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Anuncio Publicitario


Enviado por   •  20 de Abril de 2014  •  1.412 Palabras (6 Páginas)  •  463 Visitas

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El ANUNCIO PUBLICITARIO

La publicidad es una profesión basada en la ética; el verdadero profesional de la publicidad tiene especial cuidado al escoger a sus clientes y a los productos que anuncia, de hablar a los públicos con la verdad, de rechazar toda idea engañosa que defraude a los prospectos; además, evitar engañar a su cliente (anunciante) con falsas promesas de efectividad y al público con falsas expectativas sobre los métodos y los proyectos que más convienen a sus intereses.

Un buen anuncio es el que, basado en estudios de mercado, logra vender el satisfactor y de esta manera beneficia al productor y al consumidor.

Pensando en esto se propone el siguiente “pentágono de calidad” que, si es aplicado con honestidad, producirá campañas eficaces y, por tanto, productivas:

Ético Creativo

Mercadológico Sociológico

Financiero

Financiero

El anuncio debe de ser:

Ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las costumbres de las personas. Por tanto, un anuncio ético es el que respeta la moral pública y privada, y defiende las buenas costumbres.

El anuncio debe informar la verdad. Si en un anuncio se miente, probablemente el consumidor –atraído por la mentira- adquiriera una o dos veces el satisfactor, pero en cuanto se percate del engaño no sólo ya no volverá a comprarlo, sino que se encargara de divulgar la mentira del anunciante, lo que en poco tiempo tendrá como resultado el desprestigio de éste, de la agencia que lo diseño el anuncio, del comerciante que vende el satisfactor y el del producto mismo, el cual tendrá que salir del mercado.

El anuncio no debe ofender a la moral pública ni a la de sectores específicos del mercado (como los niños, las madres de familia, los educadores, los ancianos, la mujer, etc.) ni desvirtuar las buenas costumbres (como el lenguaje , la cortesía, la urbanidad, el pudor, etc.) pues esta falta de ética ofenderá a los consumidores, quienes rechazarán la comercialización del producto.

Si es indispensable tocar algún tema relacionado con religión –cualquiera que éste sea- debe tratarse con absoluto respeto a todas las creencias, prácticas y tradiciones; de lo contrario ese sector de creyentes rechazará los esfuerzos publicitarios y, naturalmente, desacreditará a quienes generen y envíen los mensajes.

La publicidad es un factor cultural importante cuya principal materia prima es el lenguaje. He aquí una gran responsabilidad social y cultural del publicista: toda deformación del lenguaje, toda adopción de extranjerismos y de modismos vulgares, todo descuido ortográfico publicado en los anuncios, tarde o temprano distorsionan la cultura de los pueblos; el nacionalismo publicitario es la mejor defensa contra la penetración cultural extranjera que hace perder las tradiciones y corrompe la cultura de los pueblos. Ante el fenómeno de la globalización, los publicistas honestos tiene el deber moral de defender su lengua nativa, usando palabras extranjeras sólo en casos imprescindibles, como en los tecnicismos y nombres de algunas marcas

Otro caso común de falta de ética publicitaria se manifiesta en el siguiente ejemplo: un publicista accede a publicar un anuncio porque el anunciante se lo pidió, quizá porque considera éste es una brillante idea de su hija o esposa; el criterio de “el mejor anuncio es el que aprueba el cliente” es deshonesto, pues por ganar una comisión estamos contribuyendo a que el cliente se engañe a sí mismo y desperdicie su fuerza económica.

El mejor anuncio será, el producto creativo que vende un satisfactor al convencer de sus bondades, al argumentar la verdad sin agredir la moral pública ni la cultural y que es diseñado profesionalmente.

Publicar un anuncio sólo porque su producción es bella puede ser grave error, pues la producción no debe superar al mensaje: un anuncio que vende eficazmente el satisfactor sin atraer la atención sobre sí mismo es un producto publicitario que pondera debidamente al satisfactor. Sin embargo, esto no significa que los anuncios no deban ser fácilmente recordados; al contrario: cuando el anuncio es recordado por mucho tiempo, el satisfactor permanece presente en la mente, así como en la preferencia de los consumidores, y vigente en el mercado.

Mercadología

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