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CONFLICTO ARMADO


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  1.823 Palabras (8 Páginas)  •  352 Visitas

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CONSTRUCCIONISMO Y CONFLICTO ARMADO

Si en el momento de intentar establecer diálogos de paz y conciliación frente al conflicto armado en Colombia, nos paramos desde una perspectiva guiada por el paradigma construccionista y con la visión de profesionales en trabajo social que como bien se sabe una de nuestras mas importantes tareas es el de desempeñar el rol de mediadores. ¿Será posible formular estrategias que conlleven a soluciones perdurables para nuestra nación?

Aunque en algunas naciones se han buscado la solución pacífica a sus problemas, hay otras en que la lucha armada persiste y persistirá. En el caso de Colombia que aunque casi lleva 20 años tratando de llevar a cabo negociaciones con los grupos armados, con la intención de posibilitar la construcción de paz en este largo plazo, teniendo en cuenta las exigencias y tareas que se supone transformar la convivencia en el país, la paz es un tema recurrente en la discusión política colombiana. Los últimos 5 presidentes han desarrollado iniciativas de paz, circunscritas en la búsqueda de soluciones políticas al conflicto armado por la vía de negociación. Sin embargo, esta lucha ha estado presente desde hace casi cinco décadas, ha vivido un drama histórico caracterizado por el uso de la violencia como único recurso de resolución de conflictos sociales, económicos y políticos.

Este es un conflicto interno, en el que participan tanto el gobierno como otras organizaciones como las subversivas o al margen de la ley. Este conflicto ha pasado por una serie de etapas de recrudecimiento, en especial cuando algunos sectores se comenzaron a financiar con el narcotráfico. Históricamente ha servido para restringir libertades y para violar derechos, acciones estas justificadas por los actores del conflicto, que desde diferentes perspectivas, buscan penetrar y conquistar espacios de acción civil, legitimándose un régimen de terror que poco a poco cercena las esperanzas de millones de colombianos de alcanzar condiciones mínimas de vida digna dentro del territorio colombiano.

Esta guerra que Colombia sufre, deja en evidencia no sólo la incapacidad de los ejércitos enfrentados de conseguir la victoria, sino las efectivas maniobras de unos y otros, de perpetuar el conflicto, de tal forma que con su naturalización, logran aplazar viejos anhelos como el de afianzar y profundizar la democracia, atacar de manera clara y efectiva la concentración de la riqueza y su consecuente correlato, la pobreza, y de consolidar el Estado-nación como un tipo de orden viable, perpetuo, confiable y por sobre todo, garante del desarrollo digno de proyectos colectivos e individuales.

Por ello, tanto los guerreros como aquellos líderes políticos, económicos y sociales que insisten en la guerra interna, logran frenar de manera clara el desarrollo, la apertura democrática y en general, la construcción de un Estado fuerte, de una nación diversa étnica y culturalmente, que actúe y se manifieste a través de unos mínimos identitarios que nos permitan compartir ideas y sueños de un mejor país. Esos actores han terminado sirviendo a los intereses de los señores de la guerra que desde los ámbitos nacional e internacional actúan para que la idea de paz en Colombia se aleje cada vez más. No hay que olvidar que la imposibilidad de construir un Estado fuerte beneficia a sectores hegemónicos económicos, políticos y sociales, que imponen sus proyectos en todo el territorio nacional.

En tantos años de guerra interna, van quedando prácticas antidemocráticas, odios, rencores y una suerte de pesimismo que nos van llevando a estadios de inacción política que resultan inconvenientes, en ese camino necesario de pensar en la paz y de hacerla viable a través del diálogo entre los revoltosos y entre los empresarios de la guerra. Abrir espacios de diálogo para la paz es una necesidad inaplazable para un país que culturalmente es rico y diverso, pero conservador, violento y excluyente. Por ello, Colombia requiere con urgencia reformas estructurales en su Estado y en las formas tradicionales como hemos entendido la democracia, la diferencia, pero por sobre todo, como hemos entendido lo público y hasta el propio conflicto armado.

Para poder avanzar en esa deconstrucción nacional es importante enfocase en el construccionismo el cual otorga valor a las otras tradiciones, entregándoles un lugar en la mesa, invitándoles a participar del diálogo; y a partir de aquí, implantar una esperanza de que, de algún modo, todos juntos podamos crear nuevas formas de vida, realidades y posibilidades totalmente nuevas, que nos permitirán sostener una vida enriquecedora para todas las personas.

Este enfoque como lo expuso (Gergen) es un compuesto de donde brotan nuevos diálogos, nuevas condiciones y nuevas conversaciones. Generalmente los seres humanos tenemos una fuerte tendencia a limitar y a encausar el rango de lo que podríamos decir, la forma en que consideremos algo en que le demos un significado a algo crecerá a partir de un grupo de relaciones de el cual se es parte, algo así como una tradición, una comunidad a la que se pertenece.

Cualquier construcción que se haga a partir de lo que se quiere interpretar o se busca interpretar, cualquier perspectiva que se tome va a cargar consigo algo que llamamos valores y no existe ninguna construcción con un valor neutral, tampoco una descripción del mundo que tenga un valor neutral todo va a depender desde la perspectiva que se vea o se estudie. He aquí la importancia de requerir a nuevos liderazgos nacidos en otros ámbitos culturales, en aras de reconocer la diversidad cultural, Líderes negros, campesinos, mestizos e indígenas que oxigenen esa mirada

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