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BULLYING: HACIA EL AFRONTAMIENTO DE UNA REALIDAD TRANSCULTURAL.


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2016  •  Apuntes  •  2.315 Palabras (10 Páginas)  •  181 Visitas

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BULLYING: HACIA EL AFRONTAMIENTO DE UNA  REALIDAD TRANSCULTURAL

 

Reyes, D. 

 

Resumen

 

El presente ensayo pretende, en primer lugar, abordar la problemática de Matoneo (Bullying) desde una postura crítica, en donde sea posible determinar que no todo lo que suele identificarse con la problemática realmente es parte de ella, y ver cómo estas apreciaciones erradas contribuyen a la carencia de recursos suficientes para afrontar el fenómeno. En segundo lugar, se trabaja la problemática desde una

perspectiva científica, que derive en la delimitación de los conceptos que

realmente son trascendentes a la hora de evaluar e intervenir la problemática en diversos ambientes aplicados. Para este fin, es preciso adelantar una revisión conceptual que permita un entendimiento puntual del fenómeno, para luego revisar algunos hallazgos experimentales que terminen de configurar el conocimiento del Bullying como un proceso de grupo, sobre el cual se sientan las bases de una prevención a partir de la resiliencia, y de una intervención efectiva.

 

Palabras Clave: Bullying, Procesos de Grupo, Roles sociales.

 

Cada día es más y más frecuente la aparición de noticias relacionadas con el abuso al que se ven sometidos determinados miembros de nuestra sociedad, por parte de sus mismos pares. De acuerdo con Menéndez (s.f.), dichos sucesos están apareciendo a menudo en las páginas de periódicos los episodios de violencia en los centros escolares, y esto parece tener una gran capacidad para atraer la atención pública, ya que los sucesos no escapan a la atención de padres, psicólogos y educadores, quienes están preocupando seriamente, entrando en estados de “alarma

social”.  

Dicho abuso entre pares, es conocido como Bullying, Matoneo o Victimización. El nombre se debe a que, literalmente “bully” en inglés, significa matón o agresor (Menéndez, s.f.).Se puede decir que una persona se ve afectada por este fenómeno cuando él o ella están expuestos constantemente durante un periodo de tiempo, a acciones negativas por parte de una o más personas. Tales acciones negativas hacen referencia a las ocasiones en las cuales intencionalmente se inflige o se trata de infligir daño, lastimar, perturbar o generar sensaciones de poco confort a otras personas, a través de acciones físicas, palabras, gestos obscenos o rehusarse a

cumplimentar deseos del otro  (Olweus, 1994).  

Una comparación reciente sobre la prevalencia del Bullying en 40 países ha revelado que, en promedio, el 26% de los adolescentes se han visto involucrados en el fenómeno, de los cuales el 12,6% han sido víctimas, y el 10,6% han participado como abusadores (Craig y Cols., 2009; citados por Sapouna & Wolke, 2013). Otras cifras (Menéndez, s.f.) hablan acerca de que cerca de un 6% de los estudiantes en España han experimentado directamente dicho matoneo; el 90% han sido testigos comportamientos similares en su ambiente normal, el 30% han sido o víctimas o victimarios y el 5,6% es actor o paciente de una intimidación sistemática. Como si fuera poco, el 37% cree que son cobardes porque no se desquitan, el 34.6% admite que no pediría consejo a su profesores, ssólo 1 de cada 3 es capaz de denunciarlo. Finalmente, también se estima que el 40% de los pacientes psiquiátricos ha sido

víctima de Bullying en el colegio.

No obstante, debe diferenciarse el Bullying / victimización, de las interacciones normales entre pares. Como bien lo indica Menéndez (s.f.) “No hay que confundir estas situaciones con los típicos altibajos que se producen en las relaciones entre los alumnos, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y pre-adolescencia (...) es muy importante distinguir lo episódico de lo habitual.” Además, añade que “los conflictos y las malas relaciones entre iguales, los problemas de comportamiento o de indisciplina son fenómenos perturbadores pero no son verdaderos problemas de violencia, aunque pueden degenerar en ellos, si no se resuelven de una forma adecuada”. Lamentablemente, durante los últimos meses, incluso años, el término Bullying ha venido perdiendo gradualmente su carácter técnico, llegando a ser usado de forma indiscriminada para caracterizar una serie de conductas que no se encuentran dentro del espectro que abarca la definición del fenómeno. Esto está relacionado directamente con la tergiversación de la información, debido a la carencia de fuentes fidedignas de información, y al conformismo con ellas, características muy comunes a estas latitudes. De esta forma, el término Bullying sólo debe usarse cuando hay un desequilibrio en fuerza (relación de poder asimétrica), en donde la persona victima de las acciones negativas está de cierta forma en inferioridad para defenderse de sus atacantes. Así, si dos personas de fuerza similar (física o psicológica) están en disputa o pelea por algo, no debe

considerarse Bullying (Olweus, 1994).

 

Según este mismo autor, es importante diferenciar el Bullying Directo o Victimización Directa, como ataques relativamente abiertos hacia la víctima, y el Bullying Indirecto o Victimización Indirecta, referido al aislamiento o exclusión de un grupo social; modalidad de agresión que a menudo involucra a pares (O'Connell, Pepler, & Craig, 1999). Incluso puede llegar a manifestarse de otras formas, como el uso de sobrenombres o apodos desagradables para la víctima, el esparcimiento de rumores o chismes acerca de dicha persona, o el envío de mensajes insultantes a través de dispositivos celulares (Sapouna & Wolke, 2013). Más específicamente, podríamos hablar de cuatro clases de Bullying, a saber, el maltrato físico, verbal, psicológico y social. El primero, hace referencia a “empujones, patadas, o agresiones con objetos”; el verbal, es el más frecuente, y gira en torno principalmente a insultos, sobrenombres, humillaciones en público, y la burla respecto a defectos físicos; el maltrato psicológico, es aquel que “mina la autoestima del individuo y fomenta su sensación de temor”; por último, en la categoría social, se busca aislar a la víctima de

los pares (Menéndez, s.f.).

 

Todas estas contextualizaciones y categorizaciones, han sido posibles gracias al trabajo realizado en investigaciones, principalmente en Estados Unidos y en Europa. Es precisamente allí en donde inicia el recorrido histórico de la investigación sobre Bullying, en Noruega para ser más precisos. Allí, el psicólogo Dan Olweus, a raíz del suicidio de tres jóvenes estudiantes en 1973, empieza a mostrar

preocupación por la violencia escolar. A partir de ese momento se empieza a trabajar en los países nórdicos y en Inglaterra, en donde se establecen los Bully Coufls o tribunales escolares, además de una línea de atención directa a la que pueden acudir todos aquellos que requieran asistencia o consejos acerca de esta problemática

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