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Arte Y Pensamiento

hektho0r21 de Marzo de 2014

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CAPITULO 1

Jean Piaget, el renombrado estudioso del crecimiento humano, fue a su vez

protagonista de un desarrollo personal y científico muy particular.

dentro del campo de la psicología, Piaget se distinguió por su originalidad.

Mientras la mayoría de los investigadores se inclinan por las grandes poblaciones

de sujetos y por las estadísticas contundentes, Piaget utilizó habitualmente

muestras pequeñas (con frecuencia sus tres hijos) y rara vez elaboró ni la más

sencilla estadística. Mientras la mayoría de los psicólogos defienden la disciplina

que cultivan y sus reclamos de respetabilidad científica, Piaget prefería autotitularse

epistemólogo genetista, o sea el que estudia los orígenes del conocimiento

humano

los escritos de Piaget eran prosaicos, en el mejor de los casos, y a

menudo planteaban dificultades de comprensión a sus colegas y traductores

Piaget deseaba investigar el desarrollo del conocimiento

en todos los dominios importantes delimitados por el pensamiento occidental: el

número, la causalidad, el tiempo, la geometría, etc. Y así, a semejanza de un relojero

que va colocando pacientemente en su lugar cada una de las ruedecillas de un reloj,

emprendió una larga serie de estudios sobre "dominios específicos" en los que se

podrían situar las etapas del conocimiento, así como asignarles un lugar en la mente

humana. Esos estudios probaron que a su debido tiempo las acciones pueden tener

lugar "dentro de la cabeza"; en realidad, esas "operaciones mentales" constituyen

el origen de lo que habitualmente se denomina pensamiento.

Un resultado importante de estos estudios fue que permitieron identificar las

cuatro etapas principales del desarrollo mental. La primera —la de la inteligencia

sensoriomotriz— abarca aproximadamente los dos primeros años de vida. En ella

el niño "conoce" el mundo exclusivamente a través de sus percepciones y sus

acciones sobre él. La segunda —la del pensamiento intuitivo o simbólico—

corresponde a la edad preescolar. El niño ya es capaz de usar el lenguaje, las

imágenes mentales y otras clases desímbolos para referirse al mundo, que antes sólo

había conocido directamente, actuando sobre él. Pero el conocimiento mediante

símbolos es aún estático: el niño no puede manipular las imágenes de su mente.

La capacidad de manipular esas imágenes mentales y otras formas de conocimiento

simbólico surge al comienzo de la edad escolar, cuando se alcanza la etapa

del pensamiento operacional concreto. Recurriendo a "operaciones mentales" o

"acciones internas", el niño de siete u ocho años es capaz de apreciar una situación

—por ejemplo, el aspecto que presenta un conjunto de objetos— no sólo desde su

punto de vista sino también desde el punto de vista de una persona situada en otro

lugar. Y puede pasar de una perspectiva a otra de la misma escena utilizando la

operación denominada reversibilidad.

Por último, durante el período de las operaciones formales, que comienza en

la adolescencia temprana, el niño se torna capaz de ejecutar acciones mentales

sobre símbolos, tanto como sobre entidades físicas. Puede resolver ecuaciones,

formular proposiciones y efectuar manipulaciones lógicas sobre conjuntos de

símbolos, por ejemplo combinándolos, contrastándolos o negándolos. De modo

más general, adquiere la capacidad de plantear y resolver problemas científicos

que requieren la manipulación de variables pertinentes. Piaget consideraba que

esta secuencia de cuatro etapas era tanto invariable como universal

Es cierto que el propio

Piaget declinó modestamente toda pretensión de haber formulado políticas educativas,

y que jamás elaboró programas de estudios. Pero creo que una vez que

se ha comprendido bien a Piaget, o para usar sus propias palabras, una vez que se

ha asimilado su teoría, se está en condiciones de aproximarse al niño en forma

mucho más fundamentada y correcta

Pero Piaget no se veía a sí mismo ni como psicólogo ni como educador. Biólogo

por formación y pensador por vocación, Piaget se consideraba fundador de

una nueva rama del conocimiento: la epistemología genética. El objetivo de esta

disciplina era esclarecer la naturaleza de las categorías básicas del pensamiento científico a través de la investigación de los orígenes (o la génesis) de este conocimiento.

