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Antologias


Enviado por   •  10 de Julio de 2011  •  5.601 Palabras (23 Páginas)  •  1.086 Visitas

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El león y el asno

Se juntaron el león y el asno para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el asno las coces de sus pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león las dividió en tres partes y le dijo al asno:

-- La primera me pertenece por ser el rey; la segunda también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.

Moraleja:

Para que no te pase las del asno, cuando te asocies, hazlo con socios de igual poder que tú, no con otros todopoderosos.

El cisne y el dueño

Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.

Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.

Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir, forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:

--Si sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de inmolarte.

Moraleja:

Muchas veces sucede que tenemos que hacer a la fuerza lo que no quisimos hacer de voluntad.

La mujer y su marido borracho

Tenía una mujer un marido borracho. Para librarle de este vicio imaginó la siguiente treta.

Esperando el momento en que su marido se quedaba insensible como un muerto a causa de la embriaguez, cargó con él sobre sus espaldas, lo llevó al cementerio y allí lo dejó. Cuando juzgó que ya se le había pasado la mona, volvió y llamó a la puerta del cementerio.

-¿Quién llama ahí?-dijo el borracho.

-Soy yo, que traigo la comida a los muertos contestó la mujer.

-No me traigas comida; prefiero que me traigas de beber - replicó el borracho.

Y la mujer, golpeándose el pecho, exclamó:

-¡Qué desdichada soy! Ni siquiera mi treta ha hecho sobre tí el menor efecto, marido mío, pues no sólo no te has corregido, sino que te has agravado, convirtiéndose tu vicio en una segunda naturaleza.

Moraleja:

No dejes que una conducta equivocada domine tu vida. Pon tu razón sobre la equivocación.

El ladrón y el perro guardián

Un ladrón vino por la noche para robar en una casa. Él trajo consigo varias rebanadas de carne a fin de pacificar al perro guardián, de modo que no alarmara a su patrón ladrando.

Cuando el ladrón le lanzó los pedazos de carne, el perro dijo,

--Si usted piensa callar mi boca, está completamente equivocado. Esta bondad repentina de sus manos sólo me hará más vigilante, no sea que bajo estos favores inesperados hacia mí, usted obtenga algunos beneficios especiales para llevar a cabo su propia ventaja, y para dañar a mi patrón.

Moraleja:

Si llegas a trabajar al servicio de un buen patrón, sé siempre correcto, fiel y honesto con él. Si llegas a ser un patrón, se siempre correcto, fiel y honesto con tus servidores.

El Muñeco de Nieve

Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada.

La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.

Hare un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.

Le salió un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...

Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol más cálidos... El muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.

Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.

La Humilde Flor

Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.

Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:

-¡No me olvides! ¡No me olvides!

Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:

-No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos.

Así nació el "nomeolvides" o mío-sota, pequeña florecilla de color azul y rojo.

La Falsa Apariencia

Un día, por encargo de su abuelita, Adela fue al bosque en busca de setas para la comida. Encontró unas muy bellas, grandes y de hermosos colores llenó con ellas su cestillo.

-Mira abuelita -dijo al llegar a casa-, he traído las más hermosas...

¡mira qué bonito es su color escarlata!

Había

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