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CONCEPTO DE ALFABETIZACIÓN


Enviado por   •  30 de Abril de 2014  •  Ensayos  •  3.764 Palabras (16 Páginas)  •  227 Visitas

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CONCEPTO DE ALFABETIZACIÓN

La alfabetización es un proceso complejo que ha sido redefinido muchas veces a lo largo del último siglo tratando de incorporar, al ritmo de los avances tecnológicos, aquellos conocimientos que caracterizan a la persona alfabetizada. Actualmente, sin embargo, los expertos y los organismos internacionales entendidos en la materia sugieren recuperar el sentido primordial y específico de la alfabetización como aprendizaje de la lengua escrita, la lectura y la escritura, criterio que este Programa adopta para su enfoque de trabajo.

El proceso de alfabetización es la puerta de entrada a la cultura escrita y el primer paso imprescindible para llegar a ser un lector comprensivo y crítico y un escritor competente, por lo cual desde el comienzo ha de ser abordado en su complejidad epistemológica y cultural.

Este aprendizaje puede comenzar antes del ingreso escolar y puede continuarse más allá de los límites de la educación formal; así visto, se trata de un proceso vital y asistemático ya que las personas van adquiriendo nuevos conocimientos a través de la lectura y la escritura según sus necesidades y circunstancias. Sin embargo, para que el aprendizaje a partir de la lengua escrita sea una empresa continua en la vida de las personas, es preciso que la alfabetización escolar construya cimientos sólidos. La enorme cantidad de analfabetos funcionales en nuestras sociedades empobrecidas y el creciente fenómeno del iletrismo en las sociedades ricas, son un alerta acerca de las condiciones de calidad y perdurabilidad

que han de caracterizar la oferta alfabetizadora formal. Así pues, la alfabetización como proceso escolar tiene que ser sistemática, ya que la escuela, responsable de garantizar este aprendizaje, ha de proponer contenidos y formas del hacer, de modo cuidadosamente secuenciado en el tiempo y precisamente articulado.

El primer ciclo de la escuela primaria es una etapa de aprendizajes fundamentales junto con el último año del Nivel Inicial, puesto que allí los niños y las niñas comienzan su proceso de alfabetización escolar. Los contenidos de Lengua que se aprenden en esta etapa, que en conjunto denominamos “primera alfabetización”

o “alfabetización inicial” son base, pilares, cimiento, estructura inicial y condiciones para el aprendizaje de todos los contenidos del curriculum y es por ello que es muy importante que las instituciones focalicen la mirada en esta etapa, especialmente en el primer ciclo de la educación primaria, para optimizar los procesos de enseñanza que allí se producen y garantizar no sólo cobertura sino calificación y aprendizajes sólidos y perdurables.

Organismos de gran importancia en la materia como la IRA "International Reading Association" (Asociación Internacional de Lectura) y la NAEYC "National Association for the Education of Young Children" (Asociación Nacional para la Educación de Niños).

1.Los problemas centrales en la primera alfabetización

La escuela, desde su proyecto fundacional, está destinada a ofrecer y garantizar los aprendizajes de un contenido socialmente valioso como la lengua escrita, pero en el cumplimiento de esta responsabilidad existen problemas que constituyen verdaderos obstáculos, los cuales adquieren mayor gravitación en contextos difíciles. Para lograr el desarrollo del proceso alfabetizador es posible trabajar para la superación de esos obstáculos, de modo tal de aumentar la coherencia y eficiencia de la propuesta alfabetizadora formal.

Los problemas que enfrentan los niños y las niñas en su primera alfabetización o alfabetización inicial se relacionan directamente con dos aspectos que con frecuencia no se tratan adecuadamente en la escuelas. Dichos aspectos son:

Los factores culturales implicados en la alfabetización.

Los procesos cognitivos involucrados.

2.1. Los factores culturales implicados en la alfabetización

Lo natural y lo cultural

La historia de la lengua y las tecnologías de la palabra permiten distinguir las actividades naturales relacionadas con el lenguaje, que están ligadas a la especie, como el escuchar y el hablar, que se adquieren por el solo hecho de pertenecer a una comunidad hablante, de las actividades que surgen de la civilización y de la cultura y que no son naturales, como la lectura y la escritura, que requieren enseñanza sistemática.

Los seres humanos están equipados naturalmente para la escucha lineal de las unidades lingüísticas, que sigue la linealidad de la señal sonora. Para esto su cerebro procesa los sonidos del habla en forma de unidades distintivas que permiten diferenciar significados, que técnicamente reciben el nombre de fonemas. Asimismo, están dotados biológicamente para la visión. Estos procesos suceden por debajo del nivel de la conciencia, es decir fuera del control consciente.

