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TEXTOS SOBRE VIRTUDES


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2012  •  2.498 Palabras (10 Páginas)  •  460 Visitas

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LECTURA N° 01 :LA VOLUNTARIA DE LOURDES

Aquella chica sin manos, feliz de la vida ayudando a los demás. Podría pedir ser cuidada, estar atendida... y, sin embargo, servía. Autor: P. Arturo Guerra, LC | Fuente: Catholic.net

Lourdes es una isla de silencio y oración en Europa. Los peregrinos van y vienen en callada piedad, día y noche, todo el año. Muchos de los peregrinos son enfermos en silla de ruedas o en camilla, acompañados por chicos y chicas que hacen de enfermeros voluntarios.

A veces es tanta la gente voluntaria en Lourdes que para ayudar hay que hacer cola, y no escoges necesariamente el tipo de ayuda sino que se te es dado: un buen ejercicio de ayuda desinteresada.

Aquella semana de verano a nuestra pequeña cuadrilla le tocó lavar platos durante algunas comidas y cenas solamente, pues los demás turnos estaban ya cubiertos. Nos tocó en los edificios nuevos del hospital. Nos pusimos un delantal de plástico y, ¡a lavar platos! Modernas máquinas industriales multiplicaban nuestra buena voluntad. Era un comedor de enfermos minusválidos. Voluntarias de otro grupo, con su uniforme de enfermera, se encargaban de repartir la comida y de asistir a aquellos enfermos que por sí mismos no podían tomar el alimento.

Nosotros veíamos aquello sólo de lejos. Las enfermeras iban y venían con platos sucios que te entregaban en las manos.

En un momento en que las máquinas hacían afanosamente su trabajo, mirando aquel comedor de ancianos y enfermos, vi a una chica joven que no tenía manos.

No era una de las enfermas. Era una de las azarosas enfermeras que iban y venían por todo el comedor sirviendo a los enfermos...

Vi cómo se acercaba a los enfermos y les ayudaba. Vi cómo cogía entre sus brazos una cuchara que metía en la sopa, y, con mucha precisión, la llevaba a la boca de una anciana que sí tenía manos pero que quizá ya no las controlaba o las tenía inmóviles. Una cucharada y otra cucharada... Yo, no podía creerlo. A esas alturas, de lo de lavar platos ya ni me acordaba...

Aquella enfermera seguía sirviendo a todo mundo. De pronto, con un plato vacío de sopa que sujetaba entre sus brazos, se acercó a nuestra zona de vajilla. Con manos temblorosas y un nudo en la garganta recibí el plato sucio que ella me entregó mientras sonreía. Era una chica francesa. Yo le devolví la sonrisa como pude... Ella se dio la media vuelta y se fue a seguir sirviendo a sus enfermos...

Aquella chica sin manos, feliz de la vida ayudando a los demás. Podría pedir ser cuidada, estar atendida... y, sin embargo, servía.

De esto fui testigo un día que se me ocurrió visitar Lourdes. ¿Qué cosas tan increíbles no sucederán ahí día tras día, año tras año?

María, desde tus santuarios, sigue tocando muchos corazones que descubran la más auténtica de las felicidades en la entrega a Dios y al prójimo.

¡Vence el mal con el bien!

LECTURA N° 02 ¿BASTA CON PEDIR PERDON? Nos duele el mal que hicimos. Por eso pedimos perdón al familiar, al amigo, al compañero de estudio o trabajo, a esa persona a la que ofendimos tanto.

Pedimos también perdón a Dios, porque se interesa por nosotros, porque sigue nuestros pasos, porque somos sus hijos débiles y enfermos.

No basta, por lo tanto, con pedir perdón. Hay que detenerse a pensar, analizar a fondo la propia conciencia, para descubrir qué debemos cambiar en nosotros para que sea posible evitar futuros pecados y ofensas que dañan tantos corazones.

Además, hay que reparar el daño cometido. Si herimos a una persona, si hablamos mal sobre un inocente, si robamos un objeto de la escuela, estamos obligados, en justicia, a reparar por los males cometidos y a devolver a cada uno aquello que le corresponde.

Igualmente, cada vez que pensemos en ofender debemos ser fuertes y dejar de hacerlo. Con sencillez y con esmero, hay que apartar cualquier obstáculo que nos arrastre, poco a poco, hacia el mal.

De ese modo, nuestros buenos deseos se harán realidad, porque poco a poco nos acercaremos al camino de la verdad, la honradez y el amor sincero. ¡Vence el mal con el bien!

LECTURA 03 :

Ayer camino a casa, Carolina

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