Comprensión de lectura "Novela y educación"
Resumen17 de Abril de 2015
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Para mejorar tu comprensión sobre lectura “Novela y educación”, te sugerimos llevar a cabo las siguientes actividades:
1. Ten presente tu objetivo y las razones de la lectura.
2. Organízate interna y externamente, dispón del espacio y tiempo adecuados, un diccionario especializado es un apoyo para comprender las ideas y conceptos del autor.
3. Elabora un escrito breve sobre la relación que supones hay entre la novela y educación, así podrás comparar tus percepciones al inicio y final.
4. Lleva a cabo una pre-lectura para familiarizarte con el contenido. Identifica aquellas palabras resaltadas, busca su significado para favorecer la comprensión del tema.
NOVELA Y EDUCACIÓN*
Por Héctor Ceballos Garibay
Sin duda es una pésima noticia atestiguar que durante el ocaso del siglo XX y en estos albores de la actual centuria, el género novelístico, que tan esencial y luminoso fue para la historia de la modernidad occidental, está padeciendo infinidad de afrentas y embestidas de muy diversa índole. Tres funestos casos así lo corroboran: 1- La proliferación de la literatura chatarra (novelas que sólo buscan el éxito comercial y carecen de trascendencia estética); 2- La sustitución de los libros impresos como fuente de información y recreación, y su reemplazo mediante el uso y abuso de tecnologías electrónicas y medios audiovisuales que, utilizados sin el respaldo de una cultura humanista, en muy poco contribuyen al cultivo del pensamiento crítico; y 3- El desconocimiento que muestran las instituciones públicas y privadas en torno al papel crucial que cumplen las novelas como fuente de placer artístico y, al mismo tiempo, de sabiduría humana.
¿Crees que el género novelístico está en crisis? ¿Por qué?
Y si los dos primeros asuntos resultan muy difíciles de contrarrestar en la actualidad, pues ellos forman parte de una lógica compleja, irrefrenable y globalizada, el tercer punto, en cambio, sí que puede combatirse aún: tanto con la adecuada difusión y el tenaz fomento de la lectura (ya se trate de las novelas canónicas o de las nuevas novelas de calidad que por fortuna siguen creándose en todo el orbe), como a través de propiciar una amplia concientización sobre la existencia de un saber artístico específico, sustentado en la interrelación fructífera de la sensibilidad y la racionalidad, del goce estético y la imaginación intelectual. Desde esta perspectiva, son numerosas y muy importantes las tareas que hoy en día tienen que cumplir los ministerios de cultura y educación nacionales e internacionales. Por ejemplo: revalorar el enorme potencial epistemológico y testimonial del género novelístico; desempolvar ese rico acervo bibliográfico que se apolilla en las bibliotecas y que debe ponerse de inmediato en circulación (campañas de lectura, reimpresiones eficaces y asequibles, etc.) entre los potenciales lectores; y hacer obligatoria, en todos los ciclos de la enseñanza escolarizada, la cátedra de educación artística. Sólo así, mediante una misión pedagógica de altos vuelos, será posible preservar y acrecentar esa personalidad humanista (la cual conjunta valores éticos y estéticos, capacidad sensitiva y reflexiva, amor a la tradición propia y visión cosmopolita) que floreció y se transmitió generacionalmente por medio de la gran novelística universal en los siglos pasados, y que en la actualidad padece un grave aletargamiento que resulta perentorio revertir.
¿Qué significa que el género novelístico tiene un potencial epistemológico y testimonial? Podrías ejemplificarlo con algún libro que hayas leído:
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Para abordar el tema que nos ocupa, la reivindicación de las múltiples y provechosas relaciones entre la novela y la educación, es conveniente remitirnos a la manera peculiar como la novela (o cualquier obra de arte) estimula al cerebro humano durante los momentos de creación y recepción estéticas. Se trata, en ambos casos, de un proceso neurofisiológico muy complejo, el cual, dados los objetivos limitados y específicos de este ensayo, puede esquematizarse y resumirse en la interacción dialéctica que ocurre entre las dos estructuras básicas que conforman al órgano más fascinante y enigmático que poseemos los individuos: la estructura sensitivo-perceptual y la estructura intelectual-racional. Al subrayar el carácter simbiótico de estas dos capacidades de la mente humana nos proponemos dejar atrás concepciones unilaterales y antinómicas de larga prosapia, tales como el Formalismo, que postula la necesidad de prescindir de los factores extrínsecos (la biografía, la psicología y el contexto histórico del autor) a la hora de analizar una obra de arte; y como el Surrealismo, movimiento estético que enaltece el papel de la subjetividad (los factores oníricos, inconscientes, azarosos) durante el proceso de creación artística (recuérdese, al respecto, el desprecio que mostraron los surrealistas hacia los recursos literarios tradicionales del género novelístico: la recreación del medio ambiente, la caracterización de los personajes, la verosimilitud, etcétera.) Así entonces, la concepción integralista que ofrecemos como alternativa aduce la pertinencia de añadir los factores extrínsecos a los intrínsecos a fin de arribar a un óptimo análisis crítico de las producciones artísticas.
Además, no sólo reconoce la relativa autonomía de las dos estructuras mencionadas, sino que también plantea que en el proceso dinámico de interrelación entre el sujeto creador (o receptor) y el objeto creado acontece, consciente o inconscientemente, una conjunción fecunda entre la sensibilidad y la razón, la percepción y la reflexión, la intuición y la imaginación. Por consiguiente, en vez de incurrir en una falsa contraposición de unos elementos con respecto a los otros, debe concebírseles como aspectos esenciales que, al fusionarse en el momento de la creación y la recreación, conforman la estructura senso-intelectual, una modalidad sintética y superior que es la que permite a los individuos crear las obras de arte, así como extraer de ellas su rico caudal estético y epistemológico. Desde esta perspectiva, nada resulta mejor, durante el catártico y sublime momento de la experiencia estética, que activar al máximo el binomio integrado por la sensibilidad y la lucidez intelectual.
¿En qué consiste la experiencia estética?
Dos corolarios pueden derivarse de esta concepción integralista del quehacer artístico: a) Mientras mayor sea la estructura senso-intelectual de los sujetos, mayor será la posibilidad de que éstos aprovechen las múltiples funciones y bondades propias del arte: el goce de los sentidos, el despliegue de la imaginación y la construcción de una sabiduría sui generis (diferente al saber científico y al saber cotidiano); y b) Asimismo, mientras mayor sea la frecuencia en el consumo y disfrute de experiencias artísticas, más amplia y vigorosa será entonces la estructura senso-intelectual de cada individuo. Se trata, pues, de dos relaciones directamente proporcionales que guardan una feliz correspondencia. En el primer caso, no hay duda que un lector avezado y culto tendrá muchas más capacidades y recursos que uno bisoño e inculto para descubrir, degustar y enriquecerse literaria y filosóficamente con los múltiples simbolismos y significados de una novela tan compleja y polisémica como Don Quijote (que acoge infinidad de lecturas e interpretaciones críticas, por ejemplo: los conflictos cordura-locura, idealismo-materialismo, sentido común-imaginación). En el segundo caso, a manera de una auto educación progresiva y placentera, resulta obvio que cada sujeto puede y debe fortificar su propia estructura senso-intelectual recurriendo a una alimentación espiritual suculenta y cotidiana, a base de poemas, sinfonías, esculturas, pinturas, películas y, claro está, novelas y más novelas.
¿Cómo estimulas tu propia estructura senso-intelectual?
Desde este punto de vista, y si proyectamos nuestro planteamiento hacia la dimensión macro-social, resulta pertinente colegir que los seres sociales que logren construir una vigorosa estructura senso-intelectual tendrán mayores posibilidades de ser mejores personas, es decir, podrán convertirse no sólo en sujetos más sensibles y analíticos, más hedonistas y creativos, sino que también como ciudadanos serán individuos que se comportarán de manera más democrática y solidaria dentro de su propia comunidad y de forma más tolerante e incluyente con los “otros”, con los que actúan y piensan diferente por motivos étnicos, raciales, ideológicos y políticos. Y esta confluencia y colaboración social entre hombres y mujeres cualitativamente mejor preparados, quizá también sea la clave para alumbrar sociedades menos lastradas por la intrínseca conflictividad humana. ¿Estás de acuerdo?
Con el objeto de aquilatar la dimensión pedagógica y cognoscitiva de la novela, resulta conveniente partir de una definición general que abarque las múltiples potencialidades propias de este género literario. En primer lugar, nos referimos a un relato extenso, narrado en prosa, cuya estructuración, ritmo y composición tienden a ser complejos y cuyo propósito es la creación de una obra valiosa y de largo aliento. En segundo, aludimos a un microcosmos autónomo y polifónico, históricamente determinado (época y biografía del autor), compuesto por una gran diversidad de signos lingüísticos, sociales, filosóficos, políticos
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