ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Biotica, Dignidad De La Muerte

vicman32028 de Mayo de 2013

4.056 Palabras (17 Páginas)438 Visitas

Página 1 de 17

UNIDAD III

BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA MUERTE

3.1 Proceso de Morir humanamente

Para el Hombre, el proceso de morir no es un mero asunto biológico o un problema síquico. Se trata de un acto humano, en definitiva, el más importante. Porque, según haya sido la vida, así será también la muerte.

El proceso de muerte puede ser un proceso lento en ciertas enfermedades, rápido e inesperado en otros casos. También se puede tener la certidumbre de muerte en tiempo conocido o desconocido. Y ya sea que suceda de una forma o de otra, va a impactar de distintas maneras la vivencia de quien lo sufre.

A pesar de que todos admitimos que algún día habremos de morir, en nuestra cultura evadimos tratar de cerca nuestra propia muerte o la de nuestros seres queridos. Cuando nos referimos a ella respecto a alguien cercano, utilizamos eufemismos como "pasar a mejor vida", "irse al cielo", "se fue de este mundo", etc. Tendemos a vivir sintiéndonos inmortales o situando nuestra muerte en un futuro muy remoto. En esta negación de la muerte somos ayudados por las creencias religiosas, muchas de las cuales aseguran que no se muere del todo. La idea de la muerte puede provocar cualquier reacción emocional, pero la más frecuente es la de temor. El temor y la ansiedad frente a la muerte tienen sin duda un valor biológico, ya que nos alejan de situaciones de riesgo vital que pondrían en peligro la sobrevivencia de la especie. Así habría un temor a la muerte, inherente a la naturaleza humana, que tendría su origen en la experiencia y en conductas instintivas determinadas genéticamente. Desde ese punto de vista las sociedades se protegen contra la muerte que se relaciona comúnmente con el mal mediante convicciones éticas y leyes que dotan a la vida humana de un carácter casi sagrado que impide su destrucción caprichosa. El hombre abandona en ocasiones estos principios frente al "enemigo", de modo que la muerte de alguien ajeno a su ámbito puede provocar satisfacción, valorando sin embargo altamente la vida propia y la de su grupo.

Morir humanamente, morir serenamente, con una muerte ideal. Es el proceso de humanización de la muerte y el alivio de los dolores, sin embargo no provoca prolongamiento abusivo con la aplicación de terapéuticas fútiles, que llevarían a sufrimientos adicionales al paciente terminal.

No podemos ignorar ni mirar hacia otro lado cuando el enfermo nos manifiesta que no desea continuar viviendo de la manera en que lo está haciendo: acompañado por un sufrimiento continuo e insoportable. No es que quiera morir, lo que no quiere es sufrir. Es entonces cuando los médicos, tenemos la obligación de aliviar su sufrimiento.

Tal vez, la primera pregunta que nos debiéramos hacer es ¿Cómo podemos humanizar el proceso de morir? Cuando, a lo largo de nuestra experiencia, cuidamos el final de la vida de las personas a quienes la ciencia médica no ha podido curar de una grave enfermedad, aprendemos que en esos momentos necesitan de nuestro acercamiento humano. Si no les abandonamos en esa situación difícil, aliviamos su insoportable dolor y aquellos síntomas que les provocan discomfort; si limitamos las maniobras diagnósticas y terapéuticas inútiles y sedamos en la agonía en el momento que es necesario, siempre respetando sus valores, estaremos humanizando el proceso de morir.

Ante un enfermo en situación terminal lo que se hace o se deja de hacer, con la intención de prestarle el mejor cuidado y permitiendo la llegada de la muerte, no solo es moralmente aceptable sino que muchas veces llega a ser obligatorio desde la ética de las profesiones sanitarias.

3.2 La muerte desde el horizonte de la felicidad

a) Para el hedonismo naturalista de Epicuro no hay que pensar en ella ni tenerla miedo porque cuando ella llega nosotros ya no estamos y cuando estamos ella no está.

b) Para el utilitarismo moderno y contemporáneo. La muerte hay que juzgarla desde la búsqueda de placer, del bienestar, y la huida del dolor y el malestar. Cuando en la vida hay más malestar y dolor que bienestar estaría legitimado el suicidio o eutanasia, pero el cálculo hay que hacerlo mirando a la sociedad en su conjunto:

- El placer que la sociedad gana o pierde con su acción.

