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Supervisor HSE


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  3.669 Palabras (15 Páginas)  •  246 Visitas

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"Lo natural no es fin ni final para el hombre actual".

J. D. García Bacca

La tecnología acompaña a la humanidad desde el amanecer de la historia. Previo a las Tablas de los Diez Mandamientos, el hombre realizaba sus primeras experiencias en la fabricación de objetos y herramientas. El hombre emergió como tecnólogo obligado a vencer las dificultades del medio ambiente y asegurar su supervivencia. En un lapso que cubre cuatro mil años la tecnología adquiere residencia en la tierra y sus vecindades. La tecnología conquista su propio espacio y en su desplazamiento sideral parece no tener fronteras. Poseído por una voluntad de progreso, el hombre construye nuevas alas en su eterno sueño de redimir las pretensiones de Icaro. Llegó el tiempo de meditar sobre el proyecto de acercarnos al sol. El caos vendría si los basureros de tecnología crecen exponencialmente.

Los límites de la tecnología semejan un crucigrama sin solución. Las dificultades comienzan en la definición de tecnología. Aquí los peligros por omisión estrechan su dimensión. Mirar la tecnología como "conocimientos propios de un oficio mecánico" (D.R.A.E., 1970) anula toda posibilidad de unión de la tecnología con el arte y otras expresiones de la cultura. Por ejemplo, ignora que "toda música implica tecnología" (Maceda, 1982). Pero también existen peligros por exceso cuando la tecnología abarca coordenadas que no son de su dominio y se transforma en "amplificación consciente de las capacidades humanas" (Frankelfeld, 1992) donde tienen cupo la docencia, la investigación y la casi totalidad de las actividades del hombre.

Las organizaciones corporativas aplican tecnología mediante códigos que originan nuevos productos. En ocasiones la tecnología se convierte en la parte operativa de una función de producción. La tecnología está presente en los procedimientos operacionales de los ordenadores y en la ingeniería genética. Por ausencia de una definición satisfactoria de tecnología y por imprecisión de sus límites, se argumenta que la "naturaleza y la capacidad de la tecnología permanecen esencialmente indeterminadas" (Woolgar y Grint, 1991). Algunos hablan de técnica sin mencionar tecnología como si fuesen equivalentes. Nada oscuro si la analogía es entendida. Sin embargo, más frecuente, técnica responde a criterios de destreza, habilidad u oficio artesanal (Webster`s (1983).

Vínculos y consecuencias entre tecnología y ciencia se conocen desde el apogeo de los astrónomos de Sumeria. La predicción del ciclo de lluvias y su aplicación a la agricultura, tienen su asiento en las observaciones del movimiento de los cuerpos celestes (Buchanam, 1976). En el comienzo los nexos entre tecnología y ciencia eran ocasionales y puntuales. Sin embargo, la preocupación por enlazar ciencia y tecnología es antigua. La muestra está en la recomendación de los ingenieros del imperio romano para mejorar la preparación de los futuros especialistas mediante una formación científica (Forbes y Dijksterhuis, 1963).

Por siglos tecnología y ciencia permanecieron en compartimentos separados. Probablemente el punto inicial de esta separación sea responsabilidad de los filósofos griegos para quienes sólo el estudio de la flotación, de las palancas, del tornillo sin fin y similares respondían a principios puros y respetables. Poco que ver con aquellos oficios que no eran tareas de almas superiores. Los filósofos griegos desdeñaron el rol de los oficios técnicos quizás para no reconocerle jerarquía de actividad intelectual. "Su naturalismo les taponaba la mente y les entumecía los brazos" (García Bacca, 1987). Pero la tecnología continuó indetenible. Para el inicio de la era cristiana, el hombre manipulaba la lámpara de aceite, la balanza, los tintes y el soplado de vidrio. Además tenía conocimientos sobre la fabricación de papel, cerveza, vino y acero, controlaba la medición del tiempo y empleaba el fuego en la fabricación de sus armas (Asimov, 1990), todo esto conquistado con metodología y disciplina. La tecnología mantiene un crecimiento excepcional aún en la Edad Media que no se distingue por su luminosidad científica. Crece con el reloj mecánico, el molino de viento, la pólvora, la fundición de hierro y la poderosa imprenta que anuncia el Renacimiento. Vemos a la imprenta como medio para la difusión del conocimiento. Aprendamos a pensarla como invento y técnica que incorpora aleaciones y metalurgia.

Armonizar los intereses de la tecnología y la ciencia era preocupación en la Casa de, Salomon (Bacon, 1980). Desde entonces tecnología y ciencia convergen hada una colaboración progresiva y a un reconocimiento mutuo de la valía de cada una. Pero faltaba un discurso de la filosofía de la tecnología.

La tecnología se fortaleció durante la revolución industrial por el respaldo de la física a la puesta en marcha de la máquina de vapor. Posteriormente en el siglo XIX, se logró la fusión tecnología-ciencia mediante la bombilla eléctrica, el teléfono, el telégrafo y otros inventos. Desde entonces es imposible mirar a la tecnología separada de la ciencia. Ambas están ligadas como la vida al oxígeno.

Las puertas de una "era tecnológica" se abrieron en algún instante del siglo XX. Queda por determinar si ese momento corresponde a la aparición de la fisión nuclear, de los ordenadores, de los rayos laser, de las naves espaciales, de los transistores, de los micromotores u otros asombros técnicos de hoy. Lo cierto es que ninguna sociedad que esté al margen de la tecnología pertenece a nuestro tiempo.

La tecnología entró en nuestras Idas y es factor modificador de nuestra conducta. Llegó al hogar sin tocar la puerta o pedir permiso. Se ha instalado para que dejemos de verla como una intrusa. Simplemente se convirtió en ingrediente imprescindible de nuestra existencia. Es fácil decirlo y difícil aceptarlo. Sus consecuencias sociales son vastas e inabordables por monocausas y esquemas unidimensionales. La tecnología genera cambios que competen al político, al educador, al artista, al industrial, al periodista y al ciudadano común. Todos deben estar informados de sus bondades y defectos, ventajas y riesgos. La alternativa no es remplazar naturaleza por tecnología y esto obliga a controlar las tecnologías que causan malestar social.

Una propuesta renovadora (Frankelfeld, 1992) señala la conveniencia de una ciudadanía tecnológica y una constitución para la sociedad tecnológica que establezca derechos y deberes amparados por la ley, una constitución donde el ciudadano sea asistido legalmente cuando se sienta atropellado por

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