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Administraciones Públicas: Burocracias Y Corruptelas


Enviado por   •  6 de Mayo de 2013  •  2.326 Palabras (10 Páginas)  •  284 Visitas

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La década de los años setenta, experimenta la primera reforma de corte administrativo destacable. Se parten de principios Weberianos para implementar las primeras bases sobre las que se desarrollarán los entresijos y estructuras administrativo-institucionales del estado en toda su amplitud. Los principios Weberianos, radican en bases racionales en los ámbitos de gerencia y de legislación. Después de múltiples consideraciones, se llega a la conclusión de que es el modelo más idóneo para la conservación de los importantes conceptos eficacia/eficiencia, de los procesos de administración. Así se instaura, por así decirlo, y en términos arquitectónicos, los planos del futuro “estado administrativo” y su consiguiente modelo. Pero aun partiendo de bellos principios, este sistema fue duramente criticado por su dudosa puesta en práctica. Estas críticas profundizaban en conceptos como disfuncionalidad o falta de viabilidad. La ineficacia, ligada al constante dinamismo y complejo de la sociedad, hace que se dé un cambio de tercio partiendo de principios racionales. La adaptación es esencial para alcanzar los objetivos propuestos por la administración, todo es demasiado amplio, y enorme es el complejo entramado de factores internos y externos que azotan la sociedad.

Por lo tanto, la reforma administrativa es el nuevo rumbo marcado por el contexto que ya hemos citado con anterioridad. Este rumbo será tomado hasta mediados de los noventa, coincidiendo y siendo totalmente influido por una nueva manera de ver las cosas, la manera que algunos llaman “neoliberal”. La gestión pública, indica el autor que es beneficiada por una serie de ideas que serán mencionadas a continuación. Una de ellas será que la gestión, mejora cuando los gerentes que la manejan, cuentan con un abanico superior de discrecionalidad, y menor rigidez, a la hora de emplear los recursos disponibles para llegar a los objetivos planeados. También se hace hincapié en que si los administradores cuentan con un control respecto a lo que se espera que hagan, y ese control con su consiguiente recompensa es tangible, la consecución de los objetivos se facilitará en buena medida. Por otra parte, también se cita que la ejecución es más óptima cuando se priorizan objetivos en detrimento de los procesos. Que las agencias centrales dirijan a sus ejecutores a favor de toda unidad operativa y de trabajo. Por último y no menos importante, la ejecución también mejora cuando estos gerentes se adecúan como es debido a la administración de los recursos, procesos y resultados.

Pero no todo es tan fácil y, como era de esperar, este nuevo modelo tuvo sus problemas. Problemas aferrados a ideas y conceptos que al final resultaron equívocos, como es el de la creencia en que toda labor mejora cuando el ciudadano puede escoger entre unos y otros servicios públicos. Esto no produce otra cosa que no sea una falsa y vil competencia, que vuelve en esperpento las ideas citadas anteriormente. Pero, cuando las organizaciones públicas se gestionan por mimetismo con las privadas, se arañan y extraen valiosas fórmulas extraídas de válidos comportamientos surgidos de lo voraz que puede llegar a ser un mercado libre. Unas fórmulas fruto de destreza, efectividad y análisis. Este nuevo modo de llevar la administración pública parte de que toda ejecución de actividad ha de ser estudiada y analizada, y se parte también de que el administrador cuenta siempre con un conocimiento total para marcar correctamente las pautas a seguir, para así inculcarlas y aplicarlas. Por eso, y como cabe esperar, el autor destaca que no es nada razonable esta serie de procesos. Así, no se comprende que la gestión pública no solo parte de principios de eficacia y eficiencia, ya que también parte de valores y principios más humanos, más morales, más salidos de un orden constitucional.

Siguiendo nuestros pasos, desembarcamos en lo importante de la gobernanza a partir de la década de los noventa, cuando el paradigma vuelve a dar otro vuelco, por diversas causas. Causas tales como la escasa capacidad de la nueva gestión de resolver problemas y de la provisión de bienes públicos, entre otras cosas. Destacable es cuando en Europa se consensua de modo común sobre que el verdadero problema radica en la calidad de interacción entre los diversos niveles gubernamentales, y de los citados, con los otros dos “estamentos”, lo civil, y lo privado. Así, el devenir de acontecimientos acaba determinando como núcleo, las relaciones de interdependencia entre los niveles de organización, sin dejar de lado a las personas, y a las empresas. Importante y destacable, lo importante de la estructura, funciones y procesos, que en conjunto hacen que el cuerpo administrativo se coordine para echar a andar. Evidente es que la gobernanza tiene demasiados puntos, demasiados por analizar, siendo útil para comprender de modo óptimo y de modo reformista los anticuados e inviables procesos de modo de gobernanza.

En tanto, la gobernanza es el modo burocrático de nuestro tiempo, por diversos y múltiples motivos. Por ejemplo, resalta que el protagonismo en lo referente a actores, no está limitado a los estados. La sociedad es amplia, y la evolución de ésta hace que emerjan nuevos protagonistas con sus intereses y aportaciones, lo que hace que el objetivo sea conocerlos, a ellos, y a sus conflictos. Otro aspecto positivo, es la reflexión sobre que no existe un único modelo de gobernanza, ningún modelo con validez universal, ya que cada tiempo y cada espacio hace que ninguna sociedad sea igual, por lo que no existen paquetes de fórmulas predeterminados para aplicar. Los procesos y estructuras, variarán ateniéndose a la cantidad de variables que hacen que cada problemática sea única. Los grandes retos, para ser afrontados, han de contar con nuevos modos de gobierno, con lo que serán las estructuras, más que la fórmula, los procesos. También destacamos que los desafíos que la sociedad nos lanza, vienen acaecidos por la cantidad de conflictos y distensiones que pueden existir en una sociedad compleja e interconectada, no estando ligadas únicamente a un solo actor. La gobernanza deberá saber organizar un espacio óptimo y propicio que ayuden a la sociedad a prosperar por medio de coordinaciones y esquivando todo tipo de conflictos. Esto será fruto de la creación de estructuras y procesos que estimulen la cohesión social entre los actores. Por otra parte, vemos el gran desafío, consistido en el cambio de estructura, hacia una que cambie responsabilidades y tareas en fundamento de integración y diferenciación de actores e intereses.

Las ideas citadas antes, bien bellas e inmaculadas que son, pero carecerían de viabilidad sin una productividad que asegurara el proceso. Por lo tanto, otra cuestión principal será que todo lo citado anterior, sea converso en una serie de

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