A lo largo de la historia, como un producto cultural, se fueron desarrollando sistemas gráficos complementarios respecto de las lenguas orales, llamados lenguas escritas, pensadas para superar las limitaciones que tienen las lenguas orales para comunicar a través del tiempo y del espacio. Estas lenguas gráficas o lenguas escritas exigen -para ser comprendidas- la condición básica de una visión especializada, alfabética, que permite adquirir informaciones lingüísticas a partir de una serie lineal de símbolos visuales.

La visión alfabética sigue la linealidad de la escritura, procesa su correspondencia fonológica y su significado. Esta forma de percibir comparte características de la visión, dado que se percibe por los ojos, y a la vez de la escucha, dado que va procesando información que se presenta linealmente, tal como lo hace la información auditiva correspondiente a la lengua hablada, pero a través de signos gráficos trazados sobre una superficie; en las lenguas alfabéticas como el español, esto es, palabra por palabra, letra por letra.

Esta visión alfabética no es natural sino cultural y por ello tiene que ser educada y ejercitada. Este proceso lleva tiempo y esfuerzo por parte de alumnos, alumnas y maestros, pero el tiempo de ese aprendizaje no es igual para todos los alfabetizandos y ningún experto lo ha podido fijar de manera que haya consenso académico al respecto.

La lengua escrita es una lengua completa

Lenguajes son todas las manifestaciones que permiten una representación simbólica de la realidad y, en ese sentido, se puede hablar de lenguaje de la plástica o de la música. La lengua oral es la forma de organización sistémica del material lingüístico verbal. La lengua escrita, por su parte, es un sistema gráfico completo y complementario de la lengua oral, no es una transcripción puntual de la lengua oral ni un conjunto de prácticas. Es una lengua completa. De allí la dificultad que enfrentan los alumnos y las alumnas cuando se alfabetizan y la razón por la cual necesitan un tiempo adecuado a la magnitud del esfuerzo conceptual que deben realizar para aprender esa nueva lengua con mucho apoyo de sus docentes.

La heterogeneidad inicial

El sistema escolar presenta muchas dificultades para asumir el punto de partida real en que se encuentran posicionados los niños y las niñas al inicio de su escolaridad.

En el momento del ingreso a la escuela, la diversidad se manifiesta en la oralidad primaria del niño o la niña y las diferencias son interpretadas como carencias, defectos de unas formas lingüísticas respecto de otra/s. Se considera que algunos alumnos y alumnas “no saben hablar” o “hablan mal” y que por ello

es difícil o imposible enseñarles a leer y escribir. Sin embargo, el hecho de que no pronuncien determinados sonidos, alteren la morfología estándar o produzcan textos donde se manifiestan selecciones sintácticas anormativas, no debe ser obstáculo para avanzar en todos los otros sentidos en los que estos rasgos no afectan la inteligibilidad o la comprensión. Nada impide que progresen en otros planos tales como la comprensión lectora, es decir que, independientemente de las características de su oralidad, los alumnos y las alumnas pueden leer mucho, además de participar de lecturas a cargo de lectores expertos; también pueden progresar en la escritura y en el conocimiento de los textos escritos. Nada les impide experimentar la escritura y la lectura. Ni siquiera están impedidos de reflexionar sobre los hechos del lenguaje, con la guía del docente, y acercarse de este modo a la sistematización metacognitiva que luego les permitirá diferenciar los usos orales propios de los intercambios informales, de aquellos propios de los intercambios formales.

La oralidad primaria de los niños y las niñas es una estructura resistente, ligada a su identidad cultural, que no puede cambiar de un año a otro, sino que, por el contrario, irá evolucionando lentamente en la medida en que tomen contacto con otras variedades orales, distintas de su lengua materna, en situaciones de comunicación donde los modos de hablar sean respetados en sus diferencias tanto por el maestro como por los pares. La oralidad evoluciona a partir del diálogo legítimamente interesado en lo que el niño o la niña relata y a través de la escucha respetuosa, pero fundamentalmente a través de y como resultado del desarrollo de una alfabetización sólida a lo largo de la escolaridad.

La concepción de lo diferente como anomalía proyecta sobre la alfabetización una mirada patologizante que en lugar de preguntarse por el modo de enseñar enfoca los problemas de los alumnos y las alumnas con la lengua escrita y la lectura como exponentes de dificultad individual o trastorno de aprendizaje. Sin embargo, para alfabetizar es más importante preguntarse cómo ayudaríamos a una persona que tiene dificultades con lo que lee y escribe. Pensemos por ejemplo en lo que haríamos si nos dijeran que esa persona es extranjera, y que por lo tanto tiene las dificultades lógicas para comprender la lengua en que están escritos los textos y para producirlos.

