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Bioética, Modernidad y Posmodernidad MATICES DE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN LA BIOÉTICA


Enviado por   •  25 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  1.958 Palabras (8 Páginas)  •  79 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS

“´Francisco García Salinas”

UNIDAD ACADÉMICA DE DOCENCIA SUPERIOR

Maestría en Humanidades Y Procesos Educativos

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MATICES DE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN LA BIOÉTICA

TRABAJO FINAL SEMINARIO “Crítica en la modernidad en Educación”.

ALUMNO: VLADIMIR JUÁREZ ALCALÁ

DOCENTE: M. en D.P.I. ALEJANDRA KRAUSE Y PERCHES

CALIFICACIÓN: ______________________________


MATICES DE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN LA BIOÉTICA

  1. INTRODUCCIÓN

Los avances tecnológicos logrados desde mediados del Siglo XIX y con su epítome alcanzado en la segunda mitad del Siglo XX, fueron propiciados por una ideología positivista impregnada de una ciega confianza en la razón con la creencia que el propio progreso podría redimir y solucionar permanentemente los problemas de la humanidad (Buenfil, Fernández Font y Peixoto, 1998).

El desarrollo demostró ser un medio de superación de problemas antiquísimos de la humanidad, pero sin alcanzar a convertirse en la Panacea1, aunque a la par aparecen una serie de nuevos paradigmas derivados del avance creado en los últimos 200 años, donde se aprecia la falta de acceso a los nuevos recursos y conocimientos, tendencias de acaparamiento y dominación de un grupo principal anglo-europeo con la aspiración utópica a la comunidad universal, el aumento de inequidad social visto como “la desvalorización e incluso desprecio y la exclusión de otros grupos culturales” (Pérez Gómez, 2004, p. 32) por los grupos antes mencionados.

El ámbito de las Ciencias de la Salud no es la excepción. Por un lado el avance de la tecnología otorga nuevos medicamentos para tratar enfermedades agudas y crónicas; creación de procedimientos quirúrgicos mínimamente invasivos con una recuperación del paciente en cuestión de horas; la rehabilitación de individuos físicamente mermados por enfermedades o guerras, etc. que pueden reinsertarse en la sociedad con brazos abiertos.

Aunque por otro lado surgen, a manera de efecto colateral no vislumbrado, temáticas como la falta de acceso a estos nuevos recursos, los cambios en las relaciones entre el paciente y el profesional de la salud y pérdida de la definición de términos tan claros como lo solía ser la muerte. (Porter, 2004).

Considerando lo anterior se genera en individuos como Van Rensellaer Potter, oncólogo norteamericano, procesos de reflexión y revaloración del contexto en que se encontraban las Ciencias de la Salud. En 1970 publica Bioethics, Bridge to the Future, en que “postula que la existencia del ser humano no está garantizada por las alteraciones del equilibrio de los ecosistemas y por los avances de la tecnología” (Escobar Picasso y Escobar Cosme, 2010, p. 199). Este tipo de reflexión se enmarca en el contexto de la crítica posmodernista a la modernidad, donde se reconoce el progreso de la humanidad dejando de lado la significación subjetiva inherente.

  1. DEFINICIONES NO TAN DEFINIDAS        

Tal pareciera que definir la modernidad no es tan difícil, debido a que vivimos en una sociedad aún basada en sus valores; cronológicamente existe un conflicto para determinar su origen, por lo que Abbagnano (2004) considera tanto su concepción como periodo histórico con el Renacimiento (Siglo XV) y a la vez que retoma a Habermas, quien “identifica lo moderno con la ‘tradición iluminística de la civilización occidental’ y con su lucha en favor de la emancipación humana” (Abbagnano, 2004, p. 729). De igual forma Abbagnano (2004) retoma a Weber quien identifica a la modernidad como la época de racionalización técnico-científica y también el concepto de la Escuela de Frankfort como “manifestación extrema de la dialéctica suicida propia de la burguesía” (Abbagnano, 2004, p. 729).

 Ianni (2000, p. 192) establece que la modernidad “confiere nombres, califica, cuantifica, enfatiza, incluye, interpreta, reproduce y traduce el significado de las realidades” a través de la “representación, la mimesis” como lenguaje. Quizás su búsqueda más elevada es lograr una interpretación en su totalidad del mundo (incluyendo su esencia mínima) y que sea la razón gobierne el individuo. La modernidad mira hacia el futuro, intentado construir una transformación del mundo hacia una gran utopía única, es decir, tiene una visión teleológica (Buenfil et al., 1998).

La posmodernidad originalmente fue planteada como “una corriente poética que reacciona ante los ‘excesos’ del modernismo literario” (Abenazzo, 2004, p. 238) para después ser introducido en la jerga filosófica por Lyotard con todo y su enorme bagaje intelectual (Buenfil et al, 2004); definir la posmodernidad es complejo, ya que el mismo concepto abarca la crítica a la “metanarración”1 declarando la muerte de los grandes relatos; el “rechazo del hincapié en lo ‘nuevo’” (Abenazzo, 2004, p. 238) y en la categoría vanguardista de la superación, la exaltación al microrrelato, además de que “abraza decididamente y sin restricciones la orientación relativista” (Pérez, 2004)

La posmodernidad de acuerdo a Buenfil (1998, p. 65-66) se presenta en tres planos:

  1. “Condición existencial en la que se vive cotidianamente”, con la proliferación de relatos de puntos de vista éticos.
  2. “Horizonte intelectual”: Representación individual de la vida cotidiana, mundo o inmediatez de la existencia.
  3. “Actitud ante un mundo de vida” donde se reconoce la construcción por individuos de valores morales, estéticos, culturales, etc.

Para terminar este espacio es necesario definir la bioética como el “Estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales” (Torres Acosta, 2011, p. 17). Esta definición es de las más completas y abarca aspectos que el mismo Potter en su momento no alcanzó a vislumbrar.

Filosóficamente tiene su mayor sustento en el utilitarismo de John Stuart Mill, cuyo máximo valor es la felicidad; y la deontología, con su apego absoluto a una serie de máximas morales sin adecuación a las situaciones (Rodríguez, 2009); aunque como destaca Escobar (2010) llega a ser eclético el recurso para analizar la problemática yendo desde el clásico platonismo, aristotelismo o tomismo hasta formas más contemporáneas como lo son el marxismo o positivismo.

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