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Actividad Integradora Etapa 3 El precio de la realidad”


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2017  •  Trabajos  •  2.423 Palabras (10 Páginas)  •  317 Visitas

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Universidad Autónoma de Nuevo León

Preparatoria No. 15 Florida

Literatura

Etapa 1 “Género narrativo: El cuento”

Grupo: 067

Equipo: 06

Integrantes:                                                        Matriculas:

Bernal Salazar Alejandra Irazema                        1850974

Hernandez Ruíz Javier Alejandro                                1844553

Hidalgo Sánchez Daniel Alonso                                1872027

Jiménez Posada Theo Mauricio Alberto                        1841733

Martínez Martínez Karen Yamileth                        1861120

Mendieta Rodríguez Edson                                1860265

Orué de la Cruz Oscar Roberto                                1851641

Ruiz Soto Emilio                                                1843798

Monterrey, Nuevo León en agosto de 2017

 

“El precio de la realidad”

Ahí, en la pequeña sala de esa casa, ubicada en una céntrica de la ciudad, Alicia, esposa de Roberto y madre de tres hijos, dos mujeres de ese fabuloso hombre que se encontraba a su lado, y de Manuel, hijo de una relación anterior con un hombre que nunca llegará a la altura de Roberto; ella caminaba de un lado a otro en círculos, notoriamente nerviosa -No sé que hacer, amor, de verdad que no -la mujer pasó una mano por sus cabellos castaños, demostrando lo desesperada que estaba.

Su esposo se acercó a ella -Tranquila, mi vida -rodeó con sus brazos el cuerpo frágil de su mujer, intentando transmitirle paz -Quédate tranquila, nunca dejaré que él se acerque ni a ti, ni a Manuel. Bien sabes que lo quiero como mi propio hijo, eso nunca cambiará… Solo tranquila, ¿sí? Nada malo sucederá mientras que sepamos mantener orden en esta casa.

El matrimonio pasó el resto de la tarde hablando, aprovechando que sus hijos se encontraban fuera de casa, jugando con algunos niños de la cuadra en que vivían. Era increíble cómo es que ese hombre, después de haber dejado abandonado a Diana embarazada, ahora venía queriendo recuperar a Manuel, su hijo biológico, al cual conocía desde mucho antes, de hecho, así fue como es que Federico, padre de Manuel, llegó a aquella casa, queriendo que su ex mujer lo recibiera con los brazos abiertos y así formalizar una familia, una verdadera… Claro está que nunca pensó que ella ya tendría un esposo y dos hijas de él. Eso lleno de ira a Federico, eso y que Roberto no le permitiera ver a su hijo, sería eficiente de su parte si por alguna causa él pusiera una demanda para poder verlo… Sin embargo, era un alcohólico fumador y adicto a las drogas ¿Cómo presentar una demanda en sus condiciones? Pero no se quedaría de brazos cruzados, haría algo, claro que lo haría, y teniendo a su hijo de su lado, todo será mucho más fácil.

-Pequeño, debo hablar contigo -le pidió a un pequeño Manuel de siete años, hablando con un tono tranquilo.

-¡Papi! -el pequeño se arrojó a los brazos de Federico, lleno de alegría -¿Qué te ha dicho mami? ¿Dejarán que te unas a nuestra familia?

Me las pagarás, Diana. Pensó el hombre, mientras colocaba una cara de tristeza ante su hijo -Manuel, necesito decirte algo… -el pequeño prestaba atención a todo lo que su padre decía, tragándose el cuento de que, si Roberto no estuviera con su madre, los tres podrían formar una familia, ¿Qué niño no le cree a su padre?

-Roberto fue muy malo contigo, papi -Federico sonrío, pues supo que su inocente hijo había caído en su mentira, aunque fuera de molestarse, llenó de alegría a ese odioso hombre.

-Pero hay algo que podemos hacer para que no sea malo conmigo, para que aprenda la lección, y tú me ayudarás ¿entendido? -su sonrisa se engrandeció cuando vio a su hijo asentir con su cabeza -Bien, esto es lo que necesito que hagas…

Nueve años pasaron de aquel día, Manuel creció sintiendo desprecio hacia su padrastro, pues recordaba cuando su verdadero padre le había prometido regresar con su madre y formar una familia juntos. Manuel veía a Roberto como si fuese el enemigo, sin saber nunca la cruel verdad sobre Federico.

Lo único en lo que piensa Manuel es en lo que su padre biológico le ha inculcado, pues decía irse a jugar con unos amigos, cuando en realidad se fugaba a ver a Federico; su mente se encontraba en alcohol, tabaco, fiestas… Nada de escuela o responsabilidades. De hecho, abandonó su segundo semestre en preparatoria, a pesar de que Roberto le reñía, sin importarle las lágrimas de su madre y hermanas para pedirle que regresara y no arruinara su futuro… Sin embargo, hizo oídos sordos; se fue de la casa en la que residía desde que Diana y Roberto se casaron pasado una semana de aquella descabezada decisión.

-¿Estás seguro, hijo? Las calles se verán acogedoras, pero no sabes en lo que te estás metiendo…

-No me interesa -interrumpió al hermano de Roberto -Usted no es nadie para decirme nada, su hermano no es nada mío y si quiere darle un sermón a alguien, sus sobrinas se encuentran en sus habitaciones, a mí déjeme en paz.

Felipe, hermano mayor de Roberto, bajó por las escaleras, después de que su sobrino le azotara la puerta en la cara -Lo siento, Roberto, no quiere escuchar a nadie -con la cabeza baja salió de aquella casa, escuchando el llanto de su hermano, cuñada y sobrinas, pensando que sería la última vez en ver a Manuel.

Los meses pasaron y la familia seguía sintiendo el mismo dolor en su pecho por su hijo mayor, sus hermanas intentaban animar a sus padres, sin embargo, nada podían hacer para subir sus ánimos a tan alto nivel como lo haría tener a sus tres hijos juntos… Pero vivirían así el resto de sus vidas, debían afrontarlo.

Pasados cinco años, Manuel se convirtió en un vándalo, un alcohólico experto, un fumador compulsivo y un adicto a las drogas, justo como su padre… ¿Qué más daba? Federico había muerto hace tres años atrás por causa de una sobre dosis; revelando en sus últimos momentos, toda la mentira que había dicho a su hijo cuando él era solo un niño, aunque decidió que en ese instante, no le tomaría importancia, puesto que, a pesar de ser todo en lo que se ha convertido, amaba a su padre, sin importarle su engaño.

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