¿Prepararíamos un acercamiento oral, conversacional, a cada lectura, de tal manera que el extranjero antes de leer pudiera comprender las características del contexto del texto y el texto mismo? ¿Le prepararíamos un vocabulario de palabras clave para cada lectura? ¿Le proporcionaríamos ayuda para entender y construir las frases? ¿Mostraríamos nuestras propias estrategias de expertos, de nativos, para que pueda ver a través de un modelo concreto, cómo se hace frente a un problema de lectura, un problema gráfico, un problema de escritura, uno de comprensión? Si fuera un japonés o un chino, ¿lo ayudaríamos a reconocer la dirección de la escritura, las letras y los sonidos del español, los límites de las palabras, a diferenciar los grupos gráficos existentes y no existentes? ¿Le sugeriríamos alguna tarea de ejercitación que le permitiera mayor autonomía? Seguramente haríamos todo eso con el extranjero. ¿Hacemos este esfuerzo con nuestros niños y niñas de primer año respecto de la distancia entre su lengua oral y la lengua estándar escrita?

La construcción social de la autonomía lectora

La comprensión lectora no es una actividad automática, sino una actividad cultural de nivel muy alto. Como apunta Jean Hébrard (2000, MECyT, conferencia), los lectores expertos entienden bien un texto porque son cultos en el campo en el que está inscripto ese texto. La dificultad de la lectura escolar, especialmente en contextos de vulnerabilidad social y a medida que aumenta la complejidad de lo escrito, reside en que se les pide a los alumnos y las alumnas que lean textos para los que todavía no son muy cultos, textos frente a los cuales son como extranjeros en territorio desconocido. Lo mismo sucede con la escritura: no basta conocer las palabras para escribir, hay que idear el texto, pensar a quién está destinado, redactar sucesivos borradores, revisar su escritura, controlarlo.

Según Teresa Colomer (1993) “No se puede esperar que el lector se vuelva autónomo de manera autónoma”. La idea de que a leer se aprende sólo leyendo da por supuesto que el lector adquiere autonomía repitiendo las rutinas de lectura que haya construido en soledad. Lo mismo vale para la escritura. En realidad, a leer se aprende leyendo y a escribir se aprende escribiendo, en aulas donde los docentes impulsan un trabajo cultural importante en torno al uso de la escritura como lengua completa y como instrumento del pensamiento.

Leer y escribir son actividades sociales que suponen grupos humanos que comparten entre sí las significaciones de los textos. La profesión docente ayuda a la construcción de esos grupos que comparten significaciones, se plantean preguntas y pueden llegar a modificar sus comprensiones y producciones orales y escritas.

La comunidad de lectores implica en la base, no solo la pertenencia a un aula donde se lee y escribe significativamente sino también la frecuentación de bibliotecas, en las cuales se fortalece el vínculo con el patrimonio escrito. “En el campo textual es válido el principio de la acumulación: el que conoce más textos puede entender y conocer más fácilmente otros nuevos. La cantidad de experiencia precedente, textual e intertextual, se convierte pronto en calidad de interpretación”, dice R. Simone (2000).

1.2.Los procesos cognitivos básicos

Las diversas lenguas tienen procesos de codificación escrita diferentes, por lo cual, para considerar cabalmente las dificultades que enfrentan los que se alfabetizan hay que tener en cuenta la forma en que se codifica gráficamente la lengua que están aprendiendo a leer y escribir. Asimismo hay que tener en cuenta la forma en que la perceptibilidad auditiva de la lengua oral que habla ayuda u obstaculiza al que se alfabetiza para comprender la codificación.

La forma en que se codifica gráficamente una lengua oral

La forma en que se codifica una lengua oral es variable de una lengua a otra. En español usamos una escritura alfabética, en la cual se codifican los fonemas. La escritura alfabética tiene la ventaja de que con una serie limitada de marcas o grafemas (letras) se representan los fonemas de la lengua.

La codificación más simple sería aquella en que a cada fonema de la lengua le correspondiera un grafema, solo uno y siempre el mismo (por ejemplo, en el español /p/ “papa, capa”, la pe siempre es pe).