Esta tarea era intrínsecamente interdisciplinaria, y Piaget dedicó varias

décadas, primero solo y luego con colegas que compartían sus criterios, al esfuerzo

de establecer los aspectos centrales de nuestras concepciones del número, la

lógica, el espacio, el tiempo, la causalidad y otras categorías kantianas del conocimiento.

Un elemento clave en este intento fue el aporte de especialistas de cada

rama de la ciencia, así como de psicólogos genéticos: investigadores experimentales

entrenados por Piaget para descubir los orígenes y el desarrollo de conceptos

científicos básicos en el niño pequeño

Piaget fue sin duda un hombre del

Renacimiento. Esto se hace particularmente evidente en su obra Logic and Scientific

Knowledge (1967), una enciclopedia que proyectó y dirigió, y en gran medida

escribió él mismo, en la que se estudian todas las ciencias desde la perspectiva

de la epistemología genética

Los aportes de Piaget no necesitan ser defendidos. Como casi todos los científicos

sociales, he aprendido mucho de él. En efecto, su obra me guió en la

selección de los temas a investigar y los modos de hacerlo. Y su contribución no

ha sido meramente académica. Gran parte del reciente interés en el aprendizaje

centrado en el niño y en la "enseñanza abierta" ha sido directamente inspirado

por los criterios de Piaget sobre el desarrollo mental y la naturaleza del pensamiento.

Por último, sería erróneo sugerir que Piaget ignoraba las limitaciones

aquí señaladas. Fue con total deliberación —y quizá lamentándolo un poco— que

optó por dedicar su poderosa inteligencia al estudio del pensamiento científico,

desatendiendo en consecuencia los dominios de la imaginación, las emociones y

las vivencias.

Con todo, la imagen del relojero suizo, examinando un mecanismo desarmado,

sigue pareciéndome inquietantemente apropiada. El hábito de Piaget de

pensar en forma ordenada le permitió, como al fabricante de relojes, preparar

una asombrosa cantidad de piezas sueltas y avanzar bastante en la construcción

de un instrumento equilibrado y de buen funcionamiento. Puede suceder que

otras formas de pensamiento, en sus facetas dialécticas, turbulentas o estéticas,

se le hayan escapado incluso a tan prodigioso artesano. Es posible que la mente

humana, que durante más de sesenta años fascinó a Piaget, y que en su propio

caso personal dio lugar a un cuerpo de pensamientos inspirador y asombrosamente

original, no se parezca en absoluto a un mecanismo de relojería.

CAPITULO 2

En octubre de 1975 tuvo lugar una confrontación de considerable influencia

en el carácter del discurso intelectual futuro, en un castillo ubicado en el suburbio

parisino de Royaumont. Los protagonistas de este debate fueron Jean Piaget,

el renombrado psicólogo y epistemólogo suizo, y Noam Chomsky, célebre

lingüista y activista político norteamericano. El tema en discusión fue nada menos

que la naturaleza de la mente humana.

El encuentro de Royaumont reunió a dos hombres que no sólo representaban

distintos enfoques sino que también diferían en cuanto a sus antecedentes y estilos.

Por un lado, estaba Noam Chomsky, intelectual intenso y mundano, de cuarenta

y seis años, dedicado desde hacía mucho tiempo al estudio altamente técnico

de la lingüística y comprometido en comentarios y controversias sobre la

política exterior de los Estados Unidos. Con sus devastadoras críticas, Chomsky

había desacreditado, prácticamente él solo, a dos prominentes escuelas de las

ciencias sociales: la psicología conductista y la lingüística estructuralista tradicional.

Y por el otro lado estaba Jean Piaget, treinta y dos años mayor que Chomsky,

un sabio europeo en la mejor tradición, ocupado durante medio siglo en la

realización de estudios ampliamente conocidos sobre el desarrollo del pensamiento infantil. Aunque igualmente orgulloso, Piaget, ciudadano relativamente apolítico

del más neutral de los países, siempre había evitado entablar batallas contra

otros investigadores. En efecto, para emplear sus propias palabras, había desempeñado

el papel de "perpetuo asimilador", dispuesto a entrar en contacto con

quienes sostenían puntos de vista aparentemente opuestos y asimilar las ideas de

éstos a las propias, o, de ser necesario, adaptar las suyas a las de los otros.

Y así llegamos al nudo de la disputa entre estos dos grandes pensadores. Mientras

que Piaget considera que el niño va ejerciendo toda su capacidad de inventiva

a medida que avanza de

...

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