Condiciones Laborales De Trabajadores De La Industria Cultural En Chile

¿Cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores de la Industria Cultural y la Cultura de Masas en el Chile Actual? ¿Cómo pueden mejorar las condiciones actuales de trabajo?

No es un misterio para nadie que las condiciones laborales de los trabajadores chilenos no son las óptimas. Si bien no se está en un nivel de precarización extremo como en otras partes del mundo como América Central, Asia o África, tampoco se puede desconocer que los abusos y la explotación laboral están presentes.

Cada trabajador vive condiciones laborales distintas, pero todas marcadas por diferentes formas de abuso; como largas jornadas de trabajo, bajos sueldos, escasa seguridad, acoso laboral, desinformación de las condiciones de trabajo, entre tantas otras.

El capitalismo y el modelo neo liberal de estos días privilegia por sobre todo las ganancias y el materialismo por sobre las personas. El trabajador cada vez pierde más derechos, a la vez que adquiere más deberes y tareas que realizar. Todo se reduce a producir.

No solo las condiciones económicas y política han cambiado desde el paso del modelo fordista de economía a la acumulación flexible. Muchos y de diversas formas son los mecanismos aplicados para nutrir y sostener las condiciones propicias para el capitalismo; las instituciones como el Estado, la iglesia, los centros educacionales, entre otros, aportan con sus métodos de control y alienación para seguir con el status quo.

En su libro “La condición de la posmodernidad”, David Harvey plantea que “la disciplina impuesta a la fuerza de trabajo en función de la acumulación capitalista es un asunto muy intrincado. En primera instancia, entraña cierta mezcla de represión, acostumbramiento, cooptación y cooperación, todo lo cual debe organizarse no solo en el lugar de trabajo sino en la sociedad en su conjunto. La socialización del trabajador a las condiciones de la producción capitalista supone el control social de fuerzas físicas y mentales sobre bases muy amplias. La educación, el entrenamiento, la persuasión, la movilización de ciertos sentimientos sociales (…) y tendencias sicológicas (…), todo esto desempeña un papel y está íntimamente mezclado con la formación de las ideologías dominantes cultivadas por los medios masivos, las instituciones religiosas y educativas, las diversas ramas del aparato estatal, y afirmado por la simple articulación de su experiencia, por parte de aquellos que hacen el trabajo” .

Otra fuente de opresión y una de las tareas mejor realizadas por el capitalismo es haber conseguido una relativa pasividad del proletariado mediante la tecnología y la entretención, mediante el espectáculo. Como señala Guy Debord: “El espectáculo somete a los hombres en la medida en que la economía los ha totalmente sometido. El espectáculo no es más que la economía desarrollándose para sí misma. Es el reflejo fiel de la producción de las cosas, y la objetivación infiel de los productores” . Así es como la entretención se ha erigido como una forma de cierta evasión de las consecuencias laborales y de la vida en general de las personas que provocan las condiciones capitalistas de producción.

La industria cultural es uno de los encargados de mantener este escenario de aletargamiento favorable para el capitalismo. Tanto la televisión, la radio y la prensa como espectáculos, conciertos, exposiciones y otras formas de cultura juegan roles trascendentes dentro la cultura de masas de consumo actual. Consumo es la palabra clave, ya que la cultura es apreciada como un producto más que se consume y se desecha rápidamente para darle paso a un nuevo producto que se descartará tan rápido como el anterior.

“La estética relativamente estable del modernismo fordista ha dado lugar a todo el fermento, la inestabilidad y las cualidades transitorias de una estética posmodernista que celebra la diferencia, lo efímero, el espectáculo, la moda y la mercantilización de las formas culturales” , señala Harvey.

Las instituciones culturales, para funcionar también claramente necesitan trabajadores, cuyas condiciones laborales no se diferencian de la de cualquier otro obrero. Dentro de las ocupaciones pertenecientes al espacio de las industrias culturales, el periodismo es una de las profesiones u oficios más manoseado y estereotipado socialmente. Encargados de transmitir y comunicar lo que sus empleadores exigen, el periodista se ha ganado una percepción bastante desfavorable por parte de las personas, que en general, tienden a asociar al periodista solo a los chismes de la farándula y la televisión. Un papel bastante alejado del que juega o debería jugar esta profesión en el mundo de las comunicaciones.

Las condiciones de producción actuales del periodista chileno se pueden separar en dos aspectos: los netamente laborales, como sueldos, horarios y beneficios. Mientras que por otra parte, se pueden analizar las condiciones intrínsecas del oficio como la libertad de expresión, el pluralismo y el rol social.

La escasez y concentración de los medios de comunicación en Chile es una de las principales causas de las condiciones laborales adversas de los periodistas. Otra causa importante es la mínima regulación en la proliferación de escuelas de periodismo que no cumplen con los requisitos más esenciales para la formación de nuevos profesionales.

Los pocos medios donde conseguir trabajo provocan un campo laboral bastante limitado que obliga a los periodistas recién egresados a buscar puestos en áreas o actividades que no guardan mayor relación con el periodismo. Varios emigran a empresas a trabajar como relacionadores públicos, pero si esto no es una opción para algunos, además se ven enfrentados a otro gran problema que son los bajos salarios.

Considerar un ingreso mensual promedio de 815 mil pesos como bajo, que es lo que en promedio gana un periodista al quinto año de egreso, sería insultar a una gran parte de trabajadores chilenos que

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