el hombre de hoy y en qué forma debería hacerlo?
- Hipótesis frente a mi actitud.
- ¿Sinceramente desearía que Dios no existiera o fuera indiferente para que no pusiera restricciones a mi libertad, a mi estilo de vida?
- ¿Preferiría tener otra manera distinta de ver la vida, de valorar las cosas… que aquella dada por la fe? ¿Preferiría una religión que hable sólo de felicidad terrena y niegue o calle el más allá de la muerte?
- ¿Ante la alternativa de ser creyente o no creyente, qué escogería yo y por qué? ¿Cómo explicaría esta mi opción ante un creyente o ante un increyente?
I. EL ORIGEN FILOSÓFICO
DE LA PREGUNTA POR DIOS
1. Dios, noción que surge de nuestra experiencia concreta.
Es prácticamente imposible hablar de Dios desde un punto neutral es particularmente para todo aquel que quiera comenzar a reflexionar acerca de este tema en donde surgen de forma a priori nuestros esquemas mentales previos o paradigmas sobre los cuales hemos construido a lo largo de nuestra vida nuestra idea de Dios, la cual se puede edificar por medio de la transmisión en nuestros hogares, en nuestra sociedad, ya sea por imposición, o quizás, exista alguna experiencia desagradable la cual provoca el alejamiento de Dios o una imagen errónea de él.
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