Capital Cultural

Capital cultural

La articulación es la necesidad de buscar continuidad, coherencia, secuenciación y gradualidad que debe existir en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

La educación es un proceso continuo y el alumno un ser único que transita todos los niveles de la escolaridad. La articulación debe concebirse como una cuestión global, integral, que debe contemplar todos los aspectos comprometidos en este proceso. La continuidad tiene que abarcar todos los tipos de contenidos, estrategias didácticas para evitar aislamientos, contradicciones y diferencias entre los distintos niveles.

Las relaciones entre escuela y cultura siempre han sido relaciones tensas y conflictivas. Desde la postura de los educadores se sostiene la necesidad de armonizar las propuestas de ambas dimensiones o, más concretamente, que la escuela se adapte a los requerimientos y pautas de la cultura popular. En un marco de tensión y conflicto es posible que la relación entre escuela y cultura sea una relación socialmente significativa.

La incorporación del capital cultural se efectúa mediante acciones pedagógicas cuya naturaleza es analizada desde el proceso de socialización. El éxito del trabajo pedagógico escolar depende de la distancia entre el habito que la escuela pretende inculcar y el habito adquirido en el proceso de socialización familiar. La acción pedagógica escolar está organizada partiendo de la idea de que los alumnos acceden a ella con un capital cultural interiorizado que les permite recibir e incorporar los elementos específicos del capital cultural que la escuela pretende inculcar.

La validez de la oferta cultural de la escuela no radica, por lo tanto, en su adecuación a la cultura externa sino en el significado social de los contenidos que ella transmite.

La educación en contextos rurales padece problemáticas que complejizan el desafío de asegurarle a su población el derecho a una educación de calidad. El cumplimiento de este objetivo exige enfrentar la exclusión educativa y la escasez de recursos materiales y humanos, en un escenario dominado por dos grandes condicionantes: la pobreza y el aislamiento.

No obstante, el ámbito rural presenta una gran heterogeneidad en términos de las condiciones de vida y los recursos del sistema educativo. Así, existen marcadas desigualdades tanto entre el ámbito rural y el urbano como al interior del ámbito rural.

En este contexto, la distribución más justa de la oferta educativa representa una herramienta para reducir las desigualdades sociales de origen de los alumnos. .

Una importante dimensión de las desigualdades entre áreas rurales y urbanas se manifiesta en la falta de tradición escolar en contextos rurales, con una población adulta con menor nivel educativo; la mayor incidencia de la pobreza, que obliga a los niños a ingresar a una temprana edad al mundo laboral

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