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Mucho Antes Del Inicio , Para Armando Aranha


Enviado por   •  25 de Junio de 2011  •  2.911 Palabras (12 Páginas)  •  1.180 Visitas

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Mucho antes del inicio (Para Armando Aranha)

Lo que sigue es un apuro en el camino, Armando se fue sin avisar, de nuestras discusiones fuera de las persecuciones de las que era objeto, por no hablar español, por no seguir jueguitos, sale la idea de reconstruir una crítica a la razón constitucional desde la concreción de una razón histórica y política, marxista-leninista para más señas. Pero bueno, creo que entendí su portugués tan venezolano, así que me toca discutir conmigo, con el Armando que llevo conmigo y tratar de llevar a término lo que nos planteamos. Porque la muerte es así, me deslindo de los que temen a los fantasmas, prefiero que me acompañen, me hablen con mi voz, porque además creo, felizmente, que los carajos como Armando, tienen el paraíso en el cielo totalmente negado, por querer construir un paraíso en la tierra. Por eso siempre los tendremos con nosotros.

En un inicio

El debate sobre la Reforma se despliega en todos los espacios de actividad humana, y como en una encrucijada de fuertes vientos, las briznas y las virutas, dependiendo de si hay frescura o hay incendio, danzan ante nuestros ojos. Algunos, buscando explicación al caos, se han hastiado de las razones de saber aparentes, de las voces del miedo, y han puesto en la razón la difícil tarea de emprender su propio conocimiento y de establecerse como tribunal que “… al mismo tiempo que asegure sus legítimas aspiraciones, rechace todas las que sean infundadas, y no haciendo esto mediante arbitrariedades, sino según leyes inmutables y eternas.” (Kant, 1997, pág. 121). Habla así el viejito Kant, piensan así varios actualmente, quizá no pretendan proyectar el razonamiento en un fondo inmutable y eterno, pero al menos con alguna garantía de estabilidad, algo de permanencia.

No es un lujo la cita, también en los momentos del viejo Kant habían conflictos agudos, hubo fuertes enfrentamientos a nivel político, avances de poderes, la iglesia, el estado, entre otros. El viejo apela a la razón y no a los productos de la misma: desdeña a los libros y los sistemas. Su trance es el de colocar a la razón, la razón pura, en el centro del asunto. Esto suena harto familiar.

Actualmente el conflicto nuestro, pasando por el exorcismo de lo europeo, para tranquilidad de muchos y despecho de Zapatero, tiene un signo evidente: conocedores de la ley en ambos bandos argumentan a favor y en contra, nuestro Escarrá señala las condiciones que hacen de la reforma un avance “legal”, mientras que el Escarrá de la acera de en frente vocifera con su gomina a prueba de sudor, sobre las mismas que la hacen “inconstitucional”. Sin embargo, hay señales que nos dicen que el problema va más allá de una simple querella legal, pareciera prudente la advertencia de Kant de despegarse de producciones de la razón, en este caso “constitucional”, para emplear la pureza de la misma para dirimir las diferencias, para levantarse desde la antinomia aparente y poder echar un vistazo al escenario con la altura suficiente para hacer polvo de la piedra de traba.

Pero la opción no es la razón pura, no es el privilegio de un “razonamiento” aséptico que deja el trabajo sucio a otros, no pretende el ejemplo de estabilidad de la lógica o de la matemática, es decir, la crítica que esbozamos en un primer nivel de aproximación, es una crítica “a” la razón constitucional, al privilegio de las concepciones a lo interno de la misma y a las lógicas que de ellas derivan, a la pretensión de la supremacía de lo lógico sobre lo histórico, a la búsqueda de las razones últimas en teorías desligadas de conciencia social e histórica, en realidad la opción que esgrimimos es en contra de la pretendida pureza de la razón constitucional.

Como se expresa en el epígrafe, se trata abrir la propuesta desde dos elementos importantes de dicha crítica, los conceptos de Constitución y Poder Constituyente. Pero no desde una postura jurídica, se pretende poner a lo jurídico en su lugar, el avance apunta hacia la reivindicación de lo político como necesario espacio de génesis de lo jurídico.

Sobre el Concepto, o los elementos formales de la crítica

Un breve toque sobre lo que entendemos por “forma” y lo derivado en concepto. No todo lo estable es una forma, y sin embargo, hay cosas que en su virtud –a lo interno de la cosa-, o intención –desde lo externo de la misma-, en virtud o intención de permanencia, al pretenderse formas, son formas inauténticas. Esto podría provenir de una concepción ingenua, o de una concepción mal intencionada de lo “formal”. La “forma” como concepto puede ser superada como noción ingenua, o puede ser enfrentada, batallada, como concepción reaccionaria, ante ambos tipos de lógicas debe enfrentarse la visión dialéctica, marxista, y no europea, que tiene en la forma a un producto de la abstracción.

Ahora bien, la forma encerrada en lo permanente, ya sea intrínseca o extrínsecamente, es una forma inauténtica. La forma como evolución hacia una causa final y absoluta (Aristóteles) es otra forma de inautenticidad, este caso es el de la permanencia como telos, la estabilidad como preforma de la estructura, como un fin último al que se llega sin creatividad. Ubiquemos a este fragmento en su contexto: “Las totalidades eidéticas de Husserl –y sobre todo el fenomenólogo catolizante Scheler- proporcionaron entonces el modelo de un orden estático, con pura yuxtaposición y superposición, sin sucesión evolutiva e histórica, dotado, además, de un destino esencial y sometido a una ley monolineal” (E. Bloch, 1969, pág. 27), en otras palabras, el trasfondo de las variantes inauténticas de las nociones de forma que señalamos en esta sección del escrito, son adecuadas a concepciones políticas reaccionarias y, por consiguiente, dan cuenta del trasfondo ideológico detrás de la aparentemente ingenua noción de forma.

De lo anterior, de la concepción de forma como “lo estático” o lo que “evoluciona hacia lo absoluto” encontramos los primeros elementos de la reacción. Más manifiesto aún en las construcciones conceptuales, lo que se trafica en el lenguaje común: el concepto, esto es, lo estable del discurso, los elementos formales, lo que accede a la validación porque está sujeto y a veces aleteando a punto de escapar como una mariposa, lo que da cuenta de una práctica, de una teoría, la unidad de ambos mundos: el Concepto pensado como unidad entre teoría y práctica. La estabilidad de esa unidad es la estabilidad de un concepto, la crisis de esa estabilidad es la crisis de la estabilidad de un concepto.

Puede parecer que nos contradecimos:

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