- Lo que la sociedad gana o pierde con el debilitamiento de la regla que prohíbe el suicidio o la eutanasia.

c) Para los estoicos. El criterio en este caso es la noción de autarquía, autosuficiencia. Se recurre a la muerte antes de sufrir una degradación de su dignidad personal.

d) La muerte como algo que da sentido a la vida.. Esta concepción es propia de las religiones que admiten la existencia de un “más allá”; pero, en otro sentido, también lo es de Heidegger que considera

El afán humano de encontrar la felicidad y cómo enfrentar la muerte debe colocarse en el centro de las concepciones teóricas del profesional de Enfermería.

El hombre vive y actúa movido por el interés de satisfacer sus necesidades, desde las más simples y elementales que garantizan su existencia, hasta las más complejas de carácter espiritual. Pero unido a la satisfacción de sus necesidades y con el objetivo de orientar y organizar su vida, el hombre plantea problemas en la medida que interactúa con el resto de la sociedad y así surgen interrogantes sobre cómo vivir, cuál es el sentido de la vida, e incluso, sobre si vale la pena o no vivir.

Meditar sobre problemas que tienen lugar en la vida humana es un acercamiento a la necesidad de humanizar su existencia y adquiere una especial significación, sobre todo para aquellos profesionales que de una forma u otra velan por el bienestar del hombre, por lo que las intervenciones en la esfera de salud en el tratamiento de un paciente, no pueden quedar reducidas únicamente a una recopilación de datos científicos de carácter biológico; se ha convertido en una exigencia de la época enfrentarse al individuo con una profunda comprensión de su esencia social y desde una posición realmente humanista de sus problemas.

La muerte y la felicidad siempre han estado presentes en la vida de los hombres, por lo que deben colocarse en el centro de las concepciones teóricas del profesional y al lado del conocimiento científico por su interrelación con el dolor, el sufrimiento, la vivencia humana, la naturaleza física o psicológica con la realidad.

3.3 La muerte desde el horizonte deontológico.

Desde el punto de vista del deber, no es el afán de bienestar social lo que abre el problema ético de la eutanasia, sino el descubrimiento de la autonomía del paciente y su idea de autorrealización. El mayor bienestar social no es un criterio ético, sino pragmático que podría llegar a la eliminación de seres humanos molestos para la mayoría, lo cual es sencillamente inmoral. La eutanasia sólo se plantea como problema moral cuando un sujeto enfermo pide de modo autónomo ayuda para morir porque valora la vida menos que la muerte.

Aplicar, las claves del deontologismo dialógico a la relación personal sanitario paciente implica cuando menos: Tener el consentimiento informado como unos de los requisitos imprescindibles en la experimentación con humanos.

Dialogar con el paciente en todos los casos posibles, incluido el de los enfermos terminales, e incluido el tema de su propia muerte.

Percibir como problema moral el deseo de un sujeto autónomo de poner término a una vida que tiene para él un valor inferior a la muerte.

En este último caso en el de la eutanasia conviene recordar reiteradamente que no es el afán de bienestar social, no es el deseo de alcanzar el mayor bienestar del mayor numero el que ha puesto sobre el tapete de las cartas éticas la de la eutanasia, sino el paulatino descubrimiento de la autonomía del paciente y de que tiene acceso privilegiado a su ideal de autorrealización, de modo que tiene un peculiar protagonismo a la hora de decidir que entiende por calidad de vida. No en vano, al relatar la historia de la eutanasia desde el punto de vista de la historia de las mentalidades, denomina a la última fase “autonomizadora”, ya que en ella la pregunta clase es: ¿hay posibilidad ética de dar una respuesta positiva a quien desea morir y pide ayuda para ello?”.

El mayor bienestar social no es un criterio ético, sino un criterio pragmático que podría exigir la eliminación de seres humanos molestos para la mayoría, lo cual es sencillamente inmoral. La eutanasia solo se plantea como problema moral cuando un sujeto enfermo pide de modo autónomo ayuda para morir porque valora la vida menos que la muerte. En ese caso surge un problema moral, nunca cuando hay pocas camas en un hospital, los familiares están cansado de atender al enfermo o a la sociedad conviene en considerar vidas humanas como carentes de valor, como desechables.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (26 Kb)
Leer 16 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com