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Desarrollo De La Conciencia

jamao627 de Febrero de 2014

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Capitulo 1

Desarrollo de la conciencia

Moral

“En la medida en que el niño pueda verse como un ser lleno de valores, crecerá seguro y fortalecerá las posibi¬lidades de ser un adulto feliz”

Tomado de El buen trato en la familia y en la escuela.

Nuestros hijos, al nacer son buenos, aunque desconocen las normas que rigen la conducta entre la familia y aquellas que regulan el comportamiento en sociedad, siendo de vital importancia enseñar adecuadamente a través del ejemplo lo que significan los principios y los valores, los cuales han de ser complementados en aulas por intermedio de la edu¬cación, ya que la conciencia moral se va desarrollando en el paso de los primeros años.

Nuestros hijos necesitan nuestra ayuda, ya que no llevan incorporado ningún circuito integrado que les pueda decir si sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o está mal. Por eso es tan importante en esta edad, que los padres acompañen los hijos en la enseñanza de los principios y de los valores, permitiéndoles desarrollarse moral, espiritual y profesionalmente para convivir adecuadamente en comuni¬dad dentro del quehacer social, mediante la práctica de las costumbres, la cual perdura con el paso del tiempo, coinvirtiéndose en norma.

Este conjunto de saberes y experiencias se transmite de generación en generación por diferentes formas. Los niños aprenden de los adultos y los adultos de los ancianos. Apren¬den de lo que oyen y de lo que leen; aprenden también de lo que ven y experimentan por sí mismos en la convivencia coti¬diana. Así se heredan las tradiciones y costumbres.

Mediante la transmisión de sus costumbres y tradiciones, un grupo comunitario intenta asegurar que las nuevas gene¬raciones, conozcan y den continuidad con relación al desa¬rrollo de la conciencia moral, la cual les hará crecer como grupo distinto frente a los demás.

Las tradiciones y costumbres cambian con el paso del tiem¬po, como resultado de las nuevas experiencias y conocimien¬tos de la sociedad, a causa de sus necesidades de adaptación a la naturaleza y por la influencia de otros grupos sociales con los que establece contacto.

La fuerza de las costumbres y tradiciones no radica en la frecuencia con que la gente las practique, sino en que la gente comparta y disfrute auténticamente las ideas y creencias que las originaron con los pequeños, al cantar canciones de cuna tradicionales, participar en celebraciones culturales en cuan¬to nazca el niño, narrar cuentos folclóricos de su cultura, visi¬tar con frecuencia a los parientes de mayor edad y estimular a compartir en familia las prácticas culturales de su niñez. Haga un álbum de fotografías familiares que ilustre las tra¬diciones culturales, y véalo a menudo en compañía del niño.

Las costumbres y tradiciones pierden fuerza cuando la gente cambia sus creencias, su modo de entender el mundo y el sentido de su vida; entonces se procuran nuevas creencias y prácticas, que formarán con el tiempo otras costumbres y otras tradiciones, para bien o para mal.

Una costumbre es una práctica social arraigada. General¬mente se distingue entre buenas costumbres que son las que cuentan con aprobación social, y las malas costumbres, que son relativamente comunes, pero no cuentan con aprobación social, debiendo ser regulada mediante la promulgación de normas para tratar de modificar la conducta.

Entre los grupos humanos siempre hay personas que apo¬yan los cambios y otras que se resisten a ellos; esto ha sido causa de disgustos y desacuerdos. Quienes se oponen a dejar atrás su cultura, consideran que las costumbres y tradicio¬nes no son prácticas sin sentido, sino respuestas y soluciones que les han ayudado a enfrentar el mundo y la vida. Ante la incertidumbre de lo nuevo, lo conocido representa y ofrece seguridad.

El desarrollo de este conjunto de saberes y experiencias desarrolladas y aprendidas con el tiempo por el ser humano, es lo que se llama conciencia moral.

A nivel social y cultural, empezamos a aprender las nor¬mas y principios morales en la sociedad en la que vivimos: familia, escuela, grupo de amigos y otros agentes de sociali¬zación como la televisión. El proceso a través del cual apren¬demos y asumimos los principios y normas morales y todas las manifestaciones culturales de nuestra sociedad se llama socialización. A través de este proceso nos adaptamos e inte¬gramos en nuestra sociedad.