Pero eso no pasa en lo que suena /s/ del español de América, fonema que corresponde a tres grafemas S Z C como en “sapo, zapato y cielo”. Otro problema se da con el fonema /k/ del español que se representa con el grafema C en “casa” y con el grafema doble o digrama QU en “quinta”. También sería una codificación simple que a cada grafema le correspondiera un fonema, solo uno y siempre el mismo (como por ejemplo, P, D, N, T en “papá, dedo, Tita, nena”).

Pero eso no pasa con el grafema G que se corresponde con dos fonemas: es /g/ en “gorra” pero es /x/, es decir suena como una J, en “gitano”. Sería simple si cada fonema se identificara con un solo grafema (por ejemplo el fonema /p/ siempre se representa por un solo grafema P). Lo cual no pasa con el fonema /ts/ que se representa con dos grafemas o un diagrama CH como en “charla, che”. La situación se complica más aún con el diagrama LL que en algunas zonas de la Argentina, por su pronunciación, se confunde con la Y, por lo cual hay vacilación al escribir una palabra como “lluvia”.

Sería simple si todo grafema tuviese un fonema asociado. No como en español donde la H es un grafema que no corresponde a ningún fonema. Las condiciones positivas o ideales de las correspondencias entre fonemas y grafemas no se cumplen en ninguna lengua natural, de manera que hay que hablar de lenguas consideradas más “transparentes” -según los expertos en estas comparaciones, el serbocroata, el finés, el español, el italiano- o consideradas más “opacas” como el francés y el inglés.

La forma en que la perceptibilidad auditiva contribuye u obstaculiza la comprensión de la codificación

En todas las lenguas orales algunos sonidos son más perceptibles auditivamente que otros y esto influye en la rapidez o lentitud con que los alumnos y las alumnas aprenden las correspondencias entre fonemas y grafemas. En español las vocales son pocas (a e i o u) y son inconfundibles, siempre se perciben, pueden formar sílaba por sí mismas y siempre están en la sílaba. El 55% de las sílabas del español tiene la forma C+V (consonante más vocal, como en MA PA TA DA LA SA); otro 20% de las sílabas tiene la forma C+V+C (consonante más vocal más consonante como en PAN LAS TAN MAN DAN). Estas configuraciones silábicas facilitan los aprendizajes iniciales, sin embargo, hay otras características

que los obstaculizan. Por ejemplo, las consonantes en español son perceptibles cuando comienzan sílaba, pero se perciben mucho menos cuando cierran la sílaba y por lo tanto se pierde su percepción al final de la palabra. Por ejemplo, en español se percibe bien la L en “lana”, pero hay problemas con la S, la D, y la J final (árboles, pared, reloj); también hay problemas con las consonantes agrupadas al final de sílaba interna, por ejemplo “instituto”, “perceptible”, “colectivo” por eso son muy comunes escrituras con errores como, “istituto”, “coletivo”.

Para aprender a leer y escribir, los alumnos y las alumnas deben enfrentar todas estas dificultades y particularidades del sistema de relaciones entre las grafías y la lengua oral. Lógicamente, estas características complejas y cambiantes les ocasionan problemas y los llevan a cometer errores. Estos errores son similares

en todos los alumnos y las alumnas que aprenden una lengua como el español: cuando están descubriendo la doble articulación y el principio alfabético que rigen el funcionamiento del sistema, omiten, agregan grafemas o los colocan en distintos lugares de la palabra; también alteran la dirección y la linealidad de la escritura, y no representan el espacio entre las palabras. Al mismo tiempo, producen errores de ortografía originados en el desconocimiento de las convenciones que rigen la relación entre fonemas y grafemas.

El conocimiento de la complejidad del sistema alfabético requiere un trabajo paciente, sistemático y sostenido a lo largo del primer ciclo, exige un tiempo respetuoso de los avances y retrocesos de los alumnos y las alumnas en el proceso de aprendizaje.

2.Leer y escribir: resultante de una interacción de procesos lingüístico-cognitivos

Distintos expertos en alfabetización han desarrollado con mayor detalle cada uno de los siguientes procesos, que en el proyecto alfabetizador de este Programa se consideran convergentes para lograr una buena alfabetización.

a. Desarrollo de la conciencia ortográfica: Las lenguas escritas son lenguas ortográficas y el punto de llegada para el aprendiz es el dominio de la lengua escrita estándar, para lo cual es tan importante la exploración guiada de todas sus características gráficas como la valoración de la escritura. Desde el comienzo, los alfabetizandos deben observar y analizar muchos textos escritos y experimentar la escritura en múltiples y variadas situaciones. Para el desarrollo de la conciencia ortográfica no basta con conocer letras sueltas ni unas pocas palabras porque se trata de que los alfabetizandos comprendan que la comunicación escrita implica el uso de una lengua completa, la lengua escrita, que permite producir distintos géneros discursivos escritos para lo cual se requiere conocer reglas y convenciones gráficas, desde los formatos de los textos hasta las representaciones gráficas para los fonemas, los signos diacríticos, las pausas, las entonaciones.

b. Desarrollo de la capacidad de relacionar información gráfica y fonológica:

La única lengua que conocen los niños y las niñas cuando comienzan a alfabetizarse es la lengua oral; ellos no confunden una palabra con otra puesto que han adquirido la estructura fonológica de cada palabra que conocen. Sin embargo, usar las palabras orales no significa que puedan reflexionar sobre ellas. La conciencia fonológica es precisamente la conciencia de que las palabras están formadas por unidades menores. Algunas investigaciones sostienen que el desarrollo de esta conciencia permite un buen aprendizaje de la lectura mientras otros sostienen que es el aprendizaje de la escritura el que permite que los niños y las niñas analicen las palabras en elementos menores a la sílaba.2 Lo cierto es que, a medida que van avanzando en el aprendizaje de la escritura, los alfabetizandos desarrollan la capacidad de analizar los componentes fónicos del habla (similitudes entre palabras, rimas, cantidad de sonidos en las sílabas, sonidos distintivos) y de efectuar operaciones de correspondencias entre ellos y los grafemas. Este desarrollo permite que los niños y las niñas identifiquen las unidades mínimas que componen las palabras en la lengua oral y las asocien con las letras en la lengua escrita. Este avance es central en el proceso de alfabetización puesto que esa relación entre las unidades mínimas constituye el principio de funcionamiento de las lenguas alfabéticas o principio alfabético.

c. Memoria y construcción de un léxico escrito: Durante el aprendizaje de la lengua escrita, el lector principiante decodifica, consolida reglas de correspondencia y fija (más sencillamente, se dice a sí mismo oralmente, pronuncia las letras que va leyendo, recompone la palabra oralmente y luego interpreta el escrito). Asimismo, cuando observa escrituras, cuando lee y cuanto más lee, el alfabetizando desarrolla una memoria de palabras escritas, que al escribir le permite recordar qué letras lleva cada palabra que guarda en su memoria, si llevan o no tilde, además de su significado y en qué contexto se usan. De este modo la construcción de un léxico escrito que puede evocarse tanto para leer como para escribir consiste por un lado en la memorización de formas globales o siluetas de palabras y, por otro, en la decodificación que permite recordar uno por uno los elementos de cada palabra.

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2 Entre las primeras investigaciones se encuentran las de A.M. Borzone. Representando la segunda interpretación se encuentra D. Olson quien sostiene que la escritura fue responsable de hacer conscientes aspectos de la lengua oral y de transformar esos aspectos en objeto de reflexión y análisis.

Todos pueden aprender

d. Comprensión global del texto y de la sintaxis: A medida que leen y sobre todo si se les presentan textos desde el comienzo, los alfabetizandos se familiarizan con los tipos de textos, los formatos, el orden secuencial de las oraciones escritas y las reglas de combinación entre los morfemas. El lector eficiente es capaz de anticipar las formas de los textos y los encadenamientos posibles de palabras dentro de ellos. Esto se logra con la frecuentación asidua de textos y con la enseñanza explícita de estrategias de comprensión desde el comienzo del proceso alfabetizador. La asidua exploración guiada torna los textos previsibles y la capacidad de predicción genera en los niños y las niñas una sensación de seguridad creciente.

e. Activación semántica: A partir de la experimentación permanente con la lectura, el comentario en clase y el intercambio de opiniones con pares y docentes, el alfabetizando desarrolla estrategias para la comprensión del significado de las palabras en el contexto de la frase y la constitución del sentido, es decir, no solamente aprende a averiguar qué significa cada palabra sino qué sentido tiene el conjunto del texto.

3.Leer y escribir: resultante de una interacción de conocimientos

La alfabetización opera en la práctica como un proceso de inclusión social. Se considera que es en la instancia concreta de la alfabetización inicial donde los alumnos y las alumnas tienen la oportunidad de acceder a conocimientos acerca de la escritura como patrimonio cultural y como sistema de comunicación, de apropiarse del sistema de la escritura y de conocer las particularidades del estilo de lenguaje escrito. La coherencia y articulación entre estos tres tipos de conocimientos los constituye en predictores de éxito en el aprendizaje de la lectura y la escritura a lo largo de la escolaridad.

Para muchos niños y niñas, estos conocimien

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