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Trabajo Pacem In Terris


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2013  •  6.020 Palabras (25 Páginas)  •  304 Visitas

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PRESENTACIÓN DEL PAPA JUAN XXIII (1881-1963)

Fue elegido como sucesor de Pío XII un 28 de octubre de 1958.

Parece que lo fue como un papa de transición.

Miembro de una familia campesina. Nació en el norte de Italia en la provincia de Brescia en 1881. Seminarista pobre; sacerdote sencillo, pero con autoridad moral en su medio; muy sencillo, devoto e inclinado al estudio.

Desde muy joven será requerido para tareas administrativas y formativas en su diócesis y seminario; el tiempo que le sobraba lo empleaba en actividades pastorales.

Una vez en Roma, se pondrá al servicio de la Santa Sede. En 1925 iniciará su trabajo diplomático como delegado apostólico en Bulgaria (1925-1934), Turquía (1935-1944); para más adelante ser nombrado nuncio en Francia (1945-1953). Los cinco años antes de ser elegido papa fue Patriarca de Venecia (1953-1958).

De papa de transición, nada. El que había sido elegido como un papa de transición muy pronto dará la impresión de que no lo iba a ser; llama la atención su nombre; un nombre popular, Juan. Su presentación el día de su coronación tuvo más de sacerdotal que de episcopal o papal: se presenta como José, uno de los hijos del Patriarca Jacob, enviado a sus desventurados hermanos que viven angustiados y perdidos para hablarles salvarlos cuando estaban perdidos en Egipto, hablarles al corazón, como un padre lo hace con sus hijos y un bien hermano con sus hermanos y parientes.

A los pocos días de su nombramiento rompe con las austeras costumbres de sus predecesores: sale del Vaticano, visita las parroquias romanas, las cárceles, los hospitales. Quiere practicar las obras de misericordia.

Nombra como Secretario de Estado a Domenico Tardini, que había pasado quince años, ante la desconfianza y los recelos del papa Pacelli, como sustituto de la Secretaría. Casi de improviso aborda la transformación de la nómina del colegio cardenalicio. En cinco años creará 57 cardenales, un número casi igual a los que nombró Pío XII a lo largo de todo su pontificado. El primero será el arzobispo de Milán, Juan Bautista Montini. Viaja por Italia, visita los santuarios de Loreto y Asís. Sus antecesores no se salían del Vaticano desde 1870. Se presenta como pastor y no como gobernante. En Loreto afirmó que la Iglesia estaba en camino hacia una dominación espiritual; en Asís que la Iglesia debía ser reformada desde y con la práctica de la pobreza.

Desde el comienzo de su pontificado su principal empresa fue la convocatoria de un concilio ecuménico de aggiornamento. Lo anunció el 25 de enero de 1959, el último día de la Semana por la Unidad de los cristianos. En la primavera de 1960 crea el Secretariado para la Unidad de los cristianos, que confía al jesuita alemán, Agustín Bea (1881-1968). Tambièn se acercó a los judíos.

Frente a las reticencias y resistencias de la Curia Vaticana, él mismo como papa quiso llevar las riendas del Concilio: invitó al Vaticano al arzobispo de Canterbury, Fisher e hizo cuanto pudo para que el Concilio Vaticano II admitiese no sólo los teólogos de todo el mundo católico sino también algunos observadores de las iglesias protestantes, ortodoxas y hasta del Patriarcado de Moscú.

En el campo de la Doctrina Social, con el nuevo papa llegaba una nueva sensibilidad para los problemas sociales. La Mater et Magistra (1961) no será una conmemoración más de la RN y la Pacem in Terris (PT) marcará un nuevo rumbo en la doctrina social de la Iglesia.

La MM es una encíclica de transición. Está muy alejada de las preocupaciones de la postguerra. Participa, aunque avisa de las graves y grandes desigualdades que se están abriendo entre pobres y ricos, entre naciones cada vez más poderosas y pueblos que se abren a un mundo que les viene ancho y complejo, de un cierto optimismo, del optimismo de la época. Los problemas que se abordan en esta encíclica y en todo su magisterio se enfocan, en parte, con una mentalidad diferente

¿Qué ha sucedido para que se llegue a esta nueva etapa? Lo que ha ocurrido es que el tiempo no pasa en balde y que en Europa y en el mundo la democracia, el desarrollo, el estado de Bienestar y la descolonización son un hecho.

La democracia, tal como decíamos hace tiempo, es la gran lección de la guerra. Las soluciones totalitarias acabaron convirtiéndose en un problema para quienes las adoptaron como tablas de salvación.

Un desarrollo sostenido, en la práctica desde 1945 hasta 1961, fue una de las causas de un inesperado y universal aumento de bienestar social. Creció el nivel de vida, los bienes de consumo se universalizaron y pudieron ser consumidos cada vez más por un mayor número de personas. Irrumpió el llamado consumo de masas, que, al tiempo que aparentemente difuminaba las diferencias entre las clases sociales, acabó creando una homogeneización de las costumbres y de las pautas de comportamiento, aunque no la soñada igualdad de todos los hombres.

El desarrollo económico, gracias al apoyo de los poderes públicos, pudo mantener un ritmo sostenido y de carácter universal. El Estado de bienestar fue consolidándose poco a poco. Con un fortalecido y omnipresente Estado de bienestar, las administraciones públicas acabaron por orienta la actividad económica de los pueblos y, en lo posible, evitaron que las grandes crisis que en otro tiempo vivió el capitalismo no se diesen con tanta frecuencia y supusiesen riesgos tan estremecedores como los vividos en 1929. El Estado, por otra parte, terminó cada vez más educación y sanidad. Como contrapartida, los Estados se vieron obligados a garantizar su capacidad recaudatoria, dotándose de un potente y sofisticado sistema fiscal, favorecedor de todos aquellos cuyas actividades económicas no les proporcionaran lo mínimo para vivir.

La descolonización de Asia y África y, en su tanto de América Latina, fue despertando en todos estos países y en muchos de sus ciudadanos deseos de “participar de los frutos del desarrollo económico y de acceder, por fin, a los niveles de bienestar que habían alcanzado ya los países industrializados”. Cerca de 40 países consiguieron su independencia y unos 800 millones de personas sintieron que eran llamados a la participación política. Esos 800 millones se correspondían con más de la cuarta parte de la población mundial. En orden a la independencia de las colonias tuvo mucho importancia la Conferencia afroasiática de Bandung (Indonesia) en 1955, donde 24 países, muy diferentes entre sí, llegaron a un acuerdo sobre la dignidad de los pueblos coloniales y sobre su derecho a la igualdad con las naciones ricas. Nehru (1888-1964) presentó sus famosos cinco principios: respeto a la soberanía,

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