Relacionada con la socialización está la endoculturación, que es la tendencia de las generaciones jóvenes a imitar los patrones de conducta de las generaciones adultas. Estas últi¬mas son las que tienen el poder de premiar y castigar el com¬portamiento de los jóvenes. De este modo los jóvenes quedan programados, por así decir, para repetir los comportamien¬tos dominantes en una sociedad determinada.

Habría que decir, por tanto, que en principio las normas morales nos vienen impuestas desde fuera. Pero esto no sig¬nifica que seamos heterónomos. Actuamos autónomamente cuando decidimos reflexivamente qué normas o principios consideramos buenos y cuáles no.

Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la realidad, el mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno, que es el que hace que sean valorables.

No podemos olvidar que somos morales porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibili¬dad de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias.

La conciencia de estas consecuencias es la base del aspec¬to interno de la moral, en ella está el origen de la valoración de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida. Pero la conciencia moral es también conciencia de la liber¬tad, conciencia de que no todas las posibilidades de elección son igualmente valiosas. Por eso es especialmente importan¬te plantearnos qué es y cómo funciona.

La misma palabra que usamos para referirnos a ella ya nos da una pista: estar consciente significa darse cuenta de lo que ocurre alrededor. La conciencia es una forma de conocimien¬to o de percepción que tenemos o debemos tener de las nor¬mas o reglas; si a ella le agregamos la moral, es el conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o grupo social, que funciona como una guía para obrar, orienta acerca de que acciones son correctas-buenas y cuales son in¬correctas-malas. La moral es la suma total del conocimiento que se adquiere sobre lo más alto y noble.

Al definir la conciencia como un tipo de conocimiento o de percepción estamos reconociendo que es una realidad com¬pleja. Cuando valoramos una acción realizada o por realizar, la conciencia moral puede actuar de maneras diferentes.

Podemos sentir que lo que hemos hecho o vamos a hacer está bien o mal, sin saber exactamente por qué; podemos también analizar las consecuencias reales o posibles de nues¬tra acción y su conveniencia; podemos recurrir a pensar en normas previamente aceptadas para enjuiciar la acción... A lo largo de la historia, distintas corrientes de pensamiento sobre la moral han dado mayor importancia a alguno de estos modos de actuación de la conciencia moral.

El niño adquiere conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea por medio de sus sentidos. A partir de los estímulos recogidos por los sentidos el niño descubre, organiza y recrea la realidad, adquiriendo conciencia de ella por medio de la percepción.

La sensación es el proceso a través del cual la información sensorial, los datos sensoriales, llegan al cerebro. Es una im¬presión que se produce en el cerebro por la excitación origi¬nada en un receptor sensorial, a causa de un estímulo prove¬niente del mundo externo o interno.

La percepción es la posibilidad de organizar los estímulos y poder diferenciar unos objetos de otros. La percepción ya se considera una función cognitiva básica y significa la toma de conciencia de que el objeto existe, de que tienes cualidades.

La personalidad del bebé se desarrolla tras los seis prime¬ros meses de vida, en que existe básicamente a través de su madre, el niño va adquiriendo conciencia que es ser autóno¬mo, independiente de quien le ha dado la vida. Entonces, se abre un poco más hacia el mundo exterior.

El psicólogo norteamericano Lawrence Kohlberg (1927- 1987), a partir de los trabajos llevados a cabo por el Psicólogo genetista Suizo Jean William Fritz Piaget (1896-1980), com¬plemento los trabajos de investigación, sobre el desarrollo de la conciencia moral, ampliando a seis las etapas por las que el ser humano ha de transitar para llegar al desarrollo de una moral plena.

Muchos de los dilemas morales eran altamente complejos incluso para adultos por lo que los niños normalmente hacían juicios más simplificados de los que podría hacer un adulto. Con ello Kohlberg llegó a la conclusión de que el desarrollo moral de las personas dura toda su vida, la cual se desarrolla en tres niveles y pasa por seis etapas, así:

Nivel I: moral preconvencional, constituido por las etapas.

Uno, de 0 a 5 años. Heteronomia. Término técnico intro¬ducido a la filosofía por Emmanuel Kant Filosofo Alemán (1724-1804. Autor del libro “Crítica de la razón pura”.1781), para hacer referencia a la voluntad que no está determinada por la razón del sujeto, sino por algo ajeno a ella se caracteri¬za por el castigo y la obediencia. El punto de vista propio de esta etapa es el egocéntrico, no se reconocen los intereses de los otros como diferentes a los propios. Las acciones se consi¬deran sólo físicamente, no se consideran las intenciones, y se confunde la perspectiva de la autoridad con la

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