Aspectos del funcionamiento del sistema de educación superior en Venezuela
anajoseTutorial4 de Abril de 2013
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Es más que obvia la necesidad de analizar periódicamente el espacio que llamamos educación superior. Dada su complejidad en este ensayo vamos a examinar algunos elementos que caracterizan este nivel escolar del sistema educativo venezolano, que nos permitan observar la actual situación de la misma, advirtiendo al inicio que no se trata de un análisis completo, pues obviamos ciertos aspectos esenciales, como el área de postgrado, que ha crecido tanto en los últimos años, pero atendemos a las líneas generales que explican la operación y funcionamiento de este sistema de educación superior en Venezuela. Esto es, la educación superior, entendida como el complejo mundo académico que se traduce en comportamientos de sus diversos actores: estudiantes, profesores, empleados, obreros y que es, al mismo tiempo, un importante mercado económico, porque la educación superior genera actividades económicas y financieras inherentes a la sociedad. Ello supone que la educación superior venezolana satisface diversas funciones, tanto las típicamente académicas, como aquellas de índole económica, pues en este sentido es un aparato, en donde interviene el sector público a través de los subsidios que el Estado otorga al sector de la educación superior y el sector privado. En todos los casos las instituciones de educación superior son un elemento instrumental, en unos casos para acceder al poder académico, en otros al poder en la sociedad abierta, en otros para lucrar y por ello ocurren casos de corrupción administrativa y académica.
En todo caso cabe señalar al inicio de este ensayo que la educación superior es una actividad académica, pero también una parte importante del área económica de los servicios, un espacio interesante para la actividad política e ideológica, un conjunto de instituciones que a veces son manejadas en forma personal e inconsulta, caso en el cual, como señalábamos, ocurren numerosos casos de corrupción administrativa, algunos de ellos debidamente registrados por los organismos competentes de la administración pública. Formas de corrupción y de negocios abiertos que operan tanto al nivel de las instituciones financiadas con dineros públicos, como en aquellas financiadas por el sector privado, caso este último en donde a veces en vez de instituciones académicas estamos hablando de instituciones que ingresan en el mercado escolar por los amplios márgenes de lucro que tiene un mercado a veces cautivo, no solamente por el prestigio o reputación de las credenciales académicas, sino porque este entrenamiento es básico para el ingreso al mercado laboral, aparte del hecho de que los estudiantes de las familias de altos ingresos e influencia están exentos de las búsquedas para ingresar al mercado laboral, por razones obvias del control que tienen sus padres en el movimiento y circulación en este mercado de empleos y ocupaciones.
La educación superior: nuevas realidades, nuevos paradigmas
El propio Khun insistía en que el concepto de paradigma no era explicativo, en modo alguno, y rechazaba su uso en la forma como se interpretó en el mundo contemporáneo, pero aun así todos entendemos que un paradigma es una forma de consenso con relación a un conjunto de conceptos que nos permiten analizar una determinada parte de la realidad y sobre lo cual si no todos la mayoría parece estar de acuerdo con esa manera de analizar una porción de la realidad. En el caso de la educación superior aparecen a finales de siglo nuevas maneras de enfocar esa porción de la realidad que es la educación superior. En todos los casos obligados porque esa realidad aparece ante los ojos de los analistas con una perspectiva común, su globalización, su universalidad, su internacionalización. En el ámbito mundial, entonces, nos topamos con el discurso unesquiano, que si bien pasa por el eje de una burocracia internacional busca nuevos caminos interpretativos, si bien por fuerza de las circunstancias se trata de un enfoque que por conciliatorio permanece a menudo en la periferia de los fenómenos, haciendo consideraciones y propuestas que útiles e interesantes pagan el tributo del falso consenso, que es como llamo todo aquel consenso al cual se llega después de eliminar todo posible conflicto. Es decir, esos consensos acerca del cual todos estamos de acuerdo, en forma artificial. Paralelamente nos hallamos frente al discurso critico, que parte del enfoque científico y que permanece autónomo e independiente de bases burocráticas que por lo tanto pierde expresarse con mayor libertad, porque básicamente no acepta el consenso como principio sino que más bien se halla abierto al consenso y a la discusión, aceptando que le realidad no acepta consensos falsos sino que se comporta tercamente al margen de esos consensos interesados y manifiesta su brutal fortaleza en forma tal semejante a los fenómenos de la naturaleza, a menudo indetenibles e irreversibles.
En el caso del análisis de la educación superior venezolana, asumiendo como propio el discurso científico, nos proponemos examinar la evolución que ha sufrido este sistema educativo, frente al cual nos colocamos en forma objetiva y procurando neutralidad valorativa. En ese sentido cabe apuntar, que frente a las nuevas realidades de la educación superior surgen entonces nuevos paradigmas analíticos. Pongo un ejemplo inmediatamente: en los primeros años de la década de los cincuenta, cuando se reabre la universidad bajo el régimen militar de entonces el problema de la institución era, primero, cómo mantener el control político de la misma, esto es, como garantizar la fidelidad o al menos la neutralidad política de los profesores y estudiantes. Los odiosos desfiles del 2 de diciembre, en nombre de la patria, eran una vitrina para observar cómo muchos de los que fueron posteriormente héroes de la resistencia caminaban pasivos y humillados las cuadras de la ciudad en donde debían colocarse los académicos, en aquella organización militar artificial en donde los venezolanos vestidos del liquilique de la vergüenza prestaban una especie de juramento fascista a la figura del dictador de entonces. En aquel momento la universidad era exclusivamente un empleo y la gerencia de la misma, eliminada la gestión institucional, era el manejo de personal. La universidad era, en este sentido, el manejo de una nómina de pago. El gobierno de la institución, por supuesto, era por designación del gobierno nacional y la gerencia de la educación superior se basaba, casi exclusivamente, en el control político del régimen, que solía instalar como alumnos a miembros de la siniestra seguridad nacional, para verificar la rectitud política de profesores y estudiantes. Curiosamente, valga decirlo, para muchos esa universidad del período de la dictadura fue una paradoja que resultó en uno de los períodos luminosos de nuestra universidad, académica e intelectualmente hablando, porque de alguna manera milagrosa quienes estudiábamos, al menos en la entonces Facultad de Filosofía y Letras, disponíamos de condiciones para el proceso de enseñanza-aprendizaje que hoy resultarían excepcionales y difícilmente repetibles.
Para el momento en el cual la mano sabia de Francisco De Venanzi, entre otros, introduce en la universidad venezolana las bases de un proceso de modernización de la misma cambia completamente la situación y si bien la administración del personal seguía siendo el eje esencial, el mismo era manejado en otra forma, de manera meritocrática, puesto que se instalaron los mecanismos propios de esa universidad moderna, según el patrón norteamericano y canadiense, de examen de ingreso a la docencia, del concepto de la carrera académica, incluyendo los beneficios sociales que entonces eran desconocidos, al mismo tiempo que se instaló el principio de la democracia académica y las autoridades de las mismas comenzaron ser electos por el claustro, un proceso que encontramos hoy en día un ejercicio en clientelismo perverso, pero no nos adelantemos en la lógica secuencial del análisis, sobre lo cual retornaremos, pero de momento es oportuno enfatizar que ahora nos hallamos en tiempos de reforma, de adecuación de la universidad al mercado laboral y a las exigencias de la sociedad. Nos hallamos, en términos conceptuales, dentro y al amparo de un nuevo criterio doctrinario, el neoliberalismo, lo cual debemos de asumir y analizar, sin emitir disposiciones ni emocionales ni de tensión política ni ideológica, sino como una manera de ver el mundo, esto es, según criterios de eficiencia, productividad, competitividad, privatización institucional, rendimiento, selección del talento y, en una palabra, según criterios de costo beneficio. Ahora bien, ¿cuáles son esos nuevos conceptos que integran ese actual paradigma contemporáneo, que se halla en la punta del estado del arte en materia del análisis de la educación superior, incluyendo por supuesto a la educación superior venezolana?.
En primer lugar un cambio total del enfoque de la institución desde el punto de vista de la gerencia, ya que si antes la misma era una nómina de personal, una cuestión tangible y cuantificable, ahora hallamos que el concepto esencial es la gerencia del conocimiento, que es, evidentemente en su forma pura, un intangible. Clark (1978) había ya incluido el saber como uno de los cuatro conceptos esenciales de un sistema educativo y en la tradición clásica esto no era desconocido, por supuesto, pero es que ahora no se trata como siempre de producir saber, sino de dedicar toda la institución a que sea una unidad de carácter intensivo destinada a aumentar la productividad en la producción del saber. Pero antes de iniciar esta parte del análisis sistematicemos cuáles son esos nuevos conceptos del nuevo paradigma:
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