CRIANZA, INSTRUCCIÓN Y DISCIPLINA: UNA REFLEXIÓN ACTUAL A LOS CONCEPTOS DE KANT

CRIANZA, INSTRUCCIÓN Y DISCIPLINA: UNA REFLEXIÓN ACTUAL A LOS CONCEPTOS DE KANT

El biólogo e investigador chileno Humberto Matura suele decir que “educar es el proceso en el cual el niño o el adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el del otro en el espacio de convivencia”. A ese proceso, no tan espontáneo, los seres humanos dedican la mayor parte de la vida con el propósito no solo de aprender y adquirir más y más información, conocimientos, sino de ser mejores hombres y actuar de mejor forma. La educación ha sido, tradicionalmente, un camino a la ‘perfección’, concepto propio de los filósofos.

A través de la historia, diferentes pensadores y pedagogos han discutido teorías y perspectivas sobre cómo debería ser la educación. Uno de estos autores de obligatoria referencia es el alemán Immanuel Kant, quien señala tres conceptos fundamentales en un proceso educativo: la crianza, la disciplina y la instrucción. Según Kant, por medio de estos, se logra formar al niño de tal forma que aprenda a razonar por sí mismo, con ciertas reglas y por diversos medios. Resulta natural preguntarnos si estos tres conceptos continúan vigentes en la educación actual o habrán sido sustituidos por otros modelos educativos.

En primera instancia, el niño requiere de formación, libre desarrollo y cuidados específicos, pues desde sus primeros días se enfrenta a complicadas tareas, al control de sus instintos naturales, a compartir con una familia y un contexto particular del que no sabe nada. Por lo tanto es importante guiarlo con buenos instrumentos y buenas prácticas para que el niño resuelva sin mayores dificultades los retos diarios. La formación de carácter, capacidades intelectuales y el desenvolvimiento en una sociedad necesita de la buena formación en principios y disciplinas que son obtenidas en un comienzo desde el hogar y son fortalecidas en la escuela con la ayuda del maestro. Al explicar los tres conceptos que propone Kant —crianza, instrucción y disciplina—, la crianza y la instrucción difieren en el sujeto encargado de la enseñanza, mientras que la disciplina está presente durante toda la vida del niño y de ella depende, en buena medida, el aprendizaje. Se podría entonces hablar de una relación de crianza- disciplina y de una instrucción-disciplina.

El niño desde que nace está dispuesto a la crianza de sus padres o de quien esté a cargo de él. Estas personas, intencionalmente o no, establecen reglas y pautas de conducta de la cultura a la que pertenecen y moldean el comportamiento del infante. Para Kant esto es conocido como la disciplina, de ahí la relación entre crianza y disciplina. El pedagogo explica que los padres deben dejar que el niño aprenda por sí mismo y se enfrente a sus propias situaciones, los padres solo pueden generar en ellos un ejemplo y una base. Por lo mismo, no pueden cumplir todos los caprichos, ni acceder a todas las voluntades, porque el niño se perdería del aprendizaje a través de su propia experiencia, aprendizaje importantísimo en sus primeros años.

En mucho de los hogares hoy día sucede todo lo contrario, aún los padres de familia no toman un rol de guía sino un papel (casi de dioses) en el que se satisfacen todos los caprichos del infante. Todavía es frecuente pensar que al atender cada grito, prevenir caídas, crear falsos miedos, implementar instrumentos que condicionen su desarrollo como caminadores, el niño va a estar lo suficientemente protegido y va a aprender a desenvolverse en su mundo. Todo lo contrario: esta ‘forma de crianza’ genera dependencia. El niño en un futuro se va a encontrar con ciertos obstáculos y fracasos y no los va a enfrentar de la mejor manera porque nunca le enseñaron que eso iba a suceder. Porque otra persona estuvo decidiendo por él. El niño debe aprender desde pequeño a lidiar con sus frustraciones, a encontrar sus caminos y festejar sus triunfos.

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