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Crisis De La Educación Peruana


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2012  •  33.182 Palabras (133 Páginas)  •  441 Visitas

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Crisis de la educación peruana

Primera Parte

HIPÓTESIS DE LA EDUCACIÓN NACIONAL

CAPÍTULO I

LA REALIDAD DE LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ

La Educación Peruana, en el umbral del tercer milenio, no garantiza una verdadera educación para las grandes mayorías nacionales. Su existencia es sólo para decir que hay educación en el Perú, en diversos niveles y modalidades. Una encuesta nacional sobre su calidad, expresaría categóricamente, que es escasa. Toda cosa es creíble, cuando merece ser creída, si sus efectos lo confirman y su práctica lo demuestra; de lo contrario, será una apariencia, una falacia. En este sentido, la Educación Nacional en vigencia no es orgánica ni funcional; no da los frutos esperados para el desarrollo de la sociedad peruana en su totalidad; al contrario, viene deformando el alma nacional, generando el servilismo; porque su sistema es obsoleto, que parece corresponder al siglo XVII, según el parámetro de las posibilidades filosóficas.

En cambio, nuestra educación Tahuantinsuyana fue dialéctica; vale decir, científica, orientada por las leyes naturales y cósmicas, la que permitió el desarrollo más grande en América. Por eso, el mejor ideólogo cubano, José Martí, dijo: «Lo único que se envidia de América del Sur es su cultura Incaica». Una vez colapsada nuestra cultura por el vasallaje de España, el Perú nuevo dejó de tener cultura auténtica y una educación de alta calidad hasta hoy: años finales del siglo XX.

Desde la gesta emancipadora del yugo español, la educación fue desatendida desde 1825 hasta 1876, recién en esa fecha fue restituida inicialmente durante el gobierno del primer presidente civil, don Manuel Pardo, al dictar el primer Reglamento de Instrucción, en base a los principios de la educación idealista de España. Desde entonces, constituyó dicho reglamento en la línea maestra del actual sistema educativo. No obstante los impulsos y reformas que se dieron a lo largo de la vida republicana, se mantienen intangibles sus principios idealistas, reñidos con los principios fundamentales de la filosofía científica.

Manuel González Prada, primer socialista peruano, con acierto dijo: La educación en el Perú es idealista y teórica; forma intelectuales baratos que se arriman a la oligarquía por su filosofía pancista; y no a los hombres de lucha para la reivindicación del pueblo profundo. Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, nuestros mejores ideólogos, fueron partidarios de una verdadera educación para resolver la ignorancia y el atraso del Perú; porque la que existía era de una filosofía desgajada por el avance de la ciencia. Luis Alberto Sánchez, fue partidario de la necesidad de mejorar la educación para el desarrollo de la sociedad. Adolfo Hitler, en su libro «Mi Lucha», después de la II Guerra Mundial, dijo: «El Perú está atrasado, porque su educación está desviada».

En todos los confines del mundo, la educación es concebida como la palanca de desarrollo de las sociedades. En el Perú, por error craso se concibe como una inversión improductiva, por desconocimiento de su gran valor para la vida humana o por intereses creados; el país se halla atrasado y por ende, en la zaga del tercer mundo. En cambio, los países que tuvieron acertada política educativa, alcanzaron altos niveles de desarrollo: como Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón. Pues, un país vale más o vale menos en el consenso mundial según la calidad de su capital humano.

El capital humano del Perú es de poco valor axiológico, porque su educación es de baja calidad, inspirada en miserias de una filosofía atemporal, que ha generado hombres absolutistas, fanáticos, egoístas, chantajistas, arribistas, chauvinistas, vanidosos, soberbios; claudicantes, traficantes, antidemocráticos; como también pesimistas, fatalistas, pancistas, inmorales, individualistas; conformistas, mafiosos, sobones, etc.

El problema de fondo de la baja calidad educativa radica en los viejos principios que la sustentan; que no permiten la formación del hombre analítico, crítico y científico; vale decir, el ingenioso, y en suma, el humano, competitivo acorde a la altura de los nuevos tiempos en constante cambio.

El atraso del Perú se debe, inobjetablemente, a su ignorancia. En consecuencia, el país necesita una vocación gubernamental de servicio educativo serio para todos los peruanos, previa reforma del Sistema Educativo.

CAPÍTULO II

TESIS DE LA AUTÉNTICA EDUCACIÓN

DEL PERÚ ANTIGUO

Està demostrada la existencia de un comunismo de tribu como origen de los pueblos conocidos en el mundo. Los primeros seres humanos que habitaron en el antiguo Perú, sin duda alguna, fueron las hornas de los clanes errantes los que conformaron los ayllus y éstos las tribus sedentarias o comunidades primitivas. En esta agrupación primitiva tuvo mayor presencia los ayllus, que también fueron errantes y luego sedentarios; de este modo, integraron la comunidad primitiva del Perú. Asentada sobre la propiedad común de la tierra, y unida por vínculos de sangre, eran sus miembros individuos libres, con derechos iguales, que ajustaban su vida a las resoluciones de un consejo, formado democráticamente por todos los adultos hombres y mujeres de la tribu.

Más adelante, los adultos explicaban a los niños, cuando las ocasiones lo exigían, cómo debían de conducirse en determinadas circunstancias. En el lenguaje grato a los educadores de hoy, diríamos que en las comunidades primitivas la enseñanza era para la vida por medio de la vida: para aprender a manejar el arco, el niño cazaba; para aprender a guiar una piragua, navegaba. Si los padres dejaban a los niños en completa libertad, ¿cómo todos los adultos resultaban después idénticos?, ¿en virtud de qué la anarquía de la infancia, se transformaba en la disciplina de la madurez? Todo eso se producía por la concepción del mundo, pues el primitivo supuso, que la Naturaleza estaba organizada en igual forma: su religión fue por eso una religión sin dioses. Los primitivos creían, en efecto, en fuerzas difusas que impregnaban a todo lo existente, de la misma manera como las influencias sociales impregnaban a todos los miembros de la tribu. Bastaba tal modo de pensar y actuar de los adultos para que los niños se autodisciplinaran.

De esta concepción (la única posible en una sociedad rudimentaria en que todos los miembros ocupaban un sitio igual en la producción) deriva lógicamente el ideal pedagógico al cual los niños debían de ajustarse. El «deber ser